Unión de Escritores y Artistas de Cuba convocó a su X Congreso

José Martí no se equivocó cuando escribió: “cuando se dice cubano una dulzura como de suave humedad se esparce por nuestras entrañas”. Don Fernando Ortiz supo como pocos interpretar ese sentir tan profundo del Apóstol y expresó que “una Cuba nueva nos espera con su bondad y su espíritu. Yo voy hacia ella, con ella y por ella”. Y logró con su colosal obra científica que cayeran muchos de los obstáculos que impedían la renovación de la Patria. Este pensamiento renovador, reformista y descolonizador junto al heroico ejemplo emancipador del cimarronaje, es para las nuevas generaciones un anclaje que fortalece el alma y la arraiga a la tierra. El cubano, ese especie singular e indefinible, ha sabido sortear su destino con lo más ríspido de nuestras contradicciones históricas y lo más adverso de las circunstancias vividas. Hemos sufrido un bloqueo genocida e ilegal que más que eso es; una guerra híbrida, económica, financiera, psicológica y política sin precedentes en la historia del continente y del planeta. Sin embargo, y pese a todo, asumimos a diario un proyecto de país más justo, más humano y más participativo. La edad de piedra pasó, la era de la dependencia colonial quedó atrás y nos asomamos a la gestación de un pensamiento humanista que nos ha colocado a la vanguardia del ideario moderno y descolonizador. Cambiar lo que tenga que ser cambiado como expresó Fidel en reconocimiento a la igualdad de todas las personas ante la ley, a fundar una sociedad integral sin rescoldos de un pasado manipulador y retrogrado. “Una sociedad unida por la semejanza de las almas es más sólida que unida por las comunidades de la sangre”, escribió José Martí. Ninguna afirmación más veraz y seductiva. Ninguna más retadora.

No le tenemos miedo a un nuevo devenir transido de equidad. El miedo, como he dicho otras veces, no es cubano. Superamos con gallardía la crisis de octubre, el llamado quinquenio gris, el período especial y todas las aventuras y desventuras de una Revolución radical y profunda. Aspiramos a ser un pueblo apegado a la innovación permanente y a los postulados científicos de hoy frente a la supremacía del discurso subjetivo en las nuevas tecnologías.

El mañana nos recibirá con los brazos abiertos. Daremos un ejemplo al mundo que será nuestro mayor orgullo. Ya lo es. No poseemos grandes riquezas naturales como no sea la condición de ser cubanos, ese modelo único que ha generado este país. Esa es nuestra mayor riqueza y seguramente la más poderosa e imbatible. La que ninguna disquisición científica podrá definir, la que ninguna corriente antropológica podrá colocar en su canon académico. Unir las partes, llevar los fragmentos a su imán ha sido ley de nuestra existencia y regla de oro en esta nueva batalla de ideas. Con ella honraremos a nuestros padres fundadores, los que aspiraron a desarrollar el concepto de nación pese a factores históricos de nuestra espiritualidad. No podemos olvidar el pasado bajo ningún concepto, aun cuando ese pasado sea turbio y enajenante porque como reza el axioma socrático dejaríamos huérfano el futuro. Esa es la más acariciada responsabilidad de los que hoy estamos aquí. No importa que otros no nos comprendan, ellos tendrán el privilegio, quizás sin saberlo hoy, de recordarnos con admiración cuando hayan pasado los años y el ejemplo de nuestra generación haya alcanzado la altura del más alto pico de la Sierra Maestra. Entonces nos darán la razón porque viviremos en un mundo mejor. Y ese será el más bello legado que les dejaremos. La república nos legó efectos nocivos, heredados de la colonia como el clientelismo, la corrupción y la evangelización del dinero, entre otros. Pero la Patria renació de sus cenizas con el aliento de hombres y mujeres que no claudicaron. Y la Patria es la cultura como dijo siempre Don Fernando. Hemos rescatado la Patria ética y cívica, la de los valores cespedistas y martianos. Fidel lo anunció, el autor intelectual del Moncada era él, el Apóstol. Y no se equivocó.

Nuestro deber hoy es imponer la verdad frente a la articulación perversa de las medias verdades y la flagrante mentira que respira a sus anchas en las redes sociales. Y esa verdad solo tiene un asidero que es la Cultura, piedra filosofar que marca nuestro destino. Descolonizar el gusto es el camino, desalienar las conciencias e ir a lo más profundo de nuestro ser. Ya que la tan cacareada posverdad nos ata al pensamiento prelógico y a la barbarie que no es otra cosa que el neofascismo, brazo ideológico de las fake news. La cultura nos salva, no es un lema, es una verdad monda y lironda. Nuestro ser vive y respira en la cultura. Lo dijo en piedra dórica el poeta griego Píndaro. “Sé cómo eres”, afirmó.

Los griegos siempre serán nuestros contemporáneos, dejó dicho Jorge Luis Borges. Ellos siempre tendrán la razón decimos nosotros. Que las velas de esta nave en que viajamos todos siga empujando a este país con vientos de futuro y alas de innovación.

 

Contra la oleada colonizadora, la hora de la acción

En la jornada fue expuesta la convocatoria al X Congreso de la Uneac

Madeleine Sautié

Granma

Escuchar al Coro Nacional de Cuba que dirige la maestra Digna Guerra es siempre un acto de conmoción, más cuando es preámbulo del Consejo Nacional de la Uneac, un espacio para poner sobre el tapete lo que desde aquí se hace y todo lo que hay que continuar haciendo frente a las tentativas foráneas por suplantar la espiritualidad de la nación. 

Un informe titulado La cultura como energía transformadora frente a la oleada colonizadora global fue ampliamente debatido tras haber vivido las emociones que dejan en el corazón temas musicales como El Necio, Unicornio y Locuras, de Silvio Rodríguez, junto a los gozos que transmiten Este son homenaje, de Juan Almeida Bosque, y El manisero, de Moisés Simons. La plenaria, que cerró otras dos jornadas de trabajo, se celebró en la sala Che Guevara de Casa de las Américas, en presencia de Rogelio Polanco Fuentes, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y jefe de su Departamento Ideológico; la vice primera ministra Inés María Chapman Waugh; Alpidio Alonso, ministro de Cultura; Luis Morlote Rivas, presidente de la Uneac; Miguel Barnet, presidente de honor de la Uneac, y Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, entre otros directivos de entidades culturales y de la propia institución.

La evocación a intelectuales y artistas recientemente fallecidos, así como el apretado resumen de las cuestiones acordadas al interior de las comisiones de trabajo, fueron expuestos por sus respectivos presidentes (Alberto Marrero, de la Asociación de Escritores; Orlando Vergel, de Música; Lourdes de los Santos, de Cine, Radio y Televisión; Francisco González, de Artes Escénicas, y Lesbia Vent Dumois, de Artes Plásticas). A su vez, el informe fue enunciado por Marta Bonet, vicepresidenta primera de la Uneac.

«Una verdad que enorgullece nos acompaña desde 1868: nuestra vanguardia artística y cultural se distingue por haber librado siempre una larga y profunda batalla contra la colonización cultural». Estas palabras de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, encabezaron  el informe, en el que se describe el escenario actual en el que «se han arreciado las campañas y acciones directas o encubiertas, generadas por el enemigo histórico de la Revolución Cubana, el poder imperial estadounidense y sus aliados, encaminadas a subvertir  el orden social», elegido por la mayoría de los cubanos, y para conseguirlo «pretenden socavar la legitimidad revolucionaria, incitar el descontento, promover estallidos sociales, desmantelar los símbolos de la cultura nacional, erosionar valores, borrar la historia y descalificar el tejido institucional».

El texto alude también a las palabras que hace siete años el General de Ejército Raúl Castro Ruz expresara cuando la organización cumplía 55 años: «Estamos doblemente amenazados en el campo de la cultura: por los proyectos subversivos que pretenden dividirnos y la oleada colonizadora global», y destaca la ratificación del compromiso hecho por los escritores y artistas «con la consolidación y continuo desarrollo de nuestra política cultural», definida por Fidel en sus Palabras a los intelectuales.

Convencidos de la alta sensibilidad que entraña el asunto, «complejo y retador, pero imprescindible» para la sociedad; de la necesidad de convertir, entre muchas otras acciones, la escuela cubana en el mayor espacio de crecimiento cultural en el que se «fomente el pensamiento crítico y el orgullo y compromiso por defender lo nuestro»; y de que, ya listos los diagnósticos, es hora de pasar a la acción, los presentes expresaron sus valoraciones respecto al llamado inminente al que exhorta la organización.

Algunos de los participantes disertaron desde el discurso espontáneo de la palabra; otros dieron lectura a sus ideas previamente redactadas. Así lo hizo Miguel Barnet, quien en un texto titulado Velas de futuro, en el que recordó la categórica frase de Fernando Ortiz cuando dijo que «la Patria es la cultura», aseguró:  «No le tenemos miedo a un nuevo devenir transido de equidad. El miedo, como he dicho otras veces, no es cubano. (…) Aspiramos a ser un pueblo apegado a la innovación permanente y a los postulados científicos de hoy frente a la supremacía del discurso subjetivo en las nuevas tecnologías».

El músico Israel Rojas consideró que le resulta increíble que no se acabe de articular «una política para recuperar la soberanía nacional sobre los consumos musicales en nuestro país», y que, en función de ello, se sigan «malgastando recursos, horas de reuniones y debates estériles». Dijo creer, a veces, «que los que tienen el poder de decisión son un poco sordos». Consciente de que no será fácil dar esta batalla, pero que resulta indispensable ganarla, opinó que es falso que tenemos pocos recursos, pues tenemos un sistema de radio, televisión, el poder de la televisión, tenemos recursos locales, llámese los audios particulares, las casas de la música, las empresas, las plazas públicas, los djs, la Uneac, la ahs. Falta ponerle cabeza, cohesión y coraje, resumió.

El escritor y crítico de arte Victor Fowler propuso dedicar un evento a pensar con profundidad el tema de la descolonización cultural, puesto que «este es el tema de Cuba», en tanto todas las situaciones que afrontamos como país contemplan de algún modo los intentos imperialistas por desactivarnos. Es el tema de la supervivencia, no el tema de la Uneac ni de las instituciones, comentó, sino de todos, de una punta a la otra de la Isla, por lo que todos estamos en el deber de trabajar en ese sentido. En las proyecciones teóricas nuestras tiene que estar presente el marxismo, subrayó, y se refirió a la modernización permanente del pensamiento crítico como un acto de descolonización.

Para el traductor literario Jesús Írsula resultó significativo retomar los talleres literarios, incentivar las actividades culturales en la comunidad y dejar atrás el protagonismo. El artista de la plástica Agustín Villafaña recordó que la descolonización está presente todos los días como vecinos de cada lugar si los otros no nos resultan indiferentes, y hay que sentirla de la cabeza a los pies. Sin trabajo ideológico y sin cultura no puede haber descolonización, comentó.

El investigador y ensayista Juan Antonio García habló de la necesidad de defender la jerarquización de la cultura audiovisual y de crear aulas inteligentes, de desarrollar el pensamiento crítico y la intercreatividad.

Por su parte, el dramaturgo Norge Espinosa señaló la urgencia de revalorizar el sentido de muchas de nuestras instituciones, que a veces no hacen lo que tienen que hacer. Se refirió, además, a la necesidad de que haya transparencia informativa ante los sucesos que tienen lugar. «Mientras más espacios de diálogo tengamos, seremos más capaces de combatir mucho de lo que se está hablando aquí», dijo. 

La certeza de que el debate fue apenas un tiempo de reflexión colectiva para continuar un trabajo que no puede interrumpirse fue asumida por los participantes en un espacio en el que abundaron las valoraciones y la disposición de hacer.

Hacia el final del intercambio, Polanco Fuentes expresó su satisfacción por la celebración de otros encuentros como este, pues de lo que se trata es de «la prioridad absoluta de la batalla ideológica de la Revolución, una batalla por nuestra espiritualidad, nuestros símbolos y valores que es lo que ha hecho resistir a nuestro pueblo frente a la guerra no convencional que se nos hace», y destacó la calidad del pensamiento crítico que caracterizó a la reunión. 

Chapman Waugh exhortó a la unidad, sin la que no podría ganarse ninguna acometida, a la puesta en marcha de proyectos y planes de acción, y a seguir trabajando en la comunidad, que es el pueblo.

La sesión de trabajo concluyó con la convocatoria al x Congreso de la Uneac, a celebrarse en junio de 2024. En el texto se expone que las palabras de Díaz-Canel, al clausurar el Congreso anterior, «constituyen una brújula para orientarnos hacia el x Congreso, para que la cultura sea, más aún, un espacio de libertad, responsabilidad y compromiso con la Revolución y la Patria».

Unión de Escritores y Artistas de Cuba convocó a su X Congreso