¿Quién es tu gurú?: crecimiento personal o negocio lucrativo

Tony Robbins se acerca a un muchacho que lo mira con los ojos desorbitados, como si frente a él tuviera a un dios; le toca el brazo y, simultáneamente, le dice con voz recia que a partir de ese momento va a tomar el control de su vida y dejará de ser un perdedor. El muchacho emite un grito, salta y dice que sí, que ahora es dueño de su vida. Más de dos mil personas han sido testigos de este momento; a algunos se les escurren las lágrimas, otros gritan inspirados… Robbins se da vuelta, esboza una sonrisa y sale del salón en medio de aplausos.

No soy tu gurú es, paradójicamente, el nombre del documental sobre uno de los gurús de la industria del desarrollo humano, Tony Robbins, quien ha amasado una inmensa fortuna con sus técnicas, en las que incorpora programación neurolingüística y psicología transpersonal, entre otras, para contribuir al desarrollo de vidas con más significado… 

Suena inspirador, ¿cierto? Sin embargo, la última vez que vi el documental me dejó un sinsabor, teñido de manipulación psicológica.

La manera en que el equipo de Robbins, liderado por su esposa, Sage, maneja la producción audiovisual de estas conferencias en vivo, con pistas musicales dramáticas y reflectores que siguen al protagonista por todo el salón, me recuerda un culto religioso al que llegué por curiosidad, hace varios años, donde en el momento más candente de la ceremonia el pastor les tocó la frente a algunos fieles y estos se desmayaron o tuvieron terroríficos espasmos convulsivos. 

Robbins no solo cambió la vida de cientos de personas —al menos eso dicen los testimonios—, sino que también transformó su existencia con la venta de miles de ejemplares de los 23 libros que llevan su nombre, así como con las multitudinarias conferencias presenciales y virtuales denominadas “Cita con el destino”, que tienen un costo de 5.500 dólares en la versión virtual para quienes usan traducción simultánea.

Tony Robbins es un ícono de la industria del crecimiento personal, de la que han sacado grandes tajadas superestrellas como Deepak Chopra, Brendon Burchard y el fallecido Stephen Covey. En el rubro de libros, por ejemplo, los de autoayuda, que pertenecen a esta industria, ocupan el segundo lugar en las ventas de Amazon.

Y de acuerdo con Wikipedia, entre los superventas de todos los tiempos, con más de 30 millones de ejemplares vendidos, aparecen títulos como Usted puede sanar su vida, de Louise Hay; Una vida con propósito, de Rick Warren; Piense y hágase rico, de Napoleon Hill, y Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie, estos dos últimos, escritos en la primera mitad del siglo XX.

El ser humano siempre ha estado interesado en este tipo de temas, pero en la última década se ha replanteado el modelo de negocio de la industria, superando los cánones tradicionales de la producción editorial, las conferencias y los talleres. Ahora los gurús del crecimiento personal quieren formar discípulos que vayan por el mundo repitiendo sus metodologías y “expandiendo la conciencia de la humanidad”… Esta última frase la he escuchado miles de veces en boca de grandes, medianos y pequeños gurús.

Y la promesa se anidó en la necesidad que tienen millones de seres humanos de darle significado a su existencia, encontrar su propósito y hallar su misión. Yo fui una de esas personas que buscaban afanosamente en libros, charlas, talleres, retiros y sesiones de coaching la clave para darle sentido a mi día a día. Algunos le atribuyen esta tendencia a la pandemia, pero la verdad es que cuando nos encerró el covid, yo ya acumulaba varios años de búsqueda a raíz de una crisis personal que en dos oportunidades me sumió en una profunda depresión.

Tome el control de su destino

Después de gastar varios millones de pesos en mi proceso de expansión personal —todos con expertos colombianos, valga la aclaración—, he encontrado aspectos similares en la oferta de esta industria. Por eso quiero dar a conocer esos elementos que los empresarios del desarrollo personal despliegan, siguiendo la receta de los bestsellers, para lograr cada vez más ventas.

El primer paso es generar empatía, esa del tipo “Yo también lo perdí todo: me dejó el marido, me estafaron, quedé endeudada y abandonada; yo estuve en la noche oscura del alma”. ¿Quién no ha pasado por un momento de oscuridad en su vida? Como seres humanos, enfrentamos diferentes desafíos de vida; algunos son económicos, y otros de relaciones, financieros o de salud. Pero nuestra mente nos hace pensar que somos los únicos sumidos en una “tragedia”, por lo que el discurso de “Yo sé lo que sientes porque estuve allí’, genera cercanía con el gurú de turno.

Ilustración Sindy Elefante @sindyelefante

El segundo paso es mostrarle una promesa de transformación, a partir de su propia evidencia y de la experiencia de otros que aplicaron los pasos secretos para cambiar su vida y “dejaron de sufrir” por el motivo que sea. 

En la tercera etapa argumentan que han invertido miles de dólares —algunos hasta 150.000 dólares— en entrenamientos con personajes de la talla de Robbins, T. Harv Eker o Joe Dispenza. Ese tiempo compartido en espacios con los gurús parece dotarlos de herramientas e idoneidad para replicar las metodologías. 

En la cuarta fase lo ponen a prueba con actividades de alto impacto, como caminar sobre vidrios, romper un tablón con la mano o escalar un muro de tres metros. El 95 % de las personas logra superar el reto porque, entre otras cosas, los vidrios están preparados de manera que minimicen la posibilidad de daño y el tablón también tiene su truco para poder partirlo con más facilidad. 

Por último, le lanzan el desafío: ¿quiere o no cambiar definitivamente su vida? ¿Se va a seguir quejando de la suerte que le tocó? ¿Quiere ser el protagonista de su historia o un simple observador de lo que el destino le trae? Y en este punto es tal el nivel de emoción y sensación de poder, que usted está dispuesto a pasar su tarjeta de crédito de inmediato para pagar el programa, aunque esté ahogado en deudas y no tenga ni para terminar el mes.

¿Gurús o estafadores?

Gemán Niño es abogado independiente, con una larga experiencia en el mundo corporativo como director jurídico de una multinacional. Él dice que ha estado en muchísimos cursos de coaching, desarrollo de habilidades blandas, búsqueda de la felicidad y mejoramiento del equilibrio vida personal-trabajo, y siente que las leyes de este negocio están tergiversando el mensaje.

“Algo que me preocupa es que en estos programas venden la narrativa de que todo es posible de lograr con voluntad y que el éxito está en nuestras manos; por lo tanto, si usted toma el curso y pone en práctica las herramientas pero no consigue los resultados esperados, es un perdedor. Si eso fuera cierto, todos los que emprenden un negocio y toman un curso de desarrollo personal lograrían sacarlo adelante, aunque la realidad es que el 95 % de los negocios fracasa en el primer año y al cabo de cinco años quedan apenas uno o dos”, dice.

Niño es ácido frente a este boom del desarrollo personal. “Siento, pienso y creo que todos esos gurús con diadema son unos vendedores de aire, que usan trucos de prestidigitación y echan cuentos sobre cómo alcanzar la excelencia y el éxito personal”, concluye.

Lo cierto es que en los últimos tres años, en todos los espacios en los que interviene un gurú, se ha abierto una tercera línea de negocio: fórmese como coach. Gonzalo Gallo, un reconocido orador, guía espiritual y terapeuta, no tiene pelos en la lengua cuando advierte que el coaching no lo debe ejercer cualquier persona y, además, que tampoco es la solución para todos los problemas. 

Ilustración gurú
Ilustración Sindy Elefante @sindyelefante

“El coaching es una muy buena herramienta cuando se ejerce de manera responsable, pero hoy muchas personas se lanzan a ejercerlo solo porque obtuvieron un certificado de alguna institución que lo avala, pero carecen de la experiencia necesaria”, advierte este sacerdote jesuita retirado, que cuenta con más de 220.000 seguidores en su cuenta de Instagram y ha escrito varios libros sobre espiritualidad. 

Este fenómeno también lo ha notado Germán Niño, quien asegura que muchos de los ejecutivos de la multinacional en la que trabajó hoy se dedican al coaching. “Cuando me enteré de esto, lo primero que hice fue preguntarme cómo era posible que estas personas, que no tenían habilidades socioemocionales ni empatía hacia sus colegas, hoy brindaran acompañamiento para mejorar la vida de otros”.

Enric Corbera es un reconocido psicólogo español que desarrolló el método de la bioneuroemoción, con el que se brindan herramientas para la gestión emocional, en el entendido de que esta es la clave de un mejor vivir. Si bien Corbera ofrece todas las líneas de negocio —talleres, charlas, diplomados y libros—, también advierte que cuando alguien le pregunta cómo puede formarse para ayudar a otros a mejorar su vida, su respuesta es sencilla: “Mejora primero tu vida, y eso te tomará décadas; entonces podrás ayudar a otros”.

Mi hijo escuchó una de las entrevistas que hice para este artículo y, con una mirada inquisitiva, me preguntó cuál era mi conclusión sobre este boom del desarrollo personal. No me resultó fácil responder, pues como dice Karen Baptista, consultora de procesos humanos, después de muchas décadas en que la sociedad nos enfocó en el tener y en el hacer, nos hemos dado cuenta de que es necesario trabajar el ser para sentirnos completos.

“En el mundo laboral critican a los millennials porque quieren tener derecho a una vida personal, pero lo que debemos entender es que gracias a ellos se está reivindicando el balance entre lo personal y lo laboral”, dice esta experta en el tema, quien después de 25 años en el mundo corporativo se lanzó a promover la felicidad en el trabajo, con metodologías y herramientas concretas.

Lo único cierto es que los brujos que leían el tarot, el chocolate, el tabaco y hasta el café están perdiendo clientela, porque ahora las personas prefieren escuchar a un gurú que les promete la fórmula definitiva para darle sentido a su vida y comprender su propósito. Biodescodificación, programación neurolingüística (PNL), constelaciones familiares y muchos otros tipos de metodologías están a la orden del día.

En mi caso, me hastié de tanto gurú y hace varios meses que no asisto a charlas de estos maestros del crecimiento personal. Mi nuevo interés está en entender cómo funcionan el cerebro, la mente y las emociones como ejes para la toma de decisiones conscientes y responsables. Ya me leí varios libros de la psiquiatra Marian Rojas Estapé, escucho a diario el podcast Huberman Lab de un profesor de medicina de la Universidad de Stanford y tengo en mi mesa de noche La vida secreta de tu cerebro, obra que me ha resultado bastante desafiante.

¿Volveré a contratar a un coach? Probablemente sí, pues cuando lo hice en el pasado siempre me generó beneficios porque elegí profesionales con experiencia comprobada y mucha sabiduría personal. El cambio ha sido gradual, no exponencial, como prometen muchos de estos gurús de fórmula instantánea, pero además ha requerido mucho trabajo personal y conciencia diaria.

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