Esther Cross y Betina González, relatos verdaderos sobre fenómenos paranormales

Toda colaboración es misteriosa, dijo Borges. Si bien él la utilizó para referirse a la relación de los escritores con sus traductores (y a veces del vínculo de quien traduce a un escritor o escritora muerta), tiene sentido rescatar estas palabras para hablar de un libro extraño (esto es un valor): La aventura sobrenatural, Historias reales de apariciones, literatura y ocultismo (Seix barral) de Esther Cross y Betina González.

La extrañeza de esta obra pasa por ser relatos verdaderos que tienen que ver con fenómenos paranormales (fantasmas, comunicaciones con el más allá y ciencias alternativas) dentro de la vida de seres notables (Freud, Yeats, Althea Giles, Oscar Wilde, por nombrar unos pocos) pero que fueron pasados por alto en biografías o son apenas una oración en el río de existencias caudalosas.

¿Escribir es descubrir el material que otros pasan por alto o ni siquiera alcanzar a vislumbrar? La aventura sobrenatural nos enfrenta con un momento histórico puntual (de 1880 hasta el final de la Primera Guerra Mundial) donde todo estaba todavía por hacerse en relación a la palabra y la realidad: el lenguaje científico no alcanzaba a explicar racionalmente ciertos hechos. De ahí que lo que leemos en este libro parezca venir del más frondoso árbol de la ficción. Pero no: es real.



“La aventura sobrenatural”, de Esther Cross y Betina González (Seix Barral, $7.200 papel; $2.200 ebook).

Esther Cross y Betina González son dos escritoras (y lectoras) entrenadas con un gran recorrido a sus espaldas (Cross acaba de ingresar a la Academia Argentina de Letras y de reeditar La señorita Porcel por Club Cinco y González fue finalista del FILBA-Medifé 2022 con Olimpia, por mencionar solo lo último de ellas) que supieron ver combustible narrativo donde otros pasaron de largo.

Por eso llama la atención un dato: no eran tan amigas al momento de ponerse a escribir este libro. Sucedió unos días antes de que se decretara la pandemia y el encierro obligatorio. “Fue darse la libertad de jugar con otra y con la imaginación. Es decir, era lo contrario a la limitación”, dice Cross en charla con Clarín Cultura.

Agrega González: “Porque no es algo solo tuyo entonces no se juega el ego como cuando sí se juega el ego en la obra personal. Hay una tercera cosa que vale la pena, el libro, y retirás el ego de lugar. Es una cosa muy mágica”.

Se las ve felices y disfrutando la compañía de la otra. Cuando se les pregunta sobre el lugar que ocupó este libro en sus vidas, Betina González dice: “Este libro tiene su propia magia con respecto a nosotras como autoras”, y a continuación abre el texto en la página 20 y lee la invocación de Aleister Crowley para la invisibilidad: “En el nombre del Señor del Universo, te conjuro, Manto de Oscuridad y Misterio, para que me rodees y me vuelvas invisible, parta que al verme, los hombres no me vean ni tampoco me comprendan, sino que vean aquello que en realidad no ven y comprendan aquello que no es lo que tienen enfrente. ¡Que así sea!”.

Después, dice González: “Me gusta pensar que estamos escondidas adentro del libro”. Algo mágico acaba de suceder. No es sugestión. El poder de las palabras. De eso se trata, finalmente, La aventura sobrenatural.

Presentación del libro en el Espacio Ñ durante la Feria del Libro 2023. Foto Martín Bonetto


Presentación del libro en el Espacio Ñ durante la Feria del Libro 2023. Foto Martín Bonetto

-¿Cómo fue la dinámica de esta colaboración?

-Betina González: Entre nosotras casi no hubo acuerdos, el libro fluyó naturalmente. Se trata de una escritura distinta a la que manejamos en nuestros libros pero sucedió, en esta obra sucedió.

-Esther Cross: Teníamos en cuenta que lo más importante era el libro. Algunas pautas fueron surgiendo: no quería abrumar con datos o acercarnos a lo académico, queríamos un libro narrativo, que emocionara; no sumar a lo que ya encontrábamos y ser fieles a las experiencias de estas personas.

-Betina González: Fue un proceso más de fascinación y escritura y recién después de orden, digamos. Nos ayudó mucho poner el límite histórico en llegar hasta la Primera Guerra Mundial.

-La relación de la ciencia y su lenguaje en vínculo con la vida cotidiana, ustedes ya la venían abordando en sus obras.

-Esther Cross: Hace tiempo que veíamos que teníamos afinidades de lectura y nos interesaba lo mismo. Betina ya venía con estos temas en su ficción, tanto en Las poseídas como Olimpia por el cruce entre el lenguaje literario, de la ciencia y la filosofía. Y también están los fenómenos que no se pueden explicar solo por la ciencia. Veníamos encontrándonos ahí, también interesadas por cierta época que tenían un enfoque bastante particular. Un día dijimos de hacer algo juntas con eso. Fue tres días antes de la pandemia.

-Betina González: Cuando nos encierran nos pareció el momento ideal para leer más en profundidad todo esto que nos interesaba. El libro nos fue salvando de muchas angustias porque estos personajes del libro también estaban angustiados.

-Cross: También eran personas que trataban de comunicarse con los muertos o con personas que estaban muy distantes. O que se maravillaban con algunos medios de comunicación que recién estaban apareciendo y lo estaban indagando. De algún modo, la pandemia, que era algo terrible, nos pareció muy increíble que nosotras estuviésemos investigando eso en ese momento.

-González: Y estaba el sentimiento de fin del mundo que había. Estos personajes estaban atravesando el fin del siglo XIX, principios del XX, la decadencia del Imperio Británico, la decadencia del sentido moral, el descubrimiento de las explotaciones de clases, entre otras cosas. Esas también eran afinidades que nos atraían de esa época.

-Si bien es todo real, por momentos la belleza de estas historias parecen dibujadas por una mente entrenada en la ficción.

-González: No había que inventar nada, con lo que estábamos leyendo era suficiente desde el punto de vista narrativo. Había muchos tesoros en esas vidas porque eran todas historias reales. Nosotras no tuvimos que agregar nada. Después está la magia narrativa de ambas sobre dónde mirar y cómo contarlo. Y en ese sentido fue una lección de escritura: sacar nuestros egos del centro. No es lo mismo crear que contar historias reales. En ese sentido, se contaban solas estas historias.

-Cross: Había que dejarlas aparecer a estas personas, dejarlos hablar.

Tres días antes de la pandemia, las autores se propusieron escribir algo juntas. Foto Guillermo Rodríguez Adami


Tres días antes de la pandemia, las autores se propusieron escribir algo juntas. Foto Guillermo Rodríguez Adami

-Resulta muy atractivo ver cómo la ciencia se desvive por crear un lenguaje para expresar algo se estaba formando en tiempo real, frente a sus ojos.

-González: Yo ya venía con el tema de la ciencia y siempre me interesó. Y me parece terrible que sea el discurso unívoco, como si fuera el único discurso válido que tiene algo para decir sobre lo humano. Como si la filosofía, el arte y un montón de otros discursos que vienen acompañando a la humanidad en sus preguntas más importantes ahora estuviesen corridos de eje o no sirven para nada. Las personas de este libro están trabajando sobre ciertas emociones como el sentido de lo sobrenatural. En ese sentido, esa época del libro me parece más sabia que la de ahora.

-Cross: Y además un momento muy libre, muy curiosa.

-Si bien fue escrito y terminado en pandemia, ¿qué tipo de lectores imaginan para el libro en este momento particular de pospandemia?

-González: Estos temas siempre circularon, siempre hubo creencias alternativas a la ciencia y a las religiones institucionalizadas. Y siempre hay que tener cuidado con la vulgarización de estos temas porque son fenómenos sociales. Y no me imagino un posible lector pero estoy contacto con gente muy joven y veo que están buscando nuevos tipos de espiritualidad y otros tipos de paradigmas filosóficos.

No hablamos de creencias, sino de otras conexiones con el propio espíritu. Eso me parece desolador de esta época. No hablo de psicología ni psicoanálisis. Hablo de lo que Carl Jung llamó “la función trascendente”: preguntarse qué hacemos acá, por qué estoy.

Es muy fuerte en la gente joven pero también en quienes nos dedicamos al arte. Hablo de pensar nuestra conexión la naturaleza y con el planeta, incluso dentro de una gran urbe. El problema es que son discursos que corren el peligro de ser trivializados.

Esther Cross: "De adolescente me tiraron las cartas y fue un fracaso". Foto Guillermo Rodríguez Adami


Esther Cross: “De adolescente me tiraron las cartas y fue un fracaso”. Foto Guillermo Rodríguez Adami

-¿Por qué escribir un libro en compañía luego de tantos años de escritura en soledad?

-Cross: Quiero ser muy gráfica: fue el mejor taller literario que podía haber hecho en mi vida. Yo ya admiraba a Betina, así que verla trabajando a la par mía fue lo mejor.

-González: Yo ya la admiraba a Esther y trabajar con ella fue más de lo que me había imaginado. Y me hizo preguntarme “¿por qué no da taller literario esta mujer?” A la vez fue hacer un curso acelerado de literatura inglesa de fines del siglo XIX y comienzos del XX.

-Cross: Pero fue con la curiosidad fresca del lector intrigado. Recomiendo la escritura de a dos. Es una situación extraña de anhelo y locura compartida. Y a la vez te habilita a una libertad distinta.

-González: En un punto no pensamos que era publicable un libro así.

¿Qué aprendieron en este proceso?

-González: Yo soy muy hinchapelotas con la cosa estructurada y quiero tener las cosas planeadas porque me genera ansiedad. Y Esther es todo lo contrario: tiene un modo alucinante de pensar muy distinto al mío. Y a la vez eso complementaba muy bien conmigo. Con ella aprendí a soltar esa necesidad de estructura.

-Cross: Aprendí de Betina a saber adónde apuntás. Eso para mí fue un buen complemento. Y algo más: no demorarse. Se trata de quitarle solemnidad a la escritura, no tomarte tan en serio. No ser tan pretencioso de corregir treinta veces dos oraciones.

Betina González: "Siempre tuve interés por esos temas". Foto Guillermo Rodríguez Adami


Betina González: “Siempre tuve interés por esos temas”. Foto Guillermo Rodríguez Adami

-En términos personales, ¿cómo se llevan ustedes con las apariciones, el esoterismo y el ocultismo?

-González: Yo siempre tuve interés por esos temas. Nunca le tiré el tarot a nadie lo que no significa que no tenga esos saberes. De todas formas no voy a ser la escritora esotérica con sombrero raro. Yo me inventé el personaje de chica común.

Sin embargo, todos esos temas van por dentro. Me parece que la literatura hace una búsqueda con estas disciplinas, por algo la magia siempre estuvo relacionada con la poesía, por algo los romanos cuando sitiaban una ciudad primero recitaban un poema para hacer salir a los dioses tutelares de esa ciudad. La palabra tiene capacidades mágicas.

-Cross: No soy de ir a sesiones aunque me divertiría, iría contenta. De adolescente me tiraron las cartas y fue un fracaso, fueron más emocionantes la espera y la víspera que lo que ocurrió en el momento. Pero para mí la lectura y la escritura, sobre todo la lectura, son formas especiales de la comunicación.

También los sueños. Ahí pasa algo. No creo que las comunicaciones entre las personas sean todas del mismo tipo. A veces suceden cosas que son diferentes y que no tienen una explicación racional. Y al escribir quizás suceden cosas que podríamos decir de anticipación.

Cross Básico

  • Buenos Aires, 1961.Es escritora y traductora. Publicó dos libros de entrevistas, uno con Bioy Casares y otro con Borges, en colaboración con Félix della Paolera.
  • También las novelas Crónicas de alados y aprendices, La inundación, El banquete de la araña, Radiana, La señorita Porcel y La mujer que escribió Frankenstein, y los libros de cuentos La divina proporción, Kavanagh y Tres hermanos.
  • Recibió los premios Fortabat, First, Siglo XXI, Regional y Municipal, entre otros, y las becas Fulbright y Civitella Ranieri.

González Básico

  • Gran Buenos Aires, 1972. Es autora de las novelas Arte menor (ganadora del Premio Clarín Novela 2006), Las poseídas, América alucinada y Olimpia.
  • También publicó el libro de ensayos La obligación de ser genial y la colección de cuentos El amor es una catástrofe natural.
  • Sus libros recibieron los premios Clarín, Tusquets y Fondo Nacional de las Artes, entre otros. Enseña literatura y escritura en la Universidad de Buenos Aires, en la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y en la Universidad de Nueva York en Buenos Aires.

PC

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