El programa humorístico que juró decir la verdad de Cuba | Cuba Noticias 360

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Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Considerado en su momento el programa humorístico más osado y crítico de la televisión cubana, ¿Jura decir la verdad? marcó un antes y un después en la pequeña pantalla, al punto de que mantuvo una teleaudiencia elevadísima durante las 11 temporadas que duró el singular proyecto.

Fue soñado, creado y dirigido por ese genio del humor que es Ulises Toirac, quien se propuso rendir homenaje y recontextualizar un clásico de la Cuba republicana: el espacio radial La tremenda corte, programa de enorme éxito que, sin embargo, fue silenciado tras el triunfo de la Revolución debido a las políticas de marginación a que fueron sometidos los artistas que abandonaron la isla, entre ellos, Leopoldo Fernández, el célebre Trespatines en el cual Toirac basó su también icónico Chivichana.

Aunque este último mantuvo la esencia del Trespatines original —incluso sus rasgos físicos y enredos discursivos— cambió su nombre por Chivichana, puesto que en Cuba se llama así a la patineta rústica que en su forma más sencilla utiliza, precisamente, tres patines.

De La tremenda corte heredó el nuevo proyecto no solo el personaje principal, enjuiciado por sus sistemáticas fechorías, sino también los roles del Señor Juez y el Secretario, interpretados por Hilario Peña y Geonel Martín, respectivamente; así como los famosos demandantes, a quienes les fueron adjudicadas características y circunstancias diferentes a las del espacio radial.

Del formato de La tremenda corte se aprovecharon códigos como la utilización recurrente de Mamita, la madre de Chivichana que nunca salió en cámara; la seguidilla, ese recurso con el cual Trespatines ensartaba una cadena de vocablos confundidos, uno tras otro; y la sentencia leída por el Señor Juez al finalizar el caso y en forma de décima. Todos ellos fueron adaptados con inteligencia a la contemporaneidad y enriquecidos con otros recursos como la cuarteta del Cabo Pantera, que al presentarse recitaba unos versos que terminaban, invariablemente, con un muy simpático “no sabe lo que es la vida”.

Estaba ambientado en la etapa republicana, pero los asuntos que abordaba eran de la más inmediata cotidianeidad, por lo que sirvió como plataforma para la crítica social, con el subsiguiente éxito en el público, que esperaba frente al televisor cada jueves a las 8:30 de la noche.

Varias veces votado como el espacio más popular de toda la televisión y con un impresionante aval de premios, ¿Jura decir la verdad? devino un importante escenario de confrontación de la gente con la realidad de la primera década de los años 2000 a través del humor y la sátira, lo que el intelectual cubano Jorge Mañach llamaba el choteo cubano.

A la participación de todos en el proyecto atribuía el propio Ulises Toirac el éxito del espacio, pues en una entrevista concedida a la prensa durante el momento de mayor popularidad de ¿Jura…? aseguró que, como director, él daba mucha importancia a la opinión de cada miembro del team. “Lo único que hago es decidir qué se hace al final, después que han mediado muchas discusiones en las que cada integrante del equipo pone sus criterios sobre el tapete —expresó—. No importa la experiencia que se tenga en el humor, sino los criterios que cada cual desea expresar”.

Y la fórmula parece haberle dado resultado, porque ¿Jura decir la verdad? es recordado por los cubanos como un programa entrañable que ha pasado a formar parte de la espiritualidad de la nación.

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