Crónica Zabaltegi

CRÓNICA ZABALTEGI-TABAKALERA 2023

La lluvia inundaba Donosti el primer día de festival y había que resguardarse en algún sitio. La expectación que despertaba Perlak con las obras de Jonathan Glazer, Wim Wenders o J.A. Bayona ese 22 de septiembre asustaba un poco. Con el tiempo y las aglomeraciones en mente, la presentación a la hora del café de Zabaltegi-Tabakalera se hacía especialmente atractiva. Un espacio más tranquilo y mucho más trabajado en cuanto a línea de programación que ofrece la posibilidad de competir a cualquier obra, independientemente de su naturaleza (película, vídeo instalación, ficción, no ficción) y duración. Más que necesario en unos tiempos en los que se promociona Cerrar los ojos (2023) como el regreso de Víctor Erice después de treinta años.

El pistoletazo de salida lo daba Film annonce du film qui n’existera jamais: “Drôles de guerres” (Jean-Luc Godard, 2023), el cortometraje póstumo de una de las figuras más importantes del cine. Un anuncio-película para Yves Saint Laurent que expone la forma de montaje que había adoptado el cineasta en el último punto de su carrera: dibujar, pegar imágenes y escribir notas o poemas. Un gran collage que apunta y borra ideas a medida que avanza, centrándose en las grandes guerras (geográficas y emocionales) del mundo contemporáneo. La ausencia y, a la vez presencia de Godard ─escuchándose su voz en off desde el pasado─, nos obliga a reflexionar sobre todas y cada uno de los apuntes de su cine. En la misma sesión se proyectaba Remembering Every Night (Yui Kiyohara, 2023), que conecta directamente con la obra de Godard desde la voluntad de búsqueda que hay en el centro de la propuesta. Ambos proyectos nacen sin rigurosidad narrativa; usan el medio para explorar. El segundo largomentraje de Kiyohara se podría describir como un luminoso día de verano. Sigue a tres mujeres durante un día, presentando y representando los momentos más bonitos de lo cotidiano, guardándose la amargura para lo extraordinario del luto y la soledad. Una película anárquica, que desdibuja su corpus formal inicial ─largos planos de movimiento aletargado─ para dar lugar a una nueva voz. Remembering Every Night es una sonrisa, una improvisación que niega a terminarse en éxtasis. Inmejorable apertura de Zabaltegi.

Film annonce du film qui n’existera jamais: “Drôles de guerres” - Revista Mutaciones
Film annonce du film qui n’existera jamais: “Drôles de guerres”, de Jean-Luc Godard

Al día siguiente, otra doble sesión compartida por Silan (Ahsmita Guha, 2023) y La palisiada (Philip Sotnychenko, 2023). El mediometraje indio de Guha reencuentra a dos hermanos para los ritos fúnebres de su madre. La idea es contraponer dos formas de vivir la muerte, pero en ese choque frontal de emociones no transpira ninguna; es una obra vacía. Mientras que La palisiada, aún con sus problemas de hipertransparencia, supone un visionado mucho más desafiante. Un detective y un psiquiatra investigan el asesinato de un amigo en la Ucrania de 1996. Sotnychenko une comedia y tragedia para dar forma a una gran amalgama de temas, ampliamente desechados a medida que avanza, pero que consiguen cautivar al espectador bajo el pretexto de la historia manifestándose a través del cine y viceversa.

Con el recuerdo como punto en común, llegaban en la misma sesión Two of Us (Igarashi Kohei, 2023), Oyu (Atsushi Hirai, 2023) y La isla (Damien Manivel, 2023). El primero de los cortometrajes nipones surgía en la pandemia y acudía, precisamente, a esa especie de estado borroso que mantuvimos durante el COVID. A un desconcierto que sufre el protagonista, Sano, que junto con su amigo Miyata, se encuentran de vacaciones en un resort del Pacífico. Los espacios de ese hotel son rodados por Kohei con intención de desequilibrar la realidad y hacer convivir dos percepciones en una misma imagen. El montaje, excepcionalmente perturbador, añade la capa fantástica a un relato que invita a sumergirse en más de una ocasión. Para Hirai también eran muy importante esos recuerdos que tenía sobre los baños japoneses. Tan fuertes eran que, basándose en ellos, ha hecho Oyu, que tuvo presencia en Cannes. Una obra que se construye a partir de los impulsos de la memoria, ya que su montador, Jehan Folqué, no entiende el japonés y, según el director, fue animado a editar sin ningún tipo de subtítulos. Los sonidos se agolpan para dar lugar a presencias que ocupan o vacían espacios en fechas señaladas. El epílogo era el último largometraje de Manivel, cineasta veterano del festival. Un milagro hecho realidad, pues La isla había cancelado el rodaje y todo parecía abocado a la descomposición de la película. Sin embargo, el francés logró insuflar de vida a su ficción con la inserción de escenas del rodaje, logrando un cóctel melancólico entre el recuerdo de una adolescente que pasa la última noche con sus amigos y el making of del mismo. Su resultado es ampliamente cuestionable a partir de la organicidad que abandera, pero su elocuencia a la hora intensificar los sentimientos adolescentes es admirable.

La isla, de Damien Manivel

En este Zabaltegi, pocos títulos atraían tanta expectación como el estreno nacional de Pham Thien An, Inside the Yellow Cocoon Shell (2023). La cinta ha ganado la Cámara de Oro en Cannes y se ha destapado como una de las grandes sorpresas del año. Thien (el protagonista de la ficción) se hace cargo de su sobrino después de que su cuñada muera en un accidente de moto en Saigon. El detonante le permite al cineasta disparar un sensorial y enigmático viaje por la Vietnam rural en busca de la fe y del hermano del protagonista. Inside the Yellow Cocoon Shell es una suerte de muñecas rusas compositivas (dentro del marco hay otro, creado desde el minucioso encuadre de actores y entorno) que crece a partir de la concatenación de set-pieces meditativas, dominadas por una cámara que se mueve con discreta mesura. Pham Thien aspira a lograr lo imposible: recoger con sus imágenes la pulsión entre paisaje y espiritualidad y hacer levitar al hombre. Y frente al fracaso que podría haber en tal aspiración, la obra nos transporta de la ciudad al campo y del mundo real al limbo a través de la hipnosis de las formas. Sin duda, uno de los trabajos más complejos de la sección.

Inside the Yellow Cocoon Shell, de Pham Thien An

Atravesada por un mismo sentido contemplativo está la obra de Wu Lang, que competía con dos películas. El corto Short Story (2023), seleccionado en Venecia, abría la doble sesión y se presentaba como “una puerta de salida o de entrada al mundo del director y al largometraje”. En él se introduce el tono ambiental, el fino sentir romántico y el uso de metáforas empleado en Absence (2023), que ya despliega con total libertad las filias y fobias del autor. Ambientada en la isla de Hainan, la provincia más pequeña de China, la obra está pensada en espacios. Su narración está formada por una descripción audiovisual excelente del terreno (edificado y por edificar) chino. En ella se trata la expansión urbanista de la zona como un sueño perdido, la promesa de un nuevo mundo que nunca llega. El amor, situado en el centro del relato, se desarrolla desde la idea de que ambos protagonistas pueden no estar compartiendo tiempo. Aunque quizás, en este intencionado juego de misterio, Short Story use mejor sus cartas.

Frente a la solemnidad del cine que venimos comentando, El auge del humano 3 (Eduardo Williams, 2023) se erige como respuesta natural. Cine revolucionario, que desprecia lo milimétrico para construir sobre las cenizas de la imagen digital. Rodada con gafas de realidad virtual 360°, la película reúne a un grupo de amigos de distintos países y emprende una huida del triste mundo en el que vivimos para alcanzar el paraíso fantástico. Williams se enorgullece del alma práctica de la obra y la lleva al extremo. No sin guardarse un momento sublime para teorizar, en una panorámica de 360° en el bosque, cómo la imagen contemporánea se descompone y cómo hay vida después de ella. El auge del humano 3 se ha llevado, finalmente, el Premio Zabaltegi-Tabakalera. Merecido galardón para una propuesta única, que pone en jaque el medio y su tan encorsetada teoría.

El auge del humano 3, de Eduardo Williams

Hacia el final del festival se agolpaban en Zabaltegi las sesiones de tres filmes. We Are the Hollow Men (Rati Oneli, 2023) compartía pantalla con Single Light (Shaylee Atari, 2023) y Camping du Lac (Éleonore Saintagan, 2023). Este último, Premio Especial del Jurado en Locarno, rompe con la tendencia documental de la autora y cuenta como, el personaje interpretado por ella misma, alquila un bungalow luego de que su coche se averíe en el medio de Bretaña. En el lago que da nombre al camping se rumorea que hay una criatura legendaria. A partir de ahí Éleonore teje un hilo de sucesos que saltan entre lo fantástico y lo musical sin abandonar nunca el humor. Su mayor cualidad es la de proyectar la fantasía en los espacios más comunes del mundo. We Are the Hollow Men avanza desde las entrañas de un realizador que ha tomado su propia experiencia como hijo y emigrado en EEUU. Señala el 11 de septiembre (fecha del atentado de las Torres Gemelas y fecha de la muerte de su madre, en la ficción) para sacar los reproches de un padre a un hijo y, sin llegar a una conclusión, hablar del miedo y los remordimientos. El cortometraje Single Light muestra una violación desde un amplísimo y crítico primer plano general, para luego concentrar el horror con un primer plano de la cara de la víctima. La directora Shaylee Atari se centrará en la negación de la mujer al día siguiente. El abuso sufrido se retratará a partir de flashes de cámara, planos detalles que cortan con el click de las fotos y capturan cada moratón. Una radiografía sobre los recuerdos que guarda el cuerpo y la mente busca olvidar.

Finalmente, como cierre de sección para el que escribe, otra triple sesión encabezada por Aunque es de noche (2023), de Guillermo López García, ganador del Goya a Mejor Película Documental por Frágil Equilibrio (2016). Cortometraje de ficción rodado en la Cañada Real y que plantea, desde las formas, un gran debate sobre la legitimidad de los creadores para representar realidades. En él chocan realidad ─lo grabado por los dos pequeños protagonistas con sus teléfonos móviles─ y ficción ─lo filmado por Guillermo López─. En Aunque es de noche hay un roce constante entre el cine que se impone y el que debería ser/es. Una cuestión difícil de sentenciar en un texto de este estilo, pero que, indudablemente, se invita a los espectadores a reflexionar sobre ella. Irati Gorostidi cogía el relevo para presentar Contadores (2023), ambientada en las negociaciones de 1978 por un nuevo convenio del metal. La cinta está construida sobre un fuerte sentimiento de representación fidedigno de la época: tanto en el decorado como en el espíritu cinematográfico (rodada en largos planos secuencias que luego fueron editados para distribuir el peso de la mirada entre los actores). La propia concepción de la obra sugiere que la realidad ─presente y pasada─ se entiende mejor pensándola en imágenes. Un astuto retrato de un espíritu y un pensamiento que parecía haber desaparecido. Y como epílogo a esta sesión española, Mamántula (Ion de Sosa, 2023). El chico que todos desean es también una tarántula gigante travestida de humano. De ese punto parte Ion de Sosa para crear un relato en clave Expediente X (Chris Carter, 1993-2018) sobre la vampirización extraterrestre cargada de felaciones, humor y amor laboral. Ganará adeptos con el paso del tiempo por el atrevimiento de reconocer las fórmulas exitosas del cine mainstream e intentar aplicarlas.

Contadores, de Irati Gorostidi

Crónica Zabaltegi-Tabakalera SSIFF 2023. Revista Mutaciones.