Crítica: “The Year of the Egg”, el ser padres y aprender a dejar ir (Venecia 2023)

Se han contado muchas historias sobre el deseo de tener hijos: personas que buscan incansablemente formar una familia pero sin resultados. Sin embargo, no tantas historias se cuestionan si el querer tener hijos es un requerimiento suficiente para ser buenos padres. Al final, ¿desean traer una nueva vida al mundo para darle un hogar a otro ser humano o es un deseo egoísta que ve al hijo como una vasija en la cual depositar sus expectativas? The Year of the Egg, del director Claudio Casale, hace estos cuestionamientos con una muy peculiar historia con toques abstractos.

Gemma (Yile Yara Vianello) y Adriano (Andrea Palma) son una joven pareja que quiere tener hijos pero ha tenido muchas complicaciones. Cuando Gemma al fin queda embarazada, se unen a la Comunidad del Huevo: un grupo de apoyo que, alejado del estrés y las presiones de la ciudad, le rezan a un huevo dorado gigante y es liderado por la gurú Rajani (Regina Orioli). Sin embargo, poco a poco descubren que tal vez esta comunidad no es lo que necesitan.

La Biennale College Cinema es un programa que apoya el financiamiento de producciones de nuevos autores con un micropresupuesto. The Year of the Egg es parte de este grupo de proyectos de directores emergentes y se nota en su pasión: es un trabajo ambicioso y arriesgado que trata de abarcar muchísimo y explorar distintos recursos; se notan las ganas de su creador de presentar una obra audaz y única, esa curiosidad propia de un nuevo director.

Casale construye bien el aura misteriosa y cultista del grupo: siempre hay algo extraño en todo el lugar. La paz del campo contrasta con la constante presencia de la gurú, quien parece vigilar y reprimir a sus huéspedes en lugar de dejarlos explorar esta nueva etapa de su vida. Ayuda mucho la actuación de Regina Orioli (L’ultimo bacio), quien transmite mucha autoridad y firmeza detrás de una máscara de relajación: parece tramar algo incluso en los momentos silenciosos.

Por su parte, Yile Yara Vianello (The Beautiful Summer) transmite muy bien la ansiedad y el miedo de Gemma, así como su gradual conversión al culto del huevo. Su actuación es complementada con imágenes abstractas de colores líquidos que nos sumergen en las emociones del personaje.

Aunque lo más atractivo a simple vista sea el culto, lo que separa a esta cinta de otras sobre maternidad es el enfoque que le da. Conforme avanza la historia, Gemma se va dando cuenta de que para tener un hijo, para realmente ser una buena madre, el primer paso es aceptar que ese niño no le pertenece. La Comunidad del Huevo, y el huevo en sí, se convierten en un vehículo para que ella y Adriano encuentren su propia manera de convivir antes de traer una nueva vida al mundo.

La película tiene composiciones simétricas muy interesantes, como las escenas en el templo con la gurú y el huevo gigante en medio, o un grupo de embarazadas formando una especie de mandala alrededor de la mujer en una sesión espiritual. La fotografía de Vanni Mastrantonio transmite la espiritualidad y misticismo de la comunidad, pero no solo se queda en el preciosismo, pues también juega con lo sombrío en los momentos en los cuales los personajes están en la incertidumbre (particularmente un inesperado giro en el tercer acto). También hay que aplaudir el trabajo de Simone Siconolfi, quien con pocos escenarios logra crear el aura de la secta, sobre todo el llamativo templo del huevo.

Sin embargo, el guion es el punto donde la película flaquea. En su ambición por tocar varios temas, muchos de ellos se quedan a medio explorar, sobre todo el funcionamiento de la Comunidad del Huevo. La narrativa abstracta y llena de metáforas también lucha por integrarse con los deseos del texto de aclarar muchas cosas: varios diálogos explican sentimientos o situaciones de los personajes que el resto de componentes audiovisuales ya nos mostraron, parecería que el director no tiene confianza en que la imagen y el sonido se van a entender por sí mismos, aunque el ambiente de misterio de la cinta funciona mejor mientras menos conversaciones haya. Esto se nota particularmente en un clímax lleno de analogías visuales y ambigüedades que es sumamente interesante por lo críptico que resulta, pero cuyo tono contrasta con el resto del trabajo.

Aun así, The Year of the Egg es un debut sólido cuya ambición compensa sus tropiezos narrativos. Su original historia y apartado visual la hacen un trabajo muy interesante que aprovecha al máximo un presupuesto limitado. Así como la Comunidad del Huevo, esta es una película fascinante y llamativa, aunque a veces resulte frustrante la sensación de no llegar a conocerla del todo.

“The Year of the Egg” formó parte de la Biennale College Cinema en el Festival de Venecia 2023.

Imagen de portada cortesía de THE PR FACTORY.

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