‘La memoria infinita’: El inmenso acto de amor de luchar contra el olvido

Es imposible que una película como La memoria infinita no toque el corazón. Es un filme sobre el paso del tiempo, el valor de los recuerdos, el amor como una bella cotidianidad, la lucha contra el Alzheimer, la dignidad de la vejez, la memoria histórica y la empatía, por solo mencionar algunos de los tópicos. Pero sobre todas las cosas, lo fascinante del filme es que su sinceridad se siente como una caricia.

Para la cineasta Maite Alberdi, reconocida por ser nominada al Oscar gracias a la maravillosa cinta El agente Topo, ha sido esta historia la que le ha permitido quitarse obsesiones y dejarse llevar por la pureza y naturalidad de la vida, la real, “porque he vivido toda mi carrera preocupada de la perfección de la imagen y de que la gente no sepa si es documental o ficción”, dijo en la presentación del filme en Chile.

“Sin embargo, todo ese juego de que parezca cine acá se derrumba, porque hay una cámara totalmente desenfocada que se ve mal. Yo como cineasta tuve que entender que lo más importante es la verdad de esa imagen y el sentimiento. Para mí fue una gran lección de cine también”, añadió.


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EFE/Ana Burgueño en San Sebastián

“EL ÚLTIMO ACTO DE COHERENCIA DE AUGUSTO GÓNGORA”

Pero es que, como muchos escritores lo han dicho, memoria significa luchar contra el olvido y en esta película también figura que la memoria se construye día a día. Nos acerca a la historia de Augusto Góngora un reconocido periodista que vivió aquellos años de dictadura e intentó informar en tiempos de escasa libertad. Trabajó para Teleanálisis, un programa televisivo opositor en donde siguió historias de los pueblos y barrios para hablar del pulso social del país y fue reportero de unos arriesgados informes que se distribuían de manera clandestina en plena dictadura militar. Después tuvo una exitosa y larga carrera encabezando programas culturales emitidos en la televisión local.

Alberdi comenzó a documentar su historia después de haber sido diagnosticado con Alzheimer en el 2014, cuando tenía 62 años. En el camino descubrió que no solo se trataba de la historia de él sino la historia de amor que construyó con su esposa Paulina Urrutia, una actriz de teatro que fue ministra de Cultura en el primer Gobierno de Michelle Bachelet.

Se conocieron en el año 1997, cuando él era productor ejecutivo del área de cultura de TVN y ella ya era una reconocida intérprete de teatro y teleseries. Tras compartir algunas salidas, se formaron como pareja, maduraron como tal y empezaron una vida juntos. Una pareja que se convirtió en una de las más célebres del mundo cultural local.

Cuando Alberdi se acercó a ellos para proponerles un retrato íntimo de su convivencia con la enfermedad, Urrutia estaba en desacuerdo, sin embargo Góngora el que aceptó. Después de haber puesto durante décadas al frente de una cámara la vida de muchos, el periodista estaba dispuesto a ser el sujeto de estudio: “Fue el último acto de coherencia de Augusto Góngora”, dijo ella. 

La pareja comenzó su historia de amor en 1997.

La pareja comenzó su historia de amor en 1997.

ESPECIAL

“NO TENGO VERGÜENZA DE QUE SE ME CAIGA LA COMIDA”

La actriz se encuentra en México como invitada de honor del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México Docs MX, en donde se proyectó La memoria infinita en el acto inaugural, motivo por el cual Crónica Escenario pudo conversar con Paulina Urrutia sobre el filme y comenzando por hablar de ese momento:

“Más que yo no quería, el Augusto fue tan convincente que sí quería hacerlo y fue tan radical. Con el tiempo, no sólamente yo, sino sus hijos y el entorno de amigos más cercanos nos fuimos convenciendo y al ver la película pudimos darnos cuenta por qué Augusto nunca se negó a hacerla”, dijo la actriz.

“Eso es lo más radical en el sentido de que nosotros teníamos miedo y el miedo siempre va a decir que no, siempre va a decir ‘nos vamos a exponer’ y ‘¿para qué?’ y estamos enfrentados a una enfermedad que es un tabú hoy en día, produce tanto, tanto terror, que cada cosa que uno haga puede ser horrorosa”, añadió.

Esos miedos corresponden a la manera en que los percibe el exterior: “Por ejemplo si alguien muestra una foto, la gente dice ‘¡no, cómo lo muestran así enfermo!’. Es tan reactivo lo que produce la imagen que, claro, teníamos mucho miedo. Miedo a exponerlo. Pero Augusto nunca tuvo miedo, y entonces era tan radical eso y fue en ese momento cuando lo decidimos”, comentó.

“Estábamos en una de las tantas conversaciones que tuvimos con la Maite y Augusto estaba comiendo, cuando comía sin ayuda en esa época y tenía mucho temblor en la mano y se le caía la comida, y entonces dijo ‘¿cuál es el problema de esto? yo no tengo vergüenza de que se me caiga la comida, entonces no entiendo cuál es el problema’ y creo que ahí nos liberó a todos”, contó.

Presentación de 'La memoria infinita' en Docs MX.

Presentación de ‘La memoria infinita’ en Docs MX.

CORTESIA Docs MX

“UN SEGUNDO MATRIMONIO CON LA MAITE”

Para Urrutia, el encuentro con Maite fue importante en diversos niveles pero especialmente por el encuentro entre dos personas creativas: “Ahí es donde se fueron uniendo cada vez más esas dos almas. Aquí hay como un segundo matrimonio. Aparte del matrimonio mío y de Augusto, claramente hay otro matrimonio entre el Augusto y la Maite, a mi juicio, hay un documentalista de otra época con una documentalista contemporánea que empezaron a entrelazar sus discursos, me entiendes, hubo una sincronía de ser y de hacer el documental que es propio de dos personas que manejaban muy bien ese lenguaje”, reflexionó.

“Por eso es tanto el logro que tiene esta película. Es de una sutileza y de una humanidad. Es lo que hace el clásico documental, es una historia, increíblemente particular, hablando del amor y de la humanidad y tiene esa capacidad de lo universal, y al mismo tiempo es clásica en el sentido de que la Maite, como nunca lo había hecho, recurrió a las claves del documental”, añadió.

Además la actriz celebró la capacidad de la cineasta por la manera en que utilizó la historia y sus recursos para darle la mayor profundidad posible: “Recurrió a material de archivo, perfecto, de tele y al mismo tiempo el archivo personal, y luego la creatividad máxima al momento de incorporar la cámara dentro de la casa, de nosotros en términos de relato, al momento de captar una intimidad que es imposible de haber conseguido con un equipo”, dijo.

“Y al mismo tiempo está la imposibilidad, por nuestra naturaleza, de darle autoría a ese material. Era algo de ponerle play y ya estaba grabando. Esa es parte del documental y luego está lo que hace en términos temáticos. Cómo mezcla una enfermedad tabú con la historia de Chile, eso realmente es como perfecto”, agregó.


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EFE/Elena Garuz en Berlín

Fotograma de 'The Eternal Memory'.

“NO ES UNA PELÍCULA QUE SE TRATE DEL ALZHEIMER”

Es verdad, la historia a la enfermedad como la mayor obstáculo, pero para la actriz, “no es una película que se trate del Alzheimer. Es una película de dos personas que se enfrentan a una dificultad, como puede ser una enfermedad o cualquier otra cosa y que, como buenos chilenos, sobre todo por las cosas que estamos viviendo constantemente en nuestro país, son capaces de sobrellevarla y seguir viviendo”, dijo Urrutia.

Pero también es cierto que entre sus capas ayuda a comprender la enfermedad de una forma inspiradora: “Es una película que, además, de lo que puede aportar cinematográficamente, creo que es una película con una capacidad de poder ayudar a enfrentar esta enfermedad. Primero porque no es una ficción y las enfermedades, como todo en la vida, que no es como en la ficción cuando se menciona el Alzheimer y la gente dice ‘ah es un drama’, un documental tiene lo que es, es la realidad, de que hay momentos muy duros de la enfermedad”, comentó.

“Y sí, hay momentos horribles, pero también hay momentos preciosos y todos tenemos la capacidad, porque eso sí tiene que ver con la capacidad humana de poder percibir esos momentos. Que en esa persona, por más que desaparezca su memoria, por más que no nos reconozca, estamos nosotros para reconocerlo, estamos nosotros para no olvidarlo”, enfatizó.

Y como estas palabras que expresa la película está llena de actos de amor: “Y están siempre. Yo se los puedo jurar y no estoy loca, que Augusto nunca dejó de ser Augusto, hasta el último momento. Ese ejercicio de la gente que piensa, ‘para qué lo voy a ver si no me conoce’ y es que no se trata de que no te conozcan, sino que tú no tienes que dejar de reconocerlo, esa es la pega (el trabajo). Porque esa es la pega de la memoria, cuando uno olvida, hace que uno no sea parte constitutiva de tu propia identidad, me entiendes, ese es el trabajo”, destacó.

“Y esta enfermedad vino seguramente, en esta época, para eso. Para que no construyamos supuestamente sobre estos actos fundacionales que tenemos en la vida. Todo lo que hacemos en la vida viene de algo, que alguien construyó y, si además nosotros le otorgamos el sentido de lo que nosotros hacemos, va a ser impirtante para lo que viene después, volvemos a tener un sentido de humanidad que se nos olvida, especialmente en esta época se nos ha olvidado bastante, y por algo vienen estas enfermedades”, añadió.

Fotograma de 'La memoria infinita'.

Fotograma de ‘La memoria infinita’.

ESPECIAL

“TODAS LAS HISTORIAS DE AMOR SON POLÍTICAS”

En la pantalla la memoria histórica se refleja de algún modo en la historia de amor de Augusto y Paulina, pues también están presentes los daños de la dictadura como cuando él presenta su libro La memoria prohibida:

Creo que todas las historias de amor son políticas. Acá tenemos dos personas que trabajaron por la política, un hombre que tiene un discurso sobre preservar la memoria, que está en lo que él dice, en la inauguración de La memoria prohibida. Dice: No importan los datos, no importan los actos conmemorativos, no importan las cifras, lo que importa es hacer nuestros duelos desde la memoria emotiva”, dijo Alberdi en Chile.

Este significado cobra otra importancia en el filme a medida que avanza la enfermedad en Augusto y que tiene un paralelismo con el 50 aniversario del golpe de estado en Chile: “Él no se acuerda cuántos años lleva con la Pauli, pero sabe quién es la Pauli, sabe que es su amor y siente su amor. Este año en Chile es tan importante entenderlo así también. Entender qué sentimos en ese momento, es lo único que nos tiene que importar transmitir, más allá de los números”, comentó la cineasta.

Maite Alberdi y Paulina Urrutia en la Berlinale.

Maite Alberdi y Paulina Urrutia en la Berlinale.

ESPECIAL

En la pantalla Paulina lee la dedicatoria que le hace Augusto en un libro regalado en los primeros días del cortejo: “Sin memoria no hay identidad”, y ahí se funde la lucha social del periodista y la complicidad amorosa con Paulina. Ya no es solo una reflexión de la identidad de un país, sino de quien se ama.

“Hay gente que sabe de la memoria y gente que tiene coraje, por cierto, pero que es sembradora. Y el reconocer, lo que dice Augusto, es por que en esa época, imagínate, su discurso tenía mucha espiritualidad. Bueno, estaba muy ligado a las iglesias católicas que hicieron una labor muy importante en dictadura, que hoy en día han desaparecido por tantos errores humanos pero que daban una dimensión espiritual, porque el proceso de memoria era un proceso de reconciliación y de reencuentro social, político, en países destruidos, aniquilados en sí mismo, con guerras civiles”, dijo la actriz a Crónica Escenario, sobre ese mensaje.

Creo que ese ejercicio de rescate de la memoria, es reivindicarte con el dolor del otro. Si tú eres capaz de reconocer el daño que hiciste, es posible mejorar, pero si no eres capaz de reconocer ese daño, es muy difícil poder sembrar de nuevo y estos hombres creían en eso”, enfatizó. 


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Fotograma de 'No' de Pablo Larraín.

“LA PELÍCULA, EL MOMENTO PARA ESTAR AHORA CON ÉL”

La memoria infinita es principalmente una historia de amor. Pero eso también se logró debido a que se atravesó la pandemia. El documental sobre Augusto se comenzó a filmar dos años antes de la pandemia: “Yo no tuve conciencia de nada sobre lo que significaría la memoria en el filme. Yo sabía que sabía un documental de Augusto que se estaba haciendo pero era un documental de él y como hubo mucha grabación de imágenes, no sé, de cuando Augusto estaba en su terapia ocupacional y entonces iba a los museos y andaba en el micro, yo sabía que era el documental de Augusto”, nos comparte la actriz.

“Cuando llegó la pandemia la Maite va y me dijo, ‘bueno ya se acabó la película’ y yo internamente, no frente a ella, dije ‘bien, ya se acabó’, pero después volvieron a la casa y querían grabar algunas cosas y yo no sabía qué querían hacer, así que los dejaba grabar y todo”, añadió.

Los meses de encierro llevaron a la filmación a un nivel de intimidad en la que Urrutia tenía que hacerse cargo de la cámara y ser ella misma la que mostrara esos momentos duros de la cotidianidad al enfrentar la enfermedad. Paulina debía recordarle a Augusto por las mañanas quién era él y que ella era su esposa. Era una tarea de amor para reforzar la memoria. Y esos son los mejores atributos de este documental

“Para mí el significado de todo lo estoy viviendo ahora, cuando veo la película. Ninguna consciencia tenía. Ni siquiera quería ser parte de este relato. Pero hasta el día de hoy, eso es lo que más me ha costado ver, porque ahí tengo un tema más personal, porque cuando veo el documental no puedo evitar no dejar de ver a Augusto. Lo estoy viendo todo el rato y es el momento que tengo para estar con él, no me estoy viendo yo”, comentó Paulina.

“Yo me veo poco. Además soy más actriz de teatro que de cine o televisión, esto es como una cachetada, porque siempre dije que yo no tengo personalidad de actriz de cine, porque no soy vanidosa ni me gusta verme en la pantalla grande. Entonces, para variar la vida me ha dado otro golpe y al verme simplemente me da orgullo, de haber sido material en las manos de una gran creadora como la Maite, nada más”, añadió.

Paulina Urrutia en el teatro.

Paulina Urrutia en el teatro.

ESPECIAL

“AUGUSTO ESTÁ MÁS VIVO QUE NUNCA”

Y es que con todo esto pareciera que hay mucho sufrimiento de por medio en pantalla. Sí lo hay, pero hay algo que se pone por encima de eso: “De lo único que se puede sufrir realmente es de la envidia del buen amor. Todos dicen: ‘Que suerte, ¿por qué a mi no?’ A todos les toca, porque es como: que suerte que se tuvieron, que suerte haber vivido eso”, dijo Alberdi en su país natal.

Para Paulina ese amor ahora está inmortalizado a unos meses de la muerte de Augusto en mayo pasado, después de que el filme triunfó en Sundance con el Premio del Jurado a Mejor Documental y en la Berlinale (además ahora representará a Chile en los Premios Goya):

“Ese es el regalo que tiene el cine, su capacidad de transformarnos. Imagínate que ahora yo siento que Augusto está más vivo que nunca. También está lo que esto significaba en nuestro país a 50 años del golpe, de lo que nosotros vivimos. Augusto colaboró en eso, fue parte del rescate de la memoria que forma parte de nuestra identidad, de nuestros dolores colectivos”, dijo.

“Esa capacidad del cine me conmueve. Imagínate para mí, personalmente, es totalmente transformadora. Veo la película y siento que Augusto está vivo. En esas imágenes siento que lo puedo tocar. Eso es precioso”, añadió entre lágrimas.


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EFE/Alicia García de Francisco en San Sebastián

Fotograma de 'Los colonos'.

“ES MUY DIFÍCIL CONOCER A LA GENTE DE VERDAD”

Para la actriz es importante que el filme pueda tener algo de inspirador al momento de hablar del amor: “Hoy es muy difícil conocer gente de verdad, creo que es una gran película para darnos cuenta de que eso que se ve tan difícil hoy en día, que está tan mediatizado entre la imagen que nosotros queremos dar, de lo que realmente somos, y la verdad es que el ser humano es bastante más simple”, dijo.

Creo que nos hemos perdido en la complejidad de creación de imágenes de nosotros mismos, cuando los seres humanos a veces no podemos ver más que lo que hacemos, en el sentido que le damos a aquello que hacemos y lo que queremos proyectar de lo que realmente somos”, continuó.

Es una película que muestra que las personas vamos cambiando con el tiempo pero que nos vamos urdiendo, nos vamos haciendo más consistentes con el tiempo. Por eso hay que ser claros con lo que uno quiere ser en la vida, de lo que uno quiere producir en la vida, de lo que uno quiere lograr en la vida, porque eso con el tiempo, a mi juicio, es lo que se va haciendo más consistente y tiene más sentido”, complementó.

La actriz agradeció el cariño por su esposo.

La actriz agradeció el cariño por su esposo.

CORTESIA

“CAMINAR A ESCALA HUMANA”

El otro gran mensaje inspirador tiene que ver con la dignidad de aceptar el paso del tiempo: “Es terrible esta sociedad que se niega a envejecer. Las más valoradas son las que no parecen viejos. Es una estupidez muy grande, querer mantenerse eternamente joven. Es una lucha infructuosa. Viven sin darse cuenta que la vejez tiene tantas cosas maravillosas. Una de las grandes cosas que regala esta película es el manejo del tiempo, en el sentido de que la vejez nos da otra dimensión del tiempo”, opinó.

Caminar a escala humana, como digo yo, que es no andar corriendo. Las detenciones, dar sentido al hacer de la vida tiene que ver con cuanto dejo yo que las emociones se mezclen en ese quehacer y eso tiene la vejez. Tiene sentido en las cosas que se hacen, primero porque se hacen menos cosas. Qué voy a hacer toda la cantidad de cosas que tengo qué hacer en la vida, voy a hacer aquellas que me signifiquen, que sean importantes”, siguió.

“Y lo otro en la vejez, que creo que es fundamental, es lo que el Augusto hace, que es compartir la vida. Hay tanto que aprender de la vida de alguien que ha vivido un mundo diferente. Es bonito”, concluyó.

*Este texto es dedicado a Nancy Mora, con quien vi la película en Guadalajara y a quien esta película tocó su corazón de forma especial.

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