Borja Vilaseca: “La espiritualidad es laica porque es nuestra verdadera naturaleza” | EPU

Dice un proverbio sioux que la religión es para quienes tiene miedo de ir al infierno, mientras que la espiritualidad es para quienes ya han estado en él. Nobleza obliga debo aclarar que, en esta entrevista, dialogamos bastante sobre ello pero, ¿qué significa ser espiritual?

Para muchos pareciera ser algo de la nueva era, apartado de nosotros, perteneciente a grupos de personas que hablan suave, bajito y visten de blanco. Nada más alejado de la realidad. La palabra espíritu viene del latín, del verbo spirare que significa respiración, por ende, un ser espiritual es todo aquél que respira. Y eso nos abarca a todos los humanos.

Dicho esto, podemos adentrarnos en profundidad en el universo de Borja Vilaseca, escritor y motivador catalán que, además de tener cada vez más expansión en el mundo –sobre todo en los países de habla hispana–, se encuentra presentando su libro ‘Las casualidades no existen – espiritualidad para escépticos’. En él afirma que, “Estamos viviendo un hecho histórico imparable donde cada vez la gente cree menos en las instituciones religiosas y, sin embargo, está cada vez más en contacto con su dimensión espiritual. Y eso se debe a que se está democratizando la sabiduría.”

Vilaseca es un fiel comprometido en provocar e inspirar a otros buscadores. Como él mismo reconoce, fracasó tantas veces con distintos emprendimientos que aprendió a cómo no hacer las cosas. Con sólo 41 años, imparte de manera internacional másters y conferencias de desarrollo personal, fundó ‘Kuestiona’, una comunidad educativa para personas despiertas e ideó ‘Terra’, un proyecto de escuela consciente cuya finalidad es revolucionar el sistema educativo.

–En tu libro reivindicás la espiritualidad laica para despertar conciencias. ¿Cómo definirías esa espiritualidad sin religión?

La espiritualidad es laica, porque es nuestra verdadera naturaleza. El alma, la esencia, no es cristiana, ni judía ni musulmana. La espiritualidad ha estado secuestrada por muchas instituciones religiosas, que han tenido finalidades como la acumulación de poder, conquistar nuestras mentes, hipnotizarnos y un poco controlarnos socialmente. Lo que pretende el libro es cuestionar las creencias religiosas y las ateas también y presentar la espiritualidad, no desde las creencias, sino desde la experiencia.

–¿Dentro de esa experiencia se encuentra el misticismo?

–Exacto. El mayor enemigo de la religión no es el ateísmo, es el misticismo, porque tiene que ver con el autoconocimiento. ¿En qué lugar quedarían las instituciones religiosas si las personas despertaran y se dieran cuenta de que no necesitan intermediarios para reconectar con Dios y con la espiritualidad? Hacer ese camino de reconexión es lo que te permite levantarte por las mañanas y disfrutar de este regalo maravilloso que es la vida.

–¿Qué es el ser esencial?

–Ahora mismo cuando hablamos de nuestra identidad, está protagonizada por el Yo, que es donde proyectamos nuestras creencias, pensamientos y emociones. Ese Yo es ilusorio y también una cárcel. Nos identificamos con el ego, creamos una personalidad que es un reflejo del entorno social y familiar donde hemos nacido y nos hemos educado, para poder adaptarnos y sobrevivir. El ser esencial sería un poco lo que te queda cuando vas quitando todas esas capas de cebolla y te vas desidentificando de todo lo que no eres. Paradójicamente ahí uno se redescubre, pero no como un sujeto, sino como una presencia neutra e impersonal. Dentro de cada uno de nosotros hay una chispa de divinidad y cuando estamos conectados con la fuente, nos sentimos unidos al todo y sobreviene la conciencia de unidad. A esta realidad se le llama Dios. Para mí, al final, espíritu, alma, ser esencial, conciencia, presencia y Dios, son sinónimos.

–Cuando nos adentramos en el camino del autoconocimiento y nos liberamos de las cadenas, ¿hay algún precio que tengamos que pagar por esa libertad?

–Sí, no hay nada gratis en esta vida, sino todo el mundo estaría iluminado. Hay muchos peajes, pero son sólo para el ego. Al principio, estamos tan identificados con esa realidad normativa que hemos creado y que nos aporta una falsa sensación de seguridad, que nos creemos la alucinación masiva del sistema y de la sociedad, pero todo es una ilusión. La realidad se rige a través de las entelequias: las cosas irreales que creemos que son reales, acaban siendo nuestra realidad. El precio que pagas es ahondar en un camino, al principio tenebroso, porque no hemos recibido educación espiritual, ni emocional, por lo tanto, no sabemos navegar en nuestro interior. Es dolorosísimo e incómodo conocerse a uno mismo, porque te confronta con el ego y con traumas. Ahí llega la noche oscura del alma que es el momento en que tu nivel de malestar es superior a tu miedo al cambio, todo eso, forma parte del proceso. El punto más difícil, es el inicio del camino del despertar, después son casi todas buenas noticias.

–Solemos tener muy ligados los conceptos de autoayuda y autoconocimiento. En tu libro hacés una gran diferencia, ¿podrías explicarla?

–También hablo de la diferencia entre viajeros y turistas, la misma analogía es válida para la autoayuda y el autoconocimiento. Viajar es una experiencia transformadora que te lleva a lugares nuevos, desconocidos y a salir de tu zona de confort. Luego está el turismo, que no vamos a demonizar, pero es otra cosa completamente diferente. Simplemente te desplazas de un lugar a otro, en un entorno seguro y cómodo y vuelves igualito que cuando te fuiste. La autoayuda para mí es la banalización, la prostitución del autoconocimiento que, por supuesto, tiene su función de abrir camino y llegar a las masas. Pero muchas veces la gente empalma un libro detrás de otro, toma cursos y queda muy en la superficie de las cosas. En cambio, el autoconocimiento te lleva a la espiritualidad, que es lo más terapéutico que hay para poder superar esta epidemia de depresión, vacío y malestar que asola a la humanidad.

–Según tu mirada, ¿qué es aquello fundamental para hacer en esta nueva tierra o cambio de paradigma que estamos viviendo?

–Para mí un poco es seguir con tu vida, pero dedicar mínimo una hora al día para trabajar cuerpo, mente y espíritu. Un ratito de introspección para poder reconectar, llámalo como quieras: meditación, contemplación o escucha interior. Y, sobre todo para esta nueva tierra, como tú dices, hay que hacer algo muy revolucionario que es seguir tu dicha. El Ser es una semilla que está floreciendo y nos guía, pero no lo hace con palabras, sino que lo hace con sensaciones muy sutiles que tienen que ver con la intuición y la escucha de esa voz interior que nos susurra. Muchas veces esa voz te quiere llevar por caminos que te dan miedo, porque no es lo que tus padres esperaban de ti, porque no hay seguridades o no ves la manera de monetizarlo, por eso muy pocas personas se atreven a ser fieles a sí mismas. En general, vivimos muy desconectados.

–¿Cómo nos damos cuenta si estamos desconectados?

–Fácil. Sientes un vacío, siempre te falta algo, tu mente se acelera, empiezas a crear conflictos con la realidad, chocas con otras personas, entras en un espiral de negatividad destructiva, no sabés gestionar tus emociones y buscas una narcotización y evasión constante, generalmente con ruido y mucha gente. Cuando estás conectado, te das cuenta de que no controlamos nada y que, en realidad, la vida nos está viviendo. Ahí dejas de interferir para empezar a maravillarte, porque vas viendo que todo es perfecto, necesario y tiene un sentido trascendente.

–¿Para cuándo vamos a ver tu unipersonal de stand up en algún teatro?

–¡Ostras! Me encantaría. Te confieso que tengo un monólogo ya, no del todo escrito, pero sí que tengo una recopilación de muchos momentos cómicos que me han salido en las charlas. Hay que ver el hilo conductor todavía, pero ya tengo el título, se llama ‘Catarsis’ (puede ser también con K, no lo sé) pero lo que si te puedo decir es que será una hora y media riéndome de mí mismo. Me encantaría presentarlo, incluso en Argentina. Estuve en el 2020 allí y es el curso más multitudinario que he hecho en mi vida. Me gustaría, una vez al año, cruzar el charco y hacer una gira de conferencias, seminarios y el monólogo de teatro, sería muy terapéutico para mí. Te agradezco profundamente que me lo digas, porque lo tomo como un guiño de la vida manifestándome que es por ahí.

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