Fernanda Muslera presenta Roberto Jones, una biografía escrita en primera persona

Por Leonel García

Fue el Hombre Elefante, fue Hamlet, fue Alan Turing y fue Jorge Luis Borges. Todos ellos existieron, resalta. Él, Roberto Jones, vaya que también. Él, un hombre de 80 años considerado uno de los grandes actores de la historia del país, fue muchas más cosas, más allá de personajes encarnados. Son varios sus “yoes”, como los define la periodista, escritora y dramaturga Fernanda Muslera, autora de Roberto Jones. Y a cada yo ella lo dejó decir, hacer y ser “polémico, filoso, librepensador”, en esta biografía escrita en primera persona que no es por ello una autobiografía sino un yo más del artista.

Si bien uno quiere evitar ese odioso lugar común que habla de las “vidas bien vividas”, como si uno no tratara de hacer lo mejor con las cartas que le tocaron desde el mazo, sí queda claro en más de 350 páginas que fue una vida vivida a pleno y con muchas aristas. Quien espera de ellas un compendio enumerado de ensayos, estrenos, bajadas de cartel, proyectos, elencos y programas televisivos, se va a encontrar con algo mucho más grande y rico.

“Yo nací en el Prado, en una casa muy grande. Creo que no salí a la calle hasta los seis años. Era un paraíso terrenal. Tuve contacto con lo no familiar recién cuando empecé la escuela. Aparte de tener la casa grande, al lado vivían mis tías de parte de mi madre. Mi madre se casó con mi padre porque eran vecinos. Ella también era de una familia de la alta burguesía”. Capítulo 1, “La oveja negra en el paraíso”.

Hoy Jones, portador de un apellido galés del cual cuenta la historia, es un padre y abuelo que se mudó a Punta del Este para escapar del encierro pandémico en un apartamento de Pocitos. Pero a lo largo de su vida fue el rebelde de la familia, católico practicante e integrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, fue militante del Partido Nacional, es un masón que odia al sistema bancario y al neoliberalismo, que se entusiasma con los análisis geopolíticos y las cuestiones místicas y esotéricas, alimentadas por su admiradísimo Jorge Luis Borges. A él lo conoció durante su exilio en Argentina en los años 70, y en él —joven— se convirtió para la BBC británica y —ya anciano— para el teatro uruguayo. Y salta de uno a otro de esos yoes con más naturalidad que caos, aunque este es un mérito que debe atribuirse a Muslera.

Con Armando Halty, en El Rey Lear, en 1969.

“Creo que lo que más me sorprendió de él fue su mística y esa es una de las cosas más valiosas que me llevo de nuestro encuentro y de este libro. Me pregunto si la influencia que Borges ejerció en él en este sentido es la que Jones ejerció en mí. Siento que, desde ese punto de vista, él fue un maestro en mi vida que ayudó a iluminar zonas de mí que estaban latentes, que ya eran mías pero que recién se estaban empezando a manifestar, y que él fue clave en ese proceso. También, como dramaturga, todas sus enseñanzas sobre el arte dramático y su enfoque trascendental fueron aportes muy valiosos”, le cuenta la autora a Galería.

Vale decir que escritora y actor se conocieron, como ella lo explica en el prólogo, cuando ella trabajaba en El Observador y él protagonizaba el unipersonal La memoria de Borges. La entrevista fue en 2015. Ella había salido de ver la obra “con el pecho contraído y los ojos empañados”, luego de sentir algo “que no tiene nombre”, que “siempre se busca en el teatro pero pocas veces se encuentra”. En 2017 ella lo volvió a entrevistar para su libro Sin maquillaje, historias de la Comedia Nacional en el siglo XXI, luego de lo cual él le pidió que escribiera su biografía. “Se había dado una linda conexión entre nosotros. Cuando él recuerda ese día dice que tuvo una intuición conmigo y yo, ni bien me preguntó si quería hacer el libro le dije que sí, porque también intuí que tenía que hacerlo”, cuenta Muslera, también autora de las obras teatrales El amigo fantasma, Luz negra y Rescate a la dama con tutú.

Roberto Jones, de Fernanda Muslera. Editorial Planeta, 368 páginas, 990 pesos.

Roberto Jones, de Fernanda Muslera. Editorial Planeta, 368 páginas, 990 pesos.

“Estar preso es espantoso, sobre todo para un artista, que está acostumbrado a hacer lo que quiere y vivir libremente. Encontrarte de golpe encerrado en una celda chiquita con tres tipos más es tremendo. Cuando cerraron las puertas de Punta Carretas y sentí el ruido, me quedó resonando por días. Ahí caí en la cuenta de que eso era un desastre. Al ser preso político por lo menos tenés una idea en común, ahí había igualdad, fraternidad, porque éramos todos compañeros, pero no había libertad y sin libertad el ser humano se transforma en un bicho”. Capítulo 4, “Tupa, preso, paria”.

Enfrentada a la tarea de condensar en un libro a alguien con tantas facetas, luego de 19 extensas entrevistas, más la investigación documental, más los contactos con personas del entorno del actor, más los agregados que le enviaba el protagonista ni bien estos le asaltaban el recuerdo, era una tarea por sí ardua, que no por nada insumió dos años de trabajo. La autora tomó un camino arriesgado pero que resultó bien resuelto: lo que importaba era su palabra, por eso los 13 capítulos están escritos en primera persona.

En las notas al pie, Muslera agrega las intervenciones de las otras personas consultadas —familiares o colegas— para el libro, así como sus propios aportes periodísticos en fechas, conceptos o datos históricos. Vale recordarlo: no es un monólogo ni es una autobiografía; Roberto Jones es una investigación periodística.

Porque lo que dice Jones sorprende, más allá de su misticismo, su espiritualidad o la convicción con la que habla de sus concepciones políticas y filosóficas, de una forma tan firme que uno dudaría en contradecirlo. El actor da a entender que fue en su casa —aunque sin su participación— que los tupamaros organizaron la ofensiva del 14 de abril de 1972 que dio lugar a una sangrienta contraofensiva militar. Ese día, uno de los más negros de la historia del país, terminó con 12 muertos; para entonces, Jones estaba en la piel del Flaco Cleanto, por Canal 12. En su actividad clandestina, tenía contactos con Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro y Héctor Amodio Pérez. Tuvo encuentros con los detenidos en una Cárcel del Pueblo; de hecho, a uno de ellos, un empresario al que no nombra, le comunicó el fallecimiento de su hijo en un accidente de moto y 10 años después lo contactó para pedirle perdón. Tuvo como abogado a Carlos Martínez Moreno. Estuvo en la boca del lobo, aunque nunca fue un cuadro militar de la guerrilla.

Gusi, su esposa, Jones y Borges, en 1982.

Gusi, su esposa, Jones y Borges, en 1982.

“Este es un libro en el que yo quise darle rienda suelta a que él pudiera contar su verdad y por eso está escrito en primera persona, porque es él contando su historia, en sus claros y oscuros, sus coherencias y contradicciones. Yo quería retratar al personaje en toda su complejidad. Lo que hice fue ordenar todo su entramado de declaraciones pero respetando su palabra, lo que dice y cómo lo dice. Por otro lado, por supuesto que se me hizo imprescindible un papel de verificación e investigación de muchos datos. (El periodista) Alfonso Lessa también me ayudó con las cuestiones más relacionadas con el pasado reciente, así como otros colegas, y la investigación bibliográfica. Por otro lado, hay cosas que Roberto cuenta que son inverificables porque eran secretas, como cuando habla de una encuesta sobre el apoyo a los tupamaros”, dice Muslera.

El propio Lessa es autor de otro de los prólogos, así como Marisa Bentancur, María Mendive y Gabriela Iribarren.

“El Pensador de Rodin observa el infierno y selecciona sobre lo que ve. Este símbolo lo tomó Jorge Scheck para transmitir, con humor e ironía, sus críticas a la dictadura y luego para comentar sucesos de la transición a la democracia. Me eligió para encarnar ese personaje. Entonces yo tenía un cuerpo que se podía mostrar desnudo. Creo que fue el primer desnudo integral en la historia de la TV nacional, tal vez fue el único. (…) El programa (Telecataplum) se emitía los martes de noche. Al otro día me saludaban por la calle, me tocaban bocinazos. Por otra parte, nunca volví a recibir tantas cartas con contenido erótico como entonces”. Capítulo 7, “Del concurso robado al éxito teatral”.

Por supuesto, está el actor y está la actuación. Quien espera saber de elencos, estrenos, proyectos y ensayos quedará también complacido. La memoria afectiva para los cuarentaypico se verá estimulada con la alusión a dos joyas televisivas del Uruguay de la transición democrática como Telecataplum y Los Tres, esta última una inmerecidamente olvidada producción de Canal 5 que lo tenía a él y a Alberto Arteaga y Alberto Mena como protagonistas.

China, Gusi y Jones en un cumpleaños de su esposa.

China, Gusi y Jones en un cumpleaños de su esposa.

También están su ingreso a la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD), de la que no egresó, sus primeras obras y su incursión temprana en una televisión uruguaya también joven, repasando éxitos y fracasos, en Uruguay y en el extranjero. Por supuesto no faltan detalles sobre Rompiendo códigos, al que califica como su mayor éxito teatral, y La memoria de Borges. Sus encuentros con Borges, quien lo subyugó más allá de la admiración del actor por Perón, están vívidamente contados. Por momentos, el libro es un verdadero homenaje al notable escritor argentino. Su admiración a China Zorrilla tiene también varios segmentos destacados; ese sentimiento tiene un componente familiar: una sobrina de China, Teresa Herrera, Gusi, se casó con Jones y es la madre de sus tres hijos. Desde que la conoció, Gusi y él llevan “juntos 21 años y separados 20 más”. Dice él y confirman sus allegados —como el actual coordinador del Instituto Nacional de Artes Escénicas, Álvaro Ahunchain— que su “vida sentimental y libertina daría para una novela”. Por ahora, al menos, esta faceta ocupa varios párrafos en varios capítulos.

Muslera dice que su biografiado es, más allá de sus distintas facetas y complejidades, “una ventana a la historia político-cultural de Uruguay en los últimos 80 años”. Más allá de su pasado tupamaro, Jones estuvo en el barco que trajo del exilio a Wilson Ferreira Aldunate el 16 de junio de 1984. El dirigente nacionalista es otro de sus admirados, de quien habla con más cariño que con ningún otro político de su partido. Fue a pedido suyo que entró en tareas directivas en la Comedia Nacional y el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, que al caer la dictadura estaba en manos coloradas. No son estos los años que el actor recuerde con cariño, más allá de que tuvo mucho trabajo y económicamente le fue muy bien.

“No voy a ver a la Comedia porque me hace mal. Ya sé que no tiene nada que ver, que es gente nueva. Incluso hasta el Solís es nuevo, la Zavala Muniz es nueva, la Sala Verdi también, pero yo voy ahí y para mí es la vieja Comedia Nacional. Las veces que he intentado ir, me levanto y me voy. Es la única etapa de mi vida que no he podido superar. La peor experiencia de mi vida no fue ni la cárcel, ni el exilio, ni todos esos momentos terribles. El peor momento de mi vida fue haber estado en la Comedia Nacional”. Capítulo 10, “Explosión laboral y crisis de familia”.

Particularmente fuertes son sus comentarios respecto a la interna teatral, y sobre cómo fue tratado por varios de sus colegas, en dos momentos fuertes de la historia. En los 70, luego de caer preso por su pertenencia a los tupamaros, fue visto como un paria; en los 80, ya en la Comedia Nacional, vio cómo algunos que “en la dictadura no se sabía qué eran, tenían certificado A”, de golpe se transformaban en militantes de “ultraizquierda” con reclamos y exigencias que él no entendía. Mordaces son también sus comentarios contra los prestigiosos métodos del Actors Studio neoyorquino o la idea del teatro como psicoterapia. Está muy claro que no le interesa caer simpático. Y también deja claro que, más allá de su talento, más allá del reconocimiento que sienten por él colegas, exalumnos y gente del teatro, no era un tipo de carácter fácil y —tan exigente consigo mismo como con los demás— no era fácil tenerlo como director o docente.

Apelando a Antonio Tabucchi en Sostiene Pereira, Muslera se encontró a un hombre que lleva adentro suyo “una confederación de almas”. Menos poético, Lessa describe a Roberto Jones en el prólogo como “un hombre múltiple”. Es “un tipo complejo, profundo, por momentos contradictorio, inteligente, trascendental y temperamental, sensible, intuitivo, polémico, versátil. Un hombre que atravesó distintas facetas de lo humano gracias a la actuación, pero que a la vez ha transitado por mundos múltiples en la vida”, resume la autora. Es un hombre, en todo caso, cuya vida sí merecía un libro.

El personaje, por ?su biógrafa

“Creo que Roberto es uno de los máximos actores uruguayos de la historia. Es un artista con la calidad interpretativa de los grandes. Él logra realmente desaparecer en el personaje y es por eso que quienes lo vieron en La memoria de Borges sintieron que se transformaba en Borges o quienes lo vieron en El Hombre Elefante sentían que veían la deformidad física a pesar de que no usaba apliques o maquillaje. Siempre se caracterizó por ser un actor con una energía arrolladora y con un gran dominio corporal. Estoy de acuerdo en lo que dicen muchos, cuando lo comparan con Robert De Niro, Al Pacino o Laurence Olivier, en el sentido de que si hubiese nacido en un país de habla inglesa seguramente hubiera llegado a ese nivel de trascendencia.

Creo que la particularidad de Roberto en el contexto uruguayo es que a su exitosa carrera teatral, que además también desarrolló en Argentina, donde actuó con figuras del país vecino, es que conjugó eso con un paso muy destacado por la televisión, en programas como Telecataplum y Plop y con personajes recordados hasta hoy como el Flaco Cleanto y El Pensador. A su vez, fundó escuelas de teatro y su condición de docente y también director de teatro y gestor cultural, con distintos cargos que tuvo, lo involucraron y lo hicieron protagonista de muchos aspectos vinculados al teatro.

Por otro lado, creo que algo que caracteriza a Roberto es su profundo misticismo y que su costado místico ha impregnado en gran parte sus personajes y su entendimiento sobre el arte dramático”.

Fernanda Muslera presenta Roberto Jones, una biografía escrita en primera persona