Seis chicas jóvenes se convierten en un fenómeno viral y también en objeto de burla cruel. Llevan ropas anacrónicas y tienen caras antiguas, como de vivir suspendidas en otra época. Tampoco parecen compartir los códigos culturales de la generación Z. En realidad, su inesperado éxito viene de canciones raras, caóticas y desconectadas cargadas de mensajes sobre la Virgen. Se llaman las Stella Maris y son, a trazo grueso, unas redomadas frikis. Sin embargo, cuando Enric (Roger Casamajor) descubre el videoclip del que todos se ríen, él se orina encima. Lo que ven sus ojos es una imagen que le provoca terror y le conecta a la fuerza con los fantasmas de su pasado.
Este es el punto de partida de ‘La Mesías’, la serie en la que Javier Calvo y Javier Ambrossi comenzaron a trabajar allá por 2020, mientras el público se enamoraba de ‘Veneno’. Tres años después, ya está disponible en Movistar Plus+ su nuevo salto de fe; una rara avis en cuanto a intenciones, ambición y ejecución, por la que sus creadores se han dejado, literalmente, la piel y que no tiene comparación con ninguna otra ficción española. “Ha sido un proceso muy largo de preproducción y luego de rodaje en dos bloques de 12 semanas cada uno”, hace balance Ambrossi. “Cada capítulo y cada escena eran un reto que además ha tenido una complicación añadida: Javi y yo hemos dirigido y escrito todos los capítulos, hemos liderado todos los departamentos y producido independientemente. Es nuestra primera gran producción“.
Después de las triunfales ‘Paquita Salas’ y ‘Veneno’, las expectativas respecto a su siguiente paso eran muy altas. Eso, sumado a la magnitud de un proyecto con centenares de actores, localizaciones en exterior además del siempre complicado trabajo con niños, se tradujo en cierta presión: “Al principio a mí se me hizo muy difícil”, continúa Ambrossi. “Volvía tras el primer día y pensaba: se me ha olvidado dirigir, no le tengo pillado el tono. Y luego me consolaba: es normal, sé compasivo contigo… Pero es que para lo que hacemos nosotros no hay una guía, ni de estilo ni de tono. Y esa no-guía hace que a veces te asustes y pienses que no estás a la altura. Luego ocurre. Cuando llevas tantas semanas liderando un proyecto, llega un momento, como a la mitad, en el que dices: lo sé, esta es la serie que estoy haciendo, confiad en mí. Calvo se muestra más que satisfecho a ficción terminada: Siento que en cada proyecto conseguimos que el resultado final sea cada vez más el que habíamos soñado. Cuanta más destreza y medios, más opciones tienes de conseguirlo. Esta serie ha sido un esfuerzo sobrehumano, pero definitivamente sí se parece a lo que quería”.
DE CREENCIAS, ENCIERROS Y MUSICALES
“Esta obsesión con la fe me viene precisamente por mi no espiritualidad y, al mismo tiempo, por la necesidad detenerla. Me gustaría creer en algo porque la nada me aterra“, afirma Javier Calvo. ‘La Mesías’ que da título a la serie es Montse –interpretada según el avance de los años por Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi–, una madre tan joven como perdida en la vida que acaba encontrando en la fe una tabla de salvación desesperada, por culpa de la cual arrastra a sus hijos a un infierno. “Más que de la fe en Dios, trata de lo que se genera alrededor de una creencia. No habla de religión ni de cristianismo, sino de una mujer que se cree que conecta con Dios porque es el único capaz de verla como es; de unos niños que tienen una película que convierten en su biblia, y de unas personas que creen ciegamente en los extraterrestres… Habla de cómo la creencia, en general, llena el vacío”.
Y para lograr esa visión poliédrica de la fe, se documentaron bien. “Nos fuimos a vivir al Hotel Bruc (situado frente al macizo de Montserrat y que se retrata en la historia) noches y noches, conociendo a la gente que va allí (muchos de ellos salen en la serie)”, recuerda Ambrossi sobre este lugar de peregrinaje para los creyentes en las abducciones alienígenas y también para los que afirman que allí se aparece la Virgen. “Trabajamos con una investigadora”, dice Calvo, “que nos trajo documentación sobre familias que habían crecido encerradas y sobre cómo el arte o la religión eran dos puntos comunes a todas. Como por ejemplo, ‘The Wolfpack’, que hacían las películas de Quentin Tarantino; los hermanos Turpin, o The Shaggs, cuyo padre las encerró en un sótano lleno de instrumentos porque, según él, Dios le había dicho que tenían que hacer una banda de rock”.
Junto a esos casos hay otro nacional, Flos Mariae, quizás la referencia visual más clara para crear al grupo musical de su serie, aunque insisten en que no están contando su historia: “Nos fascinan, pero decidimos que lo que hacían ellas era insuperable. Lo que contamos nosotros es algo aparte y a nuestra manera“.
VIVENCIAS PROPIAS Y DESARRAIGO ‘QUEER’
“También hemos ahondado en nuestras propias historias”, reconoce Ambrossi. “En los primeros capítulos hay escenas vividas por nosotros“. En estos, asistimos a la dura infancia de Enric e Irene (interpretados por los niños Bruno Núñez y Carla Moral, después por Biel Rossell Pelfort y Roger Casamajor, y por Irene Balmes y Macarena García) con una madre poco responsable. “Cuando mi madre me tuvo tenía 17 años y mi padre, 18. Vivía en una casa de adolescentes y eso está, por ejemplo, en lo de levantarte por la noche y que haya una fiesta en el salón o en ese punto de la madre pibón. La mía estudiaba Derecho conmigo en brazos”. No es lo único que ha plasmado de su infancia. “También está mi relación con la religión”, continúa Ambrossi, “educado en un cole del Opus Dei, que es muy cargante y te deja un sentimiento de vergüenza de ti mismo. Aún conservo unos pensamientos tóxicos hacia mí alucinantes“.
“La serie, a pesar de no tener tantos personajes LGTBI, sí tiene algo de un espíritu queer“, expone Calvo. “Habla de irse de casa y de abandonar esos muros para vivir una vida que está fuera. En eso yo me siento identificado”. Ambrossi añade: “Y luego, cuando te vas, el desarraigo es brutal. Las personas LGTBI arrastran eso. Somos un colectivo que muchas veces se tiene que ir y luego volver es dificilísimo. En la serie también hay alegorías sobre hacer terapia. Enric o Irene la hacen a su manera. A veces, para enfrentarse al trauma hay que ser bruto y encararlo de frente. Pero otras es todo mucho más sutil, hay que ir lento para dejar que poquito apoco entren otras personas… Para mí, la piedra angular es haber hecho una serie sobre hermanos con mi hermana. Es lo más personal. Cuando veo cómo ha utilizado sus dolores y sus conflictos, me resulta brutal”.
DE LA UNIÓN AL ÉXITO
A pesar de haber trabajado puntualmente en dos unidades, Javier Calvo y Javier Ambrossi son conscientes de que el secreto de su éxito está en la alquimia que surge de la unión de sus fuerzas creativas, en la que cada uno aporta algo distinto. “Yo estoy muy en lo micro y él en lo macro”, explica Calvo. “Me preocupo mucho por la canción exacta que suena en el momento en el que alguien dice algo y él piensa más en que todo tenga una coherencia en el global. De alguna manera, yo estoy muy con las piezas y él está muy con el puzle”.
Han llegado, además, a un punto de entendimiento y respeto mutuo donde apenas hay fricción: “La había cuando todavía las piezas no estaban colocadas. En ‘La Llamada’ estábamos muy contentos, luego en medio de ‘Paquita Salas’, en la temporada 2, hubo más fricción mientras veíamos a quién se le daba mejor qué. Nos dimos cuenta de que lo mejor era no competir y que cada uno brillara en lo suyo y los dos juntos. Yo sé que si Javi me está diciendo algo en lo que él sabe hacer, tiene razón”. Aunque Ambrossi reconoce: “Es un equilibrio difícil entre aceptar quién eres y dejar espacio al otro para que crezca. Pero estamos en un momento muy bueno”.
Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y ‘Chicago’ me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, “me tenían que dar una subvención por la alegría”.