ABEL PINTOS ES TAMBIÉN PRODUCTOR RURAL

Es sábado de madrugada y se lo ve arriba del escenario de Jesús María. Disfruta del canto, de la música, del contacto con decenas de miles de personas extasiadas con su voz. Toda su atención puesta allí, como si nada más existiera en el mundo.

Apenas 12 horas después, el día es el mismo -aún es sábado 7 de enero-, pero Abel Pintos se mueve en otro lugar. Entre nogales de pecan y plantines de citrus, con el verde de los pastizales matizado por frondosos bosques de eucaliptos, y en el horizonte una puesta de sol soñada. Está en el Vivero “Santa María”, en La Criolla, Departamento Concordia, provincia de Entre Ríos.

Pero lo más sorprendente no es este desplazamiento de 700 kilómetros en tan pocas horas. Lo que impacta de verdad es que en ambos lugares Abel Pintos es indudablemente el mismo. Auténticamente él.

En ambos contextos, el disfrute, la manera de relacionarse con la realidad, es similar. Apasionado, pregunta sobre cada detalle de esos pequeños árboles de nueces pecan que imagina creciendo en un campo de Mercedes, provincia de Buenos Aires, donde ha invertido junto a dos amigos para producir en sintonía con el ambiente, “devolviéndole oxígeno al planeta”. Está atento a todo y a todos. Como si no existiera el reloj, recibe a El Entre Ríos enfocado en cada pregunta.

A diferencia de tantas vidas fragmentadas devoradas por el stress, en Abel hay una sensibilidad especial, algo así como una espiritualidad, que lo aglutina todo: la música, la familia, sus amigos y los emprendimientos productivos.



No es casualidad que este “pájaro cantor” que expresa la certeza de un amor de “cien años”, a la hora de producir apuesta por árboles destinados a traspasar en pie la centuria. No busca la ganancia rápida del especulador. Más bien se entusiasma con procesos perdurables, al ritmo de la naturaleza y en armonía con ella.

Es difícil de explicar, pero basta escucharlo para intuir que para Abel todo en el universo está conectado. “No hacemos nada que no sintamos”, desliza, en referencia al grupo de amigos de Plan Divino, el nombre de fantasía del emprendimiento conjunto. Es más, hasta la entrevista en sí, el fluir del diálogo, parece escaparle a la esclavitud del reloj y suspenderse en el tiempo. Como si para él nada fuera un “trámite”. Como si todos fueran “encuentros”.

Alude a cada compromiso con afecto. Se entusiasma con el crecimiento de la Fiesta del Pescado y el Vino en Gualeguaychú, adonde cantó este domingo. Se asombra de que justo 25 años después de su primer Cosquín, cuando apenas tenía 14 años, en este 2023 haya sido elegido para cerrar el más importante festival del folklore argentino.

Como al pasar, le recordamos tantos años de presencia en la Fiesta Nacional de la Artesanía en Colón y enseguida se apura en aclarar que si no ha podido estar ha sido sólo por una cuestión de agenda y que le encantaría volver.



Se hace noche y en el entorno se prepara todo para la cena. Abel toma por primera vez el teléfono celular y se aleja del grupo, quizá para hablar con su esposa y con sus hijos, a los que menciona con frecuencia.

Para El Entre Ríos lo que acaba de acontecer no ha sido una entrevista periodística más. Y por eso, será muy difícil de olvidar. Transcurrirá con una particular extensión, por lo que bien vale hacer propia la cita que Abel realizó del libro que relee por tercera vez: “La Montaña Mágica”, de Thomas Mann.

“Él arranca diciendo que la historia de Hans Carstorp, que es el protagonista, la contará con lujo de detalles. Se da cuenta que está haciendo un libro larguísimo, de 1000 páginas. Incita al lector a saber que es posible que el libro te lleve 7 días ó 7 años. Tomatelo con calma, te dice el tipo, porque acá te voy a contar todo con lujo de detalles. Si estás dispuesto, entrá”, animó.

Y esa es la invitación del propio Abel, a repasar lo que irá diciendo sobre sus socios, a los que definirá antes como “familia” (en referencia a Jorge Quinteros, su manager, y el empresario Marcelo González, presidente de CNN Radio Argentina), a ahondar en los motivos que lo llevaron a vincularse con La Criolla, Departamento Concordia, Entre Ríos, y más precisamente con el vivero “Santa María”, que produce plantines de nogal y citrus.



Pero lo más sorprendente no es este desplazamiento de 700 kilómetros en tan pocas horas. Lo que impacta de verdad es que en ambos lugares Abel Pintos es indudablemente el mismo. Auténticamente él.En ambos contextos, el disfrute, la manera de relacionarse con la realidad, es similar. Apasionado, pregunta sobre cada detalle de esos pequeños árboles de nueces pecan que imagina creciendo en un campo de Mercedes, provincia de Buenos Aires, donde ha invertido junto a dos amigos para producir en sintonía con el ambiente, “devolviéndole oxígeno al planeta”. Está atento a todo y a todos. Como si no existiera el reloj, recibe a El Entre Ríos enfocado en cada pregunta.

A diferencia de tantas vidas fragmentadas devoradas por el stress, en Abel hay una sensibilidad especial, algo así como una espiritualidad, que lo aglutina todo: la música, la familia, sus amigos y los emprendimientos productivos.

No es casualidad que este “pájaro cantor” que expresa la certeza de un amor de “cien años”, a la hora de producir apuesta por árboles destinados a traspasar en pie la centuria. No busca la ganancia rápida del especulador. Más bien se entusiasma con procesos perdurables, al ritmo de la naturaleza y en armonía con ella.



Es difícil de explicar, pero basta escucharlo para intuir que para Abel todo en el universo está conectado. “No hacemos nada que no sintamos”, desliza, en referencia al grupo de amigos de Plan Divino, el nombre de fantasía del emprendimiento conjunto. Es más, hasta la entrevista en sí, el fluir del diálogo, parece escaparle a la esclavitud del reloj y suspenderse en el tiempo. Como si para él nada fuera un “trámite”. Como si todos fueran “encuentros”.

Alude a cada compromiso con afecto. Se entusiasma con el crecimiento de la Fiesta del Pescado y el Vino en Gualeguaychú, adonde cantó este domingo. Se asombra de que justo 25 años después de su primer Cosquín, cuando apenas tenía 14 años, en este 2023 haya sido elegido para cerrar el más importante festival del folklore argentino.

Como al pasar, le recordamos tantos años de presencia en la Fiesta Nacional de la Artesanía en Colón y enseguida se apura en aclarar que si no ha podido estar ha sido sólo por una cuestión de agenda y que le encantaría volver.

Se hace noche y en el entorno se prepara todo para la cena. Abel toma por primera vez el teléfono celular y se aleja del grupo, quizá para hablar con su esposa y con sus hijos, a los que menciona con frecuencia.



Para El Entre Ríos lo que acaba de acontecer no ha sido una entrevista periodística más. Y por eso, será muy difícil de olvidar. Transcurrirá con una particular extensión, por lo que bien vale hacer propia la cita que Abel realizó del libro que relee por tercera vez: “La Montaña Mágica”, de Thomas Mann. “Él arranca diciendo que la historia de Hans Carstorp, que es el protagonista, la contará con lujo de detalles. Se da cuenta que está haciendo un libro larguísimo, de 1000 páginas. Incita al lector a saber que es posible que el libro te lleve 7 días ó 7 años. Tomatelo con calma, te dice el tipo, porque acá te voy a contar todo con lujo de detalles. Si estás dispuesto, entrá”, animó.

Y esa es la invitación del propio Abel, a repasar lo que irá diciendo sobre sus socios, a los que definirá antes como “familia” (en referencia a Jorge Quinteros, su manager, y el empresario Marcelo González, presidente de CNN Radio Argentina), a ahondar en los motivos que lo llevaron a vincularse con La Criolla, Departamento Concordia, Entre Ríos, y más precisamente con el vivero “Santa María”, que produce plantines de nogal y citrus.

“La literatura me ha formado mucho en tratar de entender el mecanismo de las cosas más allá de disfrutar de los resultados”, definió el artista en un tramo del diálogo con El Entre Ríos, mantenido en las instalaciones del vivero que nació del esfuerzo de Juan Pablo Pellichero en el invierno de 1946, y hoy es conducido por la cuarta generación de la misma familia, con Carlos Alberto Pellichero a la cabeza.

Un “Plan Divino” con la nuez pecán

¿Qué hace Abel Pintos acá, en el vivero “Santa María”, en las entrañas del Departamento Concordia, en tierras entrerrianas?



-Un poco me lo pregunto yo también pero con mucho gusto. Son de las cosas que más disfruto de esta vida que me ha sido permitido experimentar. De andar muchos caminos, conocer mucha gente y también de que se puedan ir abriendo puertas y generando sueños que uno ni siquiera se espera o que no veía tan cercano.

A toda esta gente la hemos conocido, no te digo de forma casual porque es difícil ahora, en este momento, pensar que existen las casualidades.Nos empezamos a conocer y encontramos muchos puntos en común, sueños en común y visiones en común. Entonces, estoy acá conociéndolo a ellos y ellos conociéndome a mí.

-Te vimos en Jesús María y ahora acá entre las plantaciones de pecán y te vemos disfrutar. Recién mencionabas a personas con la que tenés una amistad y encarás algo juntos. Es como si la base de todo lo que emprendieras fueran los encuentros, en todos los planos de la vida. Hay un Abel que quizás mucha gente no conoce, que se preocupa por el ambiente y está pensando en inversiones como la nuez pecán.

¿Cómo son esos otros planos de Abel Pintos?
-Me parece muy acertado el término del encuentro, porque todo esto nace de un primer encuentro de mis dos socios y yo. Somos familia. Marcelo, Jorge y yo hace más de 20 años que nos conocemos. Jorge y yo hace 25 años que trabajamos juntos, él es mi manager. Amén de conocernos desde hace tanto tiempo, dejamos que un poco las aguas nos vayan llevando al punto de confluencia de reunirnos los 3 desde lo que cada uno hace y empezar a trabajar juntos.



Cuando creamos “Plan Divino”, que es nuestra productora, curiosamente en lugar de comenzar por una gira, por un show, empezamos por otro montón de caminos que nada tienen que ver o no tienen que ver directamente. El primero fue este de la nuez pecán, un sueño compartido. Marcelo nos comenta algo que había escuchado, que había conocido, visto. Fuimos a ver un campo, nos maravillamos y nos empezamos a meter en un mundo que nos pareció espectacular y nos dio una visión, nos hizo descubrir que teníamos una visión que no estábamos alimentando, porque no la teníamos presente en nuestra cabeza. Sí, en nuestro corazón.

Al final hoy “Plan Divino”es campo, teatro, música y producciones. Y arrancó por este sueño de la nuez pecán. Ahí fue que apareció toda esta familia. La productora se llama “Plan Divino” porque realmente consideramos que fuimos parte de un plan divino al unirnos en un momento indicado de la vida. Creemos y confiamos mucho en el tiempo de ese plan divino general. De esa manera vamos conociendo un montón de gente que se va acercando a colaborar con nosotros y enseñarnos. Hoy estamos acá, aprendiendo.

La referencia fue a la recorrida que realizó por el vivero “Santa María”, el más grande de nogales pecán a campo abierto de la Argentina. Estuvo acompañado por uno de los integrantes del vivero, Juan Pablo Passini, el concordiense que se desempeña además como secretario del Cluster del Pecán y presidente del Consejo Local Asesor de INTA. También, estuvo a su lado el ingeniero agrónomo Fernando Lapolla, el especialista en frutales que asesora a los integrantes de “Plan Divino”.

Abel Pintos busca dejar un legado como visión de vida



Apostás a iniciativas que pueden dar sus frutos en el mediano plazo. Tiene un parecido a la carrera del artista que va haciendo su camino hasta que llega la ocasión de que se abre una puerta más grande. Hay que tener paciencia.

¿Encontrás ese gusto en el saber que hay que esperar?
-Sí, nosotros somos eso, la verdad. Los tres que formamos “Plan Divino”, y que encabezamos porque después hay un montón de gente trabajando con nosotros, entendemos lo que hacemos como un modo y un plan de vida: para nosotros, nuestros hijos y ojalá nuestros nietos. Entonces, no tenemos la ansiedad de que las cosas sucedan hoy. De hecho creo que al final nos termina atrayendo todo lo que no sucede inmediatamente y tiene un tiempo.

Los 3 nos encontramos con este timming de hoy, lo hacemos porque disfrutamos de hacerlo, amamos hacerlo. Lo hacemos con una visión, pero tenemos presente que tal vez no lo veamos. Ya está el pulso y por eso vamos buscando y confiando en que el tiempo y este plan divino nos vaya reuniendo con gente que se encargue de perpetuar eso también.

Hoy estamos acá conversando con esta familia que tiene un planteamiento de 4 generaciones y esa es nuestra filosofía de vida en varios órdenes, independientemente de que después nuestros hijos continúen o no con el legado. Para nosotros dejar una huella en sus caminos, una herramienta y una oportunidad de creatividad, de conexión con las cosas vitales como la naturaleza, el arte, son cosas que nos alimentaron y nos hacen mucho bien. Disfrutamos.



De acá, del Vivero “Santa María”, salen las plantas de nuez pecán hacia Mercedes, provincia de Buenos Aires. ¿Ahí está el emprendimiento principal de Plan Divino Abel?

-Sí, ahí fue donde adquirimos nuestras primeras tierras y hace poquito pudimos expandir un poco más para tener más producción. Esa va a ser por siempre nuestra base. De hecho estamos construyendo nuestro lugar ahí para tener nuestro espacio, ir con nuestra familia, para pasar tiempo, alimentarlo espiritual y energéticamente al lugar. No es una cuestión únicamente de inversión, es una experiencia.

No nos aliamos con grupos ni con empresas, ni con personas con las que nosotros no vivamos. ¿Se entiende? Si nosotros tenemos un arreglo con una empresa que hace tales vehículos es porque estamos de acuerdo con tales vehículos, nos sentimos cómodos y los utilizamos día a día.

Estamos creando nuestro lugar en Mercedes para ir. Por eso también estoy acá. En mi día de descanso me vengo hasta acá a seguir conociendo a la gente y a aprender lo que voy a estar haciendo directa o indirectamente en este nuevo camino, en este nuevo sueño ahí en Mercedes. El pueblo nos ha recibido de una manera emocionante. La gente se acerca hasta nuestro campo, nos deja notas, nos deja su número de teléfono por cualquier cosa que necesitemos. Todo el mundo, espectacular. Esa será nuestra base. Ahora,¡¿a dónde vaya esto?!, no tenemos idea.

En esa pata agrícola de “Plan divino”, hay un proyecto. ¿Podés ampliarlo un poco más?



-Cuando conocimos de la planta pecán nos dimos cuenta de que nos daba la oportunidad de introducirnos en un mundo que nos interesaba mucho como es el de la agricultura pero además nos permitía desarrollarnos en otros asuntos que nos preocupan y nos ocupan y tienen que ver con el cuidado del medio ambiente. Aportar un grano de arena un poco a que vaya disminuyendo la huella de contaminación que todos alimentamos a diario.

Hoy en día, salirse de esa rueda es muy difícil pero nuestra intención es poder hacer algo que vaya compensando parte de este accionar que tenemos todos y nos dimos cuenta de que cuando sembrás la planta de pecán estás sembrando un bosque. De repente, en lugar de irnos a regiones que a lo mejor son más fértiles o que sea más sencillo que crezca, vayamos para otro lado donde se puede generar un recambio.

Tenemos el desafío de que otras personas se contagien con una idea, de que se den cuenta de que con un poquito más de paciencia se pueden hacer cosas iguales de productivas que otras que a lo mejor son un poco más dañinas, aunque hay gente que trabaja con mucha responsabilidad.

Entonces, reconvertimos. Fuimos a un campo que durante muchos años había sido trabajado por la soja. Este hombre había trabajado con muchísima responsabilidad, así que el suelo estaba en perfectas condiciones porque también hay muchos fantasmas alrededor de la soja. Si querés destruir, vas a destruir, pero si querés cuidar, vas a cuidar. Esta gente había cuidado muy bien, de hecho empezamos a sembrar, ya estamos trabajando y está perfectamente bien.



Lo vamos trabajando de a poquito porque queremos que esto tenga un movimiento lo más sustentable posible desde el inicio. Ahora mismo, tenemos a nuestro ingeniero de confianza, que es Fernando, que nos va explicando todo, nos va guiando en el camino. La intención es poder utilizar la menor cantidad de agroquímicos posibles. Entendemos que hay cosas que hay que utilizar, pero entendemos que puede haber un equilibrio y no pasarse de rosca.

No tenemos la expectativa de vivir de esto en el sentido de sostener nuestras economías. Lo que buscamos es que nos dé vida en cuestión de calidad de vida. De poder sentir que dejamos un legado, de que transformamos un lugar, de que aportamos al crecimiento de una zona y dimos una mano en el cuidado de la naturaleza.

-¿Cuando vos revisás tu vida, tu vocación, se circunscribe a la música o, en realidad, estas son otras facetas que también expresan tu yo?

-Eso lo estoy descubriendo, la verdad. Por eso insisto en esto de estar acá en un día de descanso queriendo aprender más, porque lo estoy descubriendo y tengo ese hambre. No traigo esta búsqueda de hace muchos años,tiene muy poco tiempo y me doy cuenta de que es algo que me apasiona. Hacemos únicamente lo que nos apasiona.

Hace unos días lo venía pensando, la última vez que estuve en Mercedes llevamos unos caballos que nos regalaron unos amigos queridos. Cuando los estoy viendo andar digo:claro, yo desde chico siempre tuve la ilusión de tener un campo. Pero era una de esas ilusiones tan poco alimentadas… Jamás tuve la expectativa de tener un campo pero, sin embargo, siempre tuve la ilusión de tenerlo…



Jesús María, Gualeguaychú y Cosquín

-¿Ir a la Fiesta del Pescado y el Vino Entrerriano en Gualeguaychú qué significa para vos?

-Es una fiesta que admiro mucho, verdaderamente. La admiro por cómo han crecido desde la producción, la logística, el tamaño de lo que hoy es la fiesta. Eso es fruto del trabajo por la gente que ha apostado, año tras año, y se ha encargado de difundirla. Además, la admiro porque tiene un público local, aunque recibe gente de muchos lugares, que hace sentir el orgullo y el amor por su propia fiesta. Este festival ha logrado una inmediata identidad con su propia gente y eso me parece admirable. Disfruto mucho estar ahí.

-Este año cerrás Cosquín, otro grato desafío.

-Yo caí tarde de eso. La primera vez que me lo dijeron lo tomé liviano, porque pensaba que era una cuestión de agenda. Cuando me di cuenta dije: pucha, ¡quéprivilegio! Es la primera vez que cierro. Este año se cumplen 25 años de la primera vez que canté en Cosquín.
Es la primera vez que estuve en la apertura de Jesús María, una noche también muy simbólica, porque el Festival tiene que apostar a algo que realmente crean, porque normalmente las primeras noches son las que hay que entrar en calor, la gente está llegando, hay que ajustar cosas. Sin embargo, fue un éxito tremendo para ser la primera noche, así que muy agradecido. También un privilegio el poder estar en la misma noche que Jairo, que para mí es uno de mis grandes maestros y lo quiero tanto, tanto, como persona además de como artista.

Por otro lado voy a tener el cierre de Cosquín, en este tiempo de cumplir 25 años, de hacer un repaso inevitable mental y emocionalmente por todo lo recorrido. Son dos noches que van a ser un hito en mi carrera.



Fuente: Osvaldo Bodean y Guillermo Acosta – El Entre Ríos.

ABEL PINTOS ES TAMBIÉN PRODUCTOR RURAL