Javier Salinas: “La espiritualidad es un gran cortocircuito: te dice que cuanto menos piensas más feliz eres”


  • Entrevista al autor Javier Salinas sobre su último libro, ‘Cómo ser infeliz de una vez por todas’


  • Salinas comparte con NIUS su propia historia personal de transformación que le llevó a dejar de escribir novelas para dedicarse a escribir sobre espiritualidad y meditación


  • “Cuando te levantas y te acuestas con cierta serenidad, estás alineado con lo que tienes que hacer” y “cuando estás en el camino, es el camino el que te lleva”, afirma

En la editorial pensaron que el escritor Javier Salinas estaba gastándoles una broma cuando recibieron el borrador de su primer libro sobre meditación. Por entonces Salinas ya era un autor de novelas con cierta reputación y él era consciente de que, al dar ese golpe de timón, podía estar echando por tierra su carrera literaria. “Todo el mundo pensó que Javier Salinas se había vuelto loco. Era como si un carnicero de repente se pone a divulgar las virtudes del brócoli”, explica el escritor. Aun así, él persistió. 

De eso hace bastantes años ya. Hoy día, Javier Salinas es más conocido por sus contribuciones literarias al género de la espiritualidad, la expansión de la conciencia y el crecimiento personal que a las novelas. Es lo que tiene pasar de ver el mundo con un angular muy pequeñito a verlo con un gran angular: que no hay vuelta atrás.

En su último libro, Cómo ser infeliz de una vez por todas (Luciérnaga 2022), Salinas ironiza sobre cómo la cultura de la felicidad se ha convertido en una auténtica locura porque en el fondo está diseñada para dejarnos siempre insatisfechos y con ganas de más. Siempre parece faltarnos algo en la sociedad de la escasez. “Una de las ideas de este libro, pues, es la de mejorar nuestro nivel de conciencia para que nos demos cuenta de que vivimos en un sistema que nos quiere escasos para poder vendernos cosas para tatar de llenar esa escasez”, apunta Salinas en el prólogo de su último libro.

Cómo ser infeliz de una vez por todas abrió los ojos incluso a su propia madre, me cuenta Javier Salinas: una mujer tradicional y católica. “Me doy cuenta de qué cerrada estoy”, le dijo ella después de leer el libro. “Esto es lo que ocurre cuando alguien lee algo que atenta contra todo su sistema de creencias y se da cuenta de que hay un mundo de ideas infinito fuera de su pequeño jardín de creencias. Eso es lo bonito de estos libros; que nos retan a salir de nuestro pequeño jardincillo y ver qué pasa”, explica el autor. 

Yo llevaba 30 años mirando hacia fuera y, si algo me pasaba, la culpa siempre era de los demás…un poco como un niño, que siempre está buscando culpables o que otros le solucionen las cosas (Javier Salinas, escritor)

Pregunta: Muchas de las personas que escribís y divulgáis sobre estos temas de espiritualidad y desarrollo personal, tenéis vuestra propia historia de transformación personal detrás… ¿cuál es la tuya, Javier?

Repuesta: En mi caso, tuve dos separaciones sentimentales. Cuando terminó una, pensé que poniendo otra iba a solucionar las cosas hasta que, cuando terminó la segunda, ya me di cuenta de que ya no podía seguir repitiendo; que ya no iba a ser cuestión de la tercera, ni de la cuarta, ni la quinta; que el mundo exterior, tal y como yo lo concebía no me lo iba a resolver y que tenía que echar la mirada hacia dentro. Y entonces comencé a hacer yoga y a meditar y fue algo muy fuerte. Era algo que realmente yo había ignorado por completo y que no sabía que tenía. Al principio te dicen eso de “mira hacia dentro” y tú dices, “pero dentro no hay nada, ¿no?”. Claro, dentro no hay nada porque está cerrado, porque no tenemos activado el botón de on y de off. Pero la bondad que tenemos es un reflejo de esa espiritualidad, de lo que realmente somos, lo que pasa es está muy cerrado por todas las cosas que pasan alrededor. La primera vez que medité me preguntaron que qué tal me había ido y yo dije que horrible. La profesora me preguntó que por qué y le dije que porque había visto un montón de cosas que no me gustaban en absoluto. Igual yo llevaba 30 años mirando hacia fuera y, si algo me pasaba, la culpa siempre era de los demás…un poco como un niño, que siempre está buscando culpables o que otros le solucionen las cosas.

P: ¿A partir de entonces empezaste a hacerte responsable de tu vida y a cambiar tu manera de vivir?

R: Eso me hizo parar y empezar a construirme de cero bajo mi propia responsabilidad; dejar de ser un niño y decir, “a ver: ¿qué me está haciendo daño?, ¿qué me está haciendo feliz?” Empezar a cultivar facetas: las facetas que yo quería ver crecer en mi vida y muchas otras ideas que, aunque yo ya las había leído, lo había hecho desde una manera intelectual para conocer el taoísmo, el sufismo o el budismo. Yo ya había leído todo, pero no había comprendido que eso no era para aprender o para memorizar, sino para integrarlo en la vida. Ese fue como el camino. Creo que si yo pudiera haber evitado el sufrimiento lo habría evitado, pero al final habría sido más infeliz en el sentido de que gracias a que yo estuve en el otro lado, luego pude entender. Hay mucha gente que aún está en ese lado y que vive con una percepción del mundo muy pequeñita, con el angular de la cámara de fotos muy cerradito y solo viendo una parte del camino y, de repente, al abrir el angular, yo vi el universo entero y dije ¡guau! Y una vez que has visto algo, pues ya no puedes volver a vivir como vivías antes. Una vez que sabes que la vida es mucho más amplia y hermosa de lo que uno concebía antes, pues ya no puedes volver, no hay vuelta atrás.

A veces sientes ese vacío porque no eres capaz de alinearte con tu corazón o con tu camino (Javier Salinas, escritor)

P: ¿Por eso decidiste dejar de escribir novelas y escribir sobre espiritualidad?

R: Me pegué un buen tiro en el pie en mi carrera literaria por pasar de escribir novelas y ser un autor con cierta reputación literaria a escribir libros sobre meditación. Cuando terminé el primero se lo mandé a mi agente en Barcelona y mi agente no me respondía. Al cabo de unas semanas le escribí a ver si lo había recibido y leído y me dijo que sí, pero me dijo que no lo había entendido y que si se trataba de una broma, que si era una parodia sobre estos libros. Le dije que no, que era un libro sobre espiritualidad. Claro, me dijo que no sabía qué hacer con ello porque te tienen como en una especie de mercado donde te pueden poner. Todo el mundo pensó que Javier Salinas se había vuelto loco. Era como si un carnicero de repente se pone a divulgar las virtudes del brócoli. 

P: ¿Por qué crees que ocurre tanto esto? Personas que tienen esa toma de conciencia y, en vez de guardárselo para ellas, para su intimidad, deciden expandirlo…

R: Creo que unos se lo toman de una manera íntima y otros, según la función que tengan o su manera de ser, les da por ser más divulgadores. Está el monje que se queda en un monasterio rezando o el monje al que mandan a Nueva York a fundar algo y a fundirse en el mundo. Creo que cada uno tiene su parte en el engranaje y quizás cada uno somos ‘utilizados’ en el mundo de alguna manera más allá de lo que nosotros pensamos que hacemos en el mundo. Cada uno tiene que buscar la manera de estar en su propio camino y el camino te lleva: esto es el Dharma. Es tu Dharma el que te lleva cuando tú encuentras lo que realmente has venido a hacer en el mundo, no lo que uno pensaba o quisiera hacer en el mundo. Cuando estás en el camino, es el camino el que te lleva. ¿Cómo saber cuál es tu camino? Pues si te hace feliz, porque eso significa que tu energía está alineada con lo que tú tienes que hacer. Si tú, en tu vida, pese a las dificultades que tenemos todos, te levantas y te acuestas con cierta serenidad, es que estás alineado con lo que tienes que hacer. Todos conocemos a muchísima gente que está fuera de esto. Eso es lo que hablamos del ‘formateado’ en masa de la gente, donde todos están llevados por un mismo camino que no es el suyo: eso es muy problemático.

P: Ya que sacas este tema de la importancia de vivir en coherencia con uno mismo, ¿crees que el hecho de vivir ‘formateados’ por el sistema es una de las causas de tanta infelicidad y desafección actualmente en el mundo?

R: Es una falta de alineación con tu energética, con lo que te ha tocado vivir. En el amor, la metáfora sería como cuando uno siente algo en el amor, cuando quieres o amas a alguien y, de repente, te obligasen a casarte con alguien distinto pero tu corazón siempre ha estado queriendo a otra persona. Es como que internamente serías una persona destruida porque estarías sufriendo todos los días pensando, “ay no, yo es que a quien amo realmente es a esa otra persona”. Y cada día estarías con un dolor o una pena muy grande porque no estás siguiendo los deseos internos de tu corazón. En el sentido vital un poco más amplio, esto significa que a veces estamos persiguiendo algo por unas cuestiones racionales que nos han dicho, cuando nuestro amor sería hacer otra cosa o vivir de otra manera y no lo hacemos. Y eso acaba siendo una tragedia; tragedias íntimas de levantarse todos los días y acostarse todos los días y vivir todos los días de una manera muy penosa, muy ingrata. A veces sientes ese vacío porque no eres capaz de alinearte con tu corazón o con tu camino.

El arte es como la espiritualidad profana. A veces leemos un libro, vamos a un concierto y la gente cree en el arte o en el cine, pero tampoco sirve. Puedes decir: “Bach me gusta mucho”, pero Bach no te saca del hoyo (Javier Salinas, escritor)

P: Tu libro, Cómo ser infeliz de una vez por todas está escrito con mucha ironía; un estilo que choca mucho con el típico estilo de los libros de crecimiento personal…

R: Por eso trato de jugar un poco con el humor. La óptica del libro es que la felicidad es un derecho, no es una obligación, no es algo que además tienes que ser, sino que tienes el derecho. El ser humano tiene esa posibilidad de la dicha, del gozo interior; no es algo que unos puedan tener y otros no. Me gusta a veces decir que es algo que viene dentro de nuestro hardware, de nuestro sistema operativo, tenemos esa capacidad para ser felices, dichosos, no es que te tengas que comprar un programa o una app de meditación, no, ya viene en el hardware, no es el software. Y entonces, en el libro, lo que hago es darle la opción al lector como público adulto de: “puedes hacer esto o no” dando las dos oportunidades. Puedes hacer esto, ¿que te va mal?, entonces puedes hacer esto otro. Esto es lo bonito de vivir y del camino de crecimiento personal, que lo puedes hacer o no hacer, ¿que quieres seguir siendo infeliz toda tu vida y repitiendo patrones que te hacen un infeliz y un amargado? Pues adelante. ¿Que quieres hacer algún tipo de cambio que te va a ir mejor y que lo puedes ir probando y hacerlo a tu manera?, pues también existe esa posibilidad. Y de ahí el acercamiento humorístico, con un poco de retranca hacia el lector, apelando a la inteligencia del lector, no tratando al lector como “a ver…lo que tienes que hacer hoy es tener pensamientos positivos”. Eso es un poco absurdo.

P: Los seres humanos, dices, tenemos en nuestro hardware el anhelo de una vida plena, más espiritual que material. ¿Pero no es muy difícil encontrar espacios para esto en nuestra sociedad moderna tan materialista?

R: En un sentido más profundo es un ansia de plenitud de vivir, de no estar siempre con una carencia, con un vacío dentro. Antes, de alguna manera llenaba ese espacio la religión. Tenías una cita a la semana como ahora puedes tener una cita a la semana con tu terapeuta. Pues antes ibas un día a la semana y hacías tus apaños espirituales, por decirlo de alguna manera. Y luego además lo completabas porque te ibas al bar y ya tenías el pack completo porque era la misa y luego el vermut o la cerveza…siempre era eso, a Dios y al diablo. Pero, debido a la crisis de la religión, mucha gente también ha abandonado la espiritualidad y se ha creado como un vacío muy grande.

P: Y ese vacío es justo lo que al sistema le encanta. En tu libro dices que somos seres escasos.

R: Eso lo ha captado muy bien la sociedad capitalista que se da cuenta de que todo el mundo está desesperado y dice: “vamos a procurar llenar ese hueco con incansables cosas”. Pero es como si a un niño tratas de calmarlo con incesantes juguetes; ya sabemos que no funciona porque los niños… ¿qué quiere un niño?: quiere atención y quiere cariño, no quiere cosas de plástico. Con nosotros pasa lo mismo, que por muchas cosas de plásticos que tengamos, ¿qué queremos?: cariño, atención, amor (…) No tenemos la satisfacción desde el punto de vista material con las cosas de plástico y las relaciones sentimentales también tienen los topes que tienen. Siempre estamos como que nos falta algo. A todo el mundo le falta algo. A veces el arte suple un poco, el arte es como la espiritualidad profana. A veces leemos un libro, vamos a un concierto y la gente cree en el arte o en el cine, pero tampoco sirve. Puedes decir “Bach me gusta mucho”, pero Bach no te saca del hoyo.

Lo que yo cultive es lo que va a crecer. Si yo cultivo mi estrés, se desarrollará mi estrés. Si yo cultivo mi paz interior, eso saldrá (Javier Salinas, escritor)

P: Además, en este sistema capitalista que nos ahoga, va todo tan rápido y acelerado que ya no tenemos ni tiempo para salir a flote…

R: Si uno percibe que está en el infierno de su vida y se da cuenta de que tiene que hacer algo para salir, por ejemplo, tirar de una cuerda para que le saquen del hoyo, ¡pero es que no tiene tiempo para salvarse! Es como si se estuviera hundiendo el barco de la propia vida y, cuando tienes que abrir la escotilla para salir a flote, no tienes tiempo porque estás muy ocupado. Al final, como digo yo, tienes que hacer como microespacios de salvación. Los espacios de tiempo que cada uno tenga en su vida, ha de utilizarlos para cultivar lo que quiere ver crecer en su vida. Igual no va a ser un jardín de quinientos olivos, pero igual va a ser un tulipán que voy a cuidar y ver crecer. Lo que yo cultive es lo que va a crecer. Si yo cultivo mi estrés, se desarrollará mi estrés. Si yo cultivo mi paz interior, eso saldrá.

P: Por último, y recuperando el tema de la espiritualidad, ¿por qué crees que en nuestra sociedad no se entiende bien la diferencia entre religión y espiritualidad?

R: La espiritualidad no ha formado parte de nuestra tradición, por haber sido muy mediatizada por la religión, pero eso no quiere decir que no sea algo para nosotros…es como si llevas un antibiótico a la India y allí dicen: “no, es que los antibióticos no son para nosotros porque no son de nuestra tradición”. Con la espiritualidad es lo mismo; pensamos que es algo esotérico. (…) La gente tiene esa especie de rechazo a la espiritualidad. Y entonces, yo creo que la cuestión es saber hablar a una persona intelectual de occidente, formada académicamente en un mundo de ideas occidentales, y saber hacer ese trasvase para que esa persona lo entienda. Esto forma parte de la pedagogía y de la libertad, de brindarle las posibilidades al hombre moderno occidental de que examine su propia vida y vea si es plena. Que sí lo es: genial. Que te estás muriendo porque tienes una herida y una infección: mira, tienes esto que te puede ayudar. ¿Tú qué decides? Lo que ocurre es que tenemos todos muchas reservas porque en nuestro subconsciente colectivo nos han dicho que cuanto más pensamos, más inteligentes somos, pero la espiritualidad te viene a decir exactamente lo contrario; que cuanto menos piensas más feliz eres. Es un cortocircuito muy grande.

Javier Salinas: “La espiritualidad es un gran cortocircuito: te dice que cuanto menos piensas más feliz eres”