Resistencia mapuche: la lucha de un pueblo milenario en defensa de su tierra

“Y la lucha seguirá hasta cerrar las venas abiertas de América Latina”. Luis Sepúlveda

Entrevista con la educadora mapuche tehuelche Juana Antieco, por Annalisa Pensiero e Ivana Suerra

Eduardo Galeano sostenía que «en América todos tienen una parte de sangre indígena, unos en las venas, otros en las manos», y entre estos últimos, sin duda, puede contarse al general Julio Argentino Roca, que pasó a la historia por haber llevado a cabo, en el sur del país, la misión civilizadora del nuevo Estado argentino. Esta misión implicaba la eliminación de la barbarie, del «hedor de América», como diría Rodolfo Kush, es decir, de los pueblos indígenas. Fue la infame «Campaña del desierto» entre 1869 y 1884, es decir, la campaña militar que tiñó de genocidio la génesis del Estado argentino.

Las poblaciones locales fueron exterminadas, encarceladas y esclavizadas en viñedos, plantaciones o en casas de familia para el servicio doméstico. Los indígenas vivieron el trágico desplazamiento de sus tierras y la supresión compulsiva de su modo de vida, mientras el Estado argentino se apresuraba a repartir esas mismas tierras entre la burguesía agraria local.

Todo ello fue justificado por la teoría pseudocientífica del darwinismo social de la época, que situaba a la sociedad europea en la cúspide de la línea evolutiva, colocando a los indígenas en el escalón más bajo. La burguesía europea, al denunciar el «atraso» de los pueblos no europeos en la evolución de la vida humana, estaba proporcionando una excusa para el colonialismo y la esclavitud, considerados como meros efectos secundarios y aceleradores de un proceso evolutivo lineal. Pero, al mismo tiempo, ante la resistencia de las poblaciones locales, no dudaron en matar.

Todo esto se exponía en los zoológicos humanos de varias ciudades europeas, donde se podía observar a los nativos en jaulas o recintos como prueba de su condición de semihumanidad primitiva.

Para indicar un paralelismo conocido, en Italia las investigaciones «científicas» de Lombroso «demostraron» la inferioridad congénita de los sureños, así como el determinismo biológico de la condición criminal de los bandoleros. La misma pseudociencia justificó más tarde las leyes raciales de los veinte años de fascismo y aún hoy persigue muchas otras formas de discriminación…

Los pueblos mapuche y tehuelche vivían originalmente cerca de la Cordillera Andina: una zona rica en recursos naturales, cursos de agua y biodiversidad; una zona que, con el tiempo, se convirtió en la frontera entre Argentina y Chile. Los indígenas habitaban estos lugares incluso antes de que la concepción moderna del Estado permitiera su usurpación y, de hecho, mucho antes de que ese trozo de mundo tomara el nombre de «Argentina».

Así, se puede entender el alcance del artículo 75, inciso 17, de la Constitución Argentina de 1994, que retoma algunas de las propuestas del Convenio 169 de la OIT ratificado en 1992 y que obliga al Congreso a:

«Reconocer la preexistencia etnocultural de los pueblos indígenas de Argentina. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a la educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan; regular la entrega de otras, aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Garantizar la participación de estos pueblos en la gestión de sus recursos naturales y demás intereses que los afecten».

Sin embargo, a pesar de lo que dice la Carta Magna, la política de los gobiernos nacionales que se suceden desde hace décadas parece estar orientada a mercantilizar estas tierras, delegando la explotación de los recursos naturales a empresas multinacionales extranjeras y violando uno de los derechos consagrados en el Convenio 169, que impone la consulta libre, previa e informada a los habitantes de esos territorios en cualquier decisión que los afecte.

De ahí la resistencia de las poblaciones indígenas, hasta el punto de chocar con las instituciones estatales. Más candente que nunca está el conflicto generado en la comunidad mapuche/tehuelche por las fuerzas policiales nacionales y locales de las provincias de Río Negro y Chubut, en el sur de Argentina, donde 250 agentes procedieron recientemente a desalojar la comunidad de Villa Mascardi, culminando con la detención de siete mujeres mapuches.

Hablamos de todo eso con Juana Antieco, enfermera y educadora mapuche tehuelche.

–Damos la bienvenida a Juana Antieco, educadora tradicional mapuche tehuelche, con quien hablaremos del conflicto histórico entre los pueblos indígenas del territorio sudamericano y las instituciones de los Estados nacionales y, en particular, de los recientes acontecimientos de octubre que acentuaron el enfrentamiento entre la comunidad mapuche tehuelche y las fuerzas policiales argentinas.

–Buenos días a todos los amigos que nos escuchan. Los saludé en lengua ancestral mapuche diciéndoles que mi nombre es Juana Antieco, que soy una mujer mapuche y que nací y vivo en la Costa del Lepa, región del Cushamen, en la Patagonia, al sur de Argentina.

Aquí en Argentina tenemos una larga historia de violencia por parte del Estado, no sólo contra el pueblo mapuche tehuelche, sino contra todos los pueblos indígenas (cerca de cuarenta), preexistentes al Estado argentino.

Desde hace más de 30 años, el pueblo mapuche lleva adelante un proceso de reorganización como pueblo, de recuperación de nuestras formas de vida, de recuperación de nuestro saber, de nuestra cultura, de nuestra filosofía de vida, tras haber sobrevivido a uno de los mayores genocidios de la historia. Sin embargo no hemos recibido respuesta del Estado Argentino, que no ha respetado las leyes que contemplan nuestros derechos, también reconocidos por la Constitución y los numerosos tratados ratificados por el gobierno argentino, aún bajo distintos gobiernos. Por eso decidimos empezar a recuperar directamente nuestros territorios, territorios de los que el Estado nos ha expulsado y desalojado, matando y desmembrando a nuestras familias y provocando una especie de diáspora de esas zonas ancestrales que habitamos históricamente.

–¿A qué territorio se refiere y qué reclamos se hicieron al gobierno nacional argentino?

–Me refiero en particular  la Lof Lafken Winkul Mapu, en la provincia de Río Negro, una zona ubicada a unos 35 km de la ciudad de Bariloche donde antiguamente vivía gente mapuche, y que fue recuperada hace aproximadamente 7 años. La comunidad fue a recuperar ese lugar porque ahí mataron a la última machi de esta zona. Se trata de una zona de bosque nativo y nacientes de agua, donde hay lagos, una zona rica en biodiversidad, que pretenden destruir. Considere que el pueblo mapuche tehuelche necesita volver a sus tierras, de las que ha sido expulsado, porque la vida en las ciudades no nos permite tener contacto con nuestros orígenes ancestrales ni llevar un estilo de vida en simbiosis con la naturaleza.

Fuerzas del Comando Unificado en la zona de Villa Mascardi. Foto de Eugenia Neme/La vaca

–Este conflicto que dura siglos, ha dado lugar a muchos enfrentamientos directos. ¿Cuáles son los hechos que han complicado, más que otros, la convivencia entre las poblaciones indígenas y la sociedad argentina? En particular ¿qué ocurrió el pasado 4 de octubre?

–El alejamiento de nuestras tierras fue, desde un comienzo, muy violento. Hoy estos territorios son pretendidos por terratenientes y extranjeros defensores del sistema capitalista. Para arrebatarnos los territorios que habitamos desde hace siglos, se creó –bajo la dirección del gobierno nacional– el Comando Unificado, que está integrado por las tres fuerzas de seguridad federales de Argentina: la Gendarmería Nacional, la Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria, más las fuerzas de seguridad locales, es decir  la Policía de la provincia de Río Negro y el Grupo Especial COER comandado por la gobernadora Arabela Carreras. El 4 de octubre, a las 7 de la mañana, 250 agentes intervinieron con un equipo formado por camiones hidrantes, armas láser que operan a mucha distancia, drones, perros adiestrados, buzos tácticos, helicópteros… todo eso para irrumpir en los espacios habitados por la comunidad.

En ese momento, no había mucha resistencia porque en las casas estaban las mujeres con los niños, mientras que los hombres de la comunidad estaban fuera haciendo el trabajo que les permite vivir.

Las mujeres estaban a punto de iniciar una ceremonia. Las arrastraron y lanzaron gases lacrimógenos contra la machi, que tiene un hijo de 4 meses y otro de 4 años. Había niños de 4, 5, 6 y 9 años (el más pequeño tenía un mes): muchos se escaparon aprovechando su perfecto conocimiento del territorio, porque muchos de ellos son nacidos nacido allí. Sin embargo, la detención de las 7 mujeres no fue difícil porque las fuerzas de la autoridad eran desproporcionadas en número: 250 agentes equipados con todas las armas que se puedan imaginar. Fue muy violento. Las mujeres no sabían en ese momento de qué se las acusaba, no se les comunicaron sus derechos, no se les mostró una orden de detención.

–La policía detuvo a siete mujeres, incluida la machi. ¿Qué representa esa figura para su comunidad?

–Para el pueblo mapuche, la machi es la máxima autoridad espiritual, es una mujer medicina. No necesariamente tiene que ser una mujer, pero en este caso la machi es una joven llamada Betiana Colhuan que cumple este rol desde hace pocos años.

La cuestión es que nombrar a una machi no es una cuestión antojadiza. No cualquiera puede levantarse y pretender ser machi porque se trata de un proceso que comienza desde el momento en que nace un niño o niña.

Se nace con una fuerza especial, con una capacidad diferente, y es un largo proceso preparar a esas personas a lo largo de todas las fases de su vida. Las preparan los ancianos, especialistas, que son los encargados de reconocer todas las fuentes curativas que hay en el territorio, pero también las preparan las ancianas machi titulares, mujeres u hombres.

En el lugar donde estaba la machi Betiana Colhuan, se levantó un primer rewe (altar mapuche), por lo tanto, con aquellas acciones, violaron nuestro derecho a practicar libremente nuestra espiritualidad. Quiero hacer una comparación que quizás no te guste pero que explica bien la idea: el rewe de la machi podría corresponder a lo que es el lugar más importante para el Papa en Italia, el lugar principal donde se celebran las ceremonias religiosas. La machi equivale para nosotros a la figura del Papa y, por tanto, imagina lo que significaría para los católicos la privación de la libertad del Papa o la toma de los lugares donde se celebra la misa. Esto, para que lo entiendas, es lo que hicieron. Por lo tanto, hasta hoy, se nos impide el acceso al rewe, que está bajo el control de las fuerzas de seguridad.

–¿Con qué pretexto las autoridades llevaron a cabo esta operación?

–El pretexto para llevar a cabo esta operación es siempre el mismo: se acusa a los mapuches de ser terroristas y de pertenecer a la RAM, de ser financiados por Inglaterra y de atentar contra la soberanía nacional. Esa es precisamente la razón por la que se formó ese Comando Unificado, pero en realidad lo único que pedimos es que se aplique la Constitución Nacional, según la cual el Estado debe regular la ocupación de las tierras aptas y suficientes para la vida de los pueblos indígenas, principio que nunca se ha cumplido en los 25 años de vigencia de este artículo constitucional.

–¿Qué puede decirnos sobre la supuesta organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM)? ¿Y qué instrumentos emplean para defender las tierras que reclaman?

–La RAM no existe realmente como organización. Es un invento de la administración anterior –de Patricia Bullrich–, que hizo un informe sobre esta supuesta organización que no existe como organización actuante en esa zona. Ninguno de nosotros se identifica con la RAM, ni sabe a quién responde ideológicamente. Ciertamente la resistencia milenaria de nuestro pueblo perdura desde que nuestros territorios fueron invadidos, pero la RAM como organización es un invento del gobierno y de los terratenientes que aspiran a conquistar el territorio. El sur es un territorio rico en recursos y las empresas extractivistas, las mineras, empresas privadas como las hidroeléctricas, pretenden explotar los últimos territorios con vida aquí en el sur. Para hacer eso, el gobierno utiliza la figura de un enemigo interno útil para justificar su política represiva contraria a los derechos humanos.

El pueblo mapuche no tiene medios de defensa, a lo sumo podemos lanzar algunas piedras, pero no tenemos otras armas. Nuestra única arma para defendernos de la autoridad es el conocimiento del territorio. Es evidente que existe una situación desproporcionada con la autoridad, que dispone de toda la tecnología para enfrentarse a un pueblo armado sólo con piedras.

Machi Betiana Colhuan. Foto de Jaime Carriqueo

–¿Quién se hizo cargo de su defensa tras las acusaciones y detenciones de las autoridades?

–Necesitamos abogados que nos defiendan de los abusos del gobierno. Digo esto porque cuando se detiene a una mujer hay protocolos que se deben respetar, sobre todo cuando hay niños. No se respetó a estas personas. Había una mujer embarazada en su semana 38 de gestación y había menores. No se respetaron los derechos de estas personas vulnerables, ni se aplicó la Ley 26160, que prohíbe los desalojos de las comunidades en todo el territorio argentino. Se violaron derechos humanos básicos, como el derecho a que las personas fueran informadas de los motivos y los cargos que se les imputaban, o el de permitirles llamar a sus familias y a su abogado defensor. Esto no sucedió. Las mujeres estuvieron detenidas durante casi una semana sin que se les permitiera hablar con sus abogados.

Sólo después de la lucha de la Liga de Derechos Humanos, de las movilizaciones del pueblo mapuche, de muchas organizaciones y del pueblo argentino solidario, que todos juntos presionaron a la autoridad, logramos que los abogados accedieran a verificar la situación de los detenidos y conocieran los cargos.

Es importante señalar que hubo veinte días de secreto de sumario sobre los motivos de la acusación: sólo el día 21 después del arresto, los abogados pudieron acceder a los expedientes para conocer los cargos. En realidad, los motivos de la acusación siguen siendo inciertos: el pretexto es que se habría incendiado un puesto de la Gendarmería y que habría habido agresiones con piedras y armas.

Por el momento, 3 mujeres han sido liberadas, otras 4 siguen detenidas con sus hijos, pero al mismo tiempo los hombres han permanecido en el mismo territorio y lo defienden permaneciendo allí, en tierras que conocen mejor que la palma de su mano, incluso en completa oscuridad.

–¿Qué reflejan los medios de comunicación argentinos de estos acontecimientos?

–Los medios de comunicación se dividen en los que pertenecen a las fuerzas capitalistas, los latifundistas y el gobierno, y, por otro lado, los medios alternativos que se hacen cargo de la situación, buscan las fuentes y las difunden. Los medios de comunicación hegemónicos, que son los grandes medios, sólo siguen propagando el discurso de la RAM y cuentan que los mapuches atentan contra la seguridad nacional. Detrás de este discurso, orientado a generar odio racial, se esconde el plan de negociar estas tierras nuestras, porque hay un gran interés del gobierno en venderlas y comercializarlas. Los medios de comunicación alternativos han sido amenazados por la policía, a diferencia de los grandes medios de comunicación a los que se les facilitó la toma de fotos y la inspección de estas tierras para retratarnos ante la sociedad que se alimenta de este tipo de discurso de odio, como usurpadores a los que hay que desalojar y terroristas que merecen que se destruyan sus casas.

–¿Puede hablarnos de estos intereses extranjeros que intentan dominar la Patagonia?

–La Patagonia, que está dividida en provincias, es un territorio muy rico en recursos y mundialmente conocida por su diversidad de paisajes naturales. Cuando hablo de riqueza territorial no me refiero a una perspectiva económica, sino a los bosques, los lagos, las fuentes de agua. Una cosa es verlo en fotografías y otra venir aquí y palpar lo que estoy describiendo. Pero la Patagonia está casi toda expropiada por terratenientes extranjeros, entre ellos Benetton. Los terrenos de Benetton, que están situados a pocos kilómetros de mi comunidad, llegan a 900.000 hectáreas repartidas entre las provincias de Chubut, Santa Cruz y Río Negro, hasta el sur de la provincia de Buenos Aires. La Compañía Benetton, además de haberse apropiado del territorio mapuche tehuelche, cada 5/10 años expande su tejido perimetral conquistando porciones cada vez más grandes del territorio, pero como los ocupantes territoriales son exterminados nadie controla porque es imposible controlar una Compañía con semejante poder económico.

Luego hay otro personaje inglés, amigo de Mauricio Macri, que posee incluso un lago entero y una pista de aterrizaje en su propiedad y que tiene en sus manos zonas fronterizas invendibles. Durante 15 años se ha librado una batalla legal, todavía infructuosa, para defender ese territorio y garantizar al pueblo argentino el libre acceso al lago. Al final es el sistema capitalista el que domina la economía mundial: los últimos intentos de usurpación provienen de países como Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.

El Estado lo presenta como una inversión, pero para nosotros es una verdadera usurpación con la que se expropia el nacimiento de un único río que atraviesa toda la provincia y que, teniendo en cuenta los efectos del cambio climático, nos priva de esa agua, el bien que se está convirtiendo en el más caro y difícil de encontrar.

Ceremonia en Lafken Winkul Mapu. Foto de Eugenia Neme/La vaca

–¿Qué sabe el pueblo argentino de todo esto?

–Afortunadamente hay un sector bastante importante de la sociedad argentina que conoce esto y que nos ayuda de diversas formas. El pueblo argentino es consciente de que la tierra está siendo extranjerizada y se están formando grupos de movilización en muchas partes del país porque no sólo estamos sufriendo el tema de la venta de bienes comunes en el sur, sino también en la zona de la Mesopotamia, en el norte de Argentina, donde vemos la deforestación indiscriminada, así como en Córdoba los incendios indiscriminados en los montes.

–¿Tienen representantes o portavoces en las instituciones gubernamentales?

–Siempre hemos pedido un diálogo con los representantes del gobierno, pero este diálogo debe ser serio y los funcionarios deben estar a la altura de las circunstancias y de las demandas que históricamente perseguimos. Nuestra principal demanda es la restitución del territorio y el reconocimiento de nuestra tierra como propiedad comunitaria, con la garantía de que nadie pueda privarnos de este derecho. Sin embargo, las relaciones se han visto afectadas ante nuestra exigencia de que el Estado nacional reconozca el genocidio sobre el que se fundó el país. Mientras no se reconozca el genocidio indígena que llevó al exterminio de muchos de los pueblos originarios de esta zona y mientras no se haga justicia, seguiremos sufriendo las consecuencias de la «Conquista del Desierto» perpetrada por el Estado nacional. Sin embargo, cuando el Estado quiere negociar, envía a funcionarios que no pueden tomar decisiones políticas importantes. En 2017 hubo un grave atentado contra la vida de un joven mapuche llamado Rafael Nahuel, que fue atacado por la espalda y asesinado a tiros. En ese momento pedimos mesas de negociación, pero con una condición: no estamos dispuestos a retroceder en los derechos conquistados.

Cuando se reconquista un territorio perdido, donde vivían nuestros antepasados y donde hay espacios espirituales y rituales –que como reconoce el Convenio 169 de la OIT deben ser garantizados incondicionalmente a los pueblos indígenas–, este territorio debe ser protegido y defendido, incluso con nuestras vidas.

– ¿Qué objetivos tiene el pueblo mapuche para el futuro y cómo piensa resolver el conflicto, cada vez más grave, con el Estado argentino?

–Pedimos que se inicie un diálogo serio, que respete el proceso histórico del pueblo mapuche, para encontrar una solución definitiva. Las demandas no pueden separarse de la restitución de nuestras tierras, la liberación de la machi Betiana Colhuan, para que pueda volver a su comunidad y ejercer libremente su medicina ancestral mapuche, así como la liberación de las demás hermanas mapuches detenidas arbitrariamente por el poder político-judicial y con el favor de los latifundistas.

Por eso pido a mis amigos italianos que se preocupan por estos temas, que se interesen por este asunto, que involucren a la Embajada de Argentina en Italia. Todos somos conscientes de la gravedad de la violación de los derechos humanos en el mundo y estamos convencidos de que podemos intentar cambiar la situación mediante la puesta en marcha de acciones concretas de movilización. Esta es la historia de la humanidad. La conquista de los derechos se hizo luchando, manifestándose en las calles con el sacrificio de vidas humanas; costó dolor y violencia y por eso hay que defender con ahínco los derechos obtenidos, con respeto hacia las personas que murieron en la lucha.

–¿Quiere hacer un llamamiento a los italianos que nos leen?

–El oscuro y violento terrorismo de Estado ha vuelto y, en estos momentos, arremete contra el pueblo mapuche. Por eso vuelvo a pedir solidaridad y si es posible, ayuda económica para sostener el costo de los abogados que, por ejemplo, no viven en la Provincia de Río Negro, y afrontan los gastos de viaje para trasladarse desde Buenos Aires. Ellos no han pedido dinero a la Comunidad, pero siguen existiendo gastos administrativos que hay que asumir.

Muchas gracias por permitirme hablar de lo que está ocurriendo, de la preocupante violación de los derechos humanos de los indígenas en Argentina. Sabemos que no será una resolución inmediata porque no hay un interés real en esto por parte de las instituciones, pero mientras tanto seguiremos luchando porque no podemos imaginar una vida que no sea de lucha. Llevamos la lucha dentro de nosotras desde el vientre de nuestra madre, lo hacemos por nuestros hijos, como demuestran las mujeres que reclaman nuestros derechos con tanta dignidad y coraje. Son valores que el mundo capitalista nunca podrá arrebatarnos, y estamos convencidos de que, aunque con retraso, conseguiremos la justicia.

Quiero agradecer de nuevo a todas las personas que se interesan por esta entrevista y a todos los que quieren ayudarnos activamente, porque lo bueno del camino es la gente solidaria.

¡Te saludo nuevamente en lengua mapuche, esperando volver a dialogar contigo pronto!

El artículo original se puede leer aquí

Resistencia mapuche: la lucha de un pueblo milenario en defensa de su tierra