El pendejo con doctorado

Por: José Gaxiola López | Investigador invitado

El título de este ensayo pudo ser “las trampas del investigador” o, “la pseudo ciencia del aspirante a científico”, o “los malos hijos de la ciencia” o, “crónicas de chapuceros seudocientíficos” u otros parecidos, pero me decidí por tal oxímoron que una maestra mexicana (entonces directora de una institución académico- científicas de prestigio en México) le espetó a uno de los expositores con doctorado, premios y reconocimientos, aquel pretendió descalificarla ya que ella era sabido que sin ser doctor lo criticó duramente en varios aspectos de su presentación en el coloquio internacional sobre ecología y medio ambiente que se llevaba a cabo. En respuesta a la revolcada, el ponente le preguntó, ¿cuál es su doctorado? Ella respondió, que no era un pendejo con doctorado como él.

En la sobremesa de aquella reunión de investigadores de doce países sobre fenómenos ambientales en Oaxtepec, Morelos, México, hace unos 35 años, nos dijo a tres que compartimos mesa con ella, esos tipos de doctores son muy escasos, pero de que los hay, los hay. Y pronosticó que habrá más, como ese, por la proliferación de doctorados. La charla giró en torno a tal escenario. Los centros de educación superior buscarán ser facultades, convertirán especializaciones en doctorados, los crearán en tecnologías o en cualquier tema de moda. Será fácil crearlos en varias especialidades que impulsar nuevas licenciaturas. Surgirán investigadores tramposos por la forma de tabulación de sueldos en educación superior, donde tener el grado de doctor da alto puntaje para ello y, habrá quienes los obtendrán más rápido que otros. Incluso será prestación laboral para profesores de las IES. Igual e l criterio del grado será útil para las becas y reconocimientos, otros buscarán con un doctorado escalar burocráticamente, hacer negocios y, algunos serán premiados.

Hoy subestimamos cuantos pendejos con doctorado hay en circulación, el daño que hacen a la ciencia, las pérdidas que causan, no solo económicas, sino de vidas humanas. Hay cierta dificultad para detectarlos en campos menos importantes, en sub-sub-especialidades poco interesantes y retribuyentes de repetir experimentalmente. En temas locales y recónditos, de lo que puede llamarse investigación casera, lejos de la frontera del conocimiento y de la supervisión internacional. En cosas fáciles de descubrir, en la adecuación de inventos, en tecnologías “descubiertas” varias veces y en distintos países. Este ensayo se refiere a la práctica de investigación en las llamadas ciencias básicas, naturales, puras o duras. Las ciencias sociales y las humanidades, donde seguramente habrá miles de pendejos con doctorado que responden a otro rasero, ya sea tomando como mojón a Wittgenstein u otros grandes maîtres a penser en tales ciencias.

Un pendejo con doctorado es un pendejo al extremo, sinvergüenza, mañoso, cobarde, despreciable. A veces, navega con bandera de tonto, es acomodaticio y dado a la cortesanía. Es camaleónico, en un estado de la república se dice ser de izquierda y en otro de derecha. Y cobra en ambos, en instituciones con la misma tarea, es el que está al menos en tres nóminas. Sin importar que en alguna de ellas tenga contrato de exclusividad y la justificación al sistema nacional de investigadores. Es chambista, sabe cómo vulnerar y aprovecharse de las normas, practicando una transgresión “ingeniosa”. Es  quien la supo hacer con mañas, que van del plagio a la falsificación de pruebas, de la chapuza en laboratorio al descubrimiento inventado, de la manipulación estadística de datos y de la informática, a la presentación de bonitas falsas figuras.

Hasta hace pocos años lograban décadas de engaño con supuestos hallazgos, como el caso del Hombre de Piltdown. Con un cráneo, en 1912 Charles Dawson y Smith Woodward afirmaron haber descubierto el eslabón perdido entre el mono y el humano. En 1953, se reveló que era un montaje de un cráneo humano y una mandíbula de orangután. En esa línea de la evolución, Paul Kammerer en 1920, obligó a un grupo de sapos que vive y se reproduce en tierra, a vivir en el agua. Según él, las crías se acostumbraron al medio acuático, donde se aparearon. El resultado fue que una tercera generación estaba desarrollando unas almohadillas negras en sus patas. Así lo publicó en su libro The Inheritance of Acquired Characters. Fue acusado de falsear los resultados por inyectar tinta negra en las patas de los sapos. Fue incapaz de defender sus resultados e inocencia, se suicidó.

La transgresión ingeniosa se usa para alcanzar grados, becas, presupuestos y distinciones. Las acciones del pendejo con doctorado no son improvisadas, bajo una racionalidad toma lo que está a mano para sus fines, no importa si son personas o cosas, no importa mentir, calumniar, robar pruebas, aparecer en libros y artículos de alumnos y colegas, reciclar temas para alcanzar muchas publicaciones. “Publish or Perish” (pública o perece). No le afecta someter, rebajar e incluso atropellar a otros para ser el primero en su materia, no permitirá a otros quedarse con el honor que supone le pertenece. Practica el YoYo-ismo. Presiona para recibir distinciones o cargos, si no se los dan porrea, a veces consigue alguno de consolación. Cacarea cualquier papelito o mención de reconocimiento que busca y recibe. Se mofa de colegas que no pueden obtener lo mismo que él, poniéndose de ejemplo de “éxito”. Y si tiene recursos, paga por publicar en una revista científica del Current Contents parar validarse como científico, aunque sea temporalmente como el método de Lowry, O.H. para medir proteínas en solución, ya inutilizado. O la super fórmula de Johan Gielis para reducir cualquier organismo vivo a una forma geométrica creyendo superar a Fibonacci, se demostró que Gielis manipulaba las 6 variables de su fórmula, sin embargo, no impidió que patentara su algoritmo y engañara a varios por años explotando su supuesta invención.

Elías Alsabti, en el Hospital Anderson de Houston, al registrar el buzón de un médico que había muerto poco antes, encontró un artículo de investigación inédito. Una revista se lo había enviado al difunto para que opinara sobre la calidad científica del texto. Alsabti le cambió el título y el resumen que encabezan los artículos científicos, lo publicó como suyo en una revista japonesa poco conocida. Alsabti obtuvo reconocimiento y prestigio como investigador en cancerología sin que de su pluma saliera una sola idea original. Él tomaba artículos publicados en revistas de muy escasa circulación y los enviaba como propios a otras poco conocidas, pero de mayor prestigio de otro país. Así prosperó durante varios años hasta que su mala fama terminó por alcanzarlo. Otro de ser acusado de plagiar los datos es el Gilbert Welch. Él incluyó datos plagiados en un artículo publicado en 2016 en el New England Journal of Medicine alertando que las mamografías exageran tumores y llevan a tratamientos innecesarios. Puso en riesgo a miles de mujeres, por cierto, tiempo.

La rivalidad entre investigadores apendejados por ser los primeros los ha enfrentado. Los paleontólogos Edward D. Cope y Othniel C. Marsh, conocidos por la Guerra de los Huesos. Calumnias, destrucción de yacimientos, hurtos, mentiras y atropellos enredaron la labor de estos descubridores de especies de dinosaurios. Su enemistad les empujó a describir entre los dos, un total de 142 animales. Cada uno hizo todo lo que pudo para arruinar la credibilidad del otro.

“Lo peor fue la destrucción de posibles yacimientos de fósiles por parte de los hombres de Marsh para que los hombres de Cope no pudieran visitarlos”, señala Jane Davidson en “The Bone Sharp: The Life of Edward Drinker Cope” El yacimiento se descubrió con la construcción del Ferrocarril en Wyoming de cuyo hallazgo fue informado primero Marsh. El investigador envió dinero para que los fósiles que encontraran se los hicieran llegar lo antes posible. Cuando Cope se enteró, envió ladrones al yacimiento para robar los huesos. Debido a la enemistad entre los dos, algunos de los errores que cometieron ambos en la descripción en unos dinosaurios perduraron durante décadas.

Una conducta del pendejo con doctorado es la de multiplicar artículos sobre el mismo tema, con variaciones que permite la manipulación de las variables y factores en el laboratorio. Es como una veta. Una vaca lechera que alcanza para amamantar a todos los de la cofradía de quien la encontró. Jefes de laboratorio, directores de tesis en ello han llevado la penitencia, firman artículos en colaboración sin mover un dedo para obtener puntos y, llegan aparecer en algunos espurios. El medio llega a tolerar la “autoría ficticia” para mantener las plazas, las becas de los alumnos y los financiamientos para abultar currículos de todos. Tú me incluyes yo te incluyo, tú me citas yo te cito, bajo la falacia que el laboratorio es una unidad colectiva de producción de Ciencia y Tecnología. Creando grupos privilegiados en la comunidad educativa identificables por su número de becarios, financiamientos, estancias en el extranjero, todo producto por las veces que se citan unos a otros. La consigna es aparecer pronto en el Science Citation Index creado por Garfield, E. (nada que ver con el gato) no importa correr el riesgo, sobre todo si su tema es poco monitoreado, por lo que sus falsedades tal vez no sean no reveladas, o cuando lo descubran tal vez el investigador ya no esté en activo y, habrá casos que las justificaran como errores, lo que a todas luces es un fraude.

El caso de Jan Hendrik Schön, físico de nano electrónica producía un estudio cada 10 días, pero sus resultados fueron imposibles de reproducir por otros, se constató que había inventado, manipulado o repetido datos en numerosas ocasiones. A los 31 años, parecía el artífice de un gran descubrimiento en nanotecnología y en física de la materia condensada. Gracias a ello se crearía una vía diferente hacia la  electrónica orgánica para construir computadoras más pequeñas, baratas y rápidas. El joven de oro de la física, que ya sonaba para el Nobel, fue acusado de 16 cargos de mala conducta científica. Le fue retirado el grado de Doctor. El bioquímico Marc Spector presentó en 1981 su “hipótesis de la cascada” en la transformación de las células normales en neoplásicas por infección con ciertos virus, dos años después se estableció que parte de los datos de Spencer eran fraudulentos. El osteólogo japonés Yoshihiro Sato se suicidó en 2017, un año después de que la revista Neurology publicase un artículo que mostraba evidencias de fraude en 33 de sus trabajos. Él publicó más de 200 estudios sobre cómo reducir el riesgo en fracturas de hueso, cuyas conclusiones se usaron en la práctica clínica. En el año 2012, un equipo de científicos que analizaban el efecto del calcio en las fracturas de cadera tomó la decisión de omitirlas ya que comprobaron que aquellas pruebas eran inventadas.

Otro japonés, Yoshitaka Fujii, investigador en la anestesiología falseo al menos 183 trabajos científicos. En el 2018 anularon 21 de sus artículos, 17 de ellos de la revista Clinical Therapeutics. Fue superado por el anestesiólogo alemán Joachim Boldt el autor con más artículos científicos retractados, sospechoso de haber falseado los datos de al menos en 90. Hay raros casos como el de Albert Schatz, el verdadero descubridor de la estreptomicina, la que se le inyectó a George Orwell por lo cual pudo terminar su gran obra 1984. Schatz nunca recibió premio alguno, pero si su jefe, Selman Waksman quien obtuvo el premio Nobel por el descubrimiento de Schatz para el tratamiento de la tuberculosis. Suerte distinta para Peyton Rous, recibió el Nobel 55 años después de haber descubierto que ciertos canceres podían ser trasmitidos por un virus, conocido ahora como el Sarcoma Virus de Rous. Otro caso es el de Oswald Avery pionero en el descubrimiento del ADN como elemento trasformador de las enzimas y purificó un gen en forma de ADN. Víctima de envidias no recibió gratitudes. No escribió libros, no hizo giras académicas, no patentó su descubrimiento para curar la neumonía, no se hizo rico. Aquel ácido nucleico sería base para descubrimientos como la doble hélice de Jim Watson y Francis Crick. El caso de Lise Meitner, creadora del término fisión nuclear, junto con Otto Hahn descubrieron isotopos radioactivos como el barium, pero solo Otto recibió el Nobel por esos hallazgos. Ella fue nominada 19 veces al nobel de química y 29 al de física, nunca recibió ninguno. En su honor el elemento químico 109, lleva su nombre; el meitnerium. La fisión nuclear ahora sirve para generar energía muy barata. Muy parecido al caso Charles Best, junto con Frederick Banting descubrió la insulina. J.J. Richard Macleod jefe del departamento de fisiología donde sucedió, presentó el trabajo a la Asociación Americana de Médicos, recibiendo después el Nobel, junto con Banting, este protestó por la ausencia de Best, anunciando al recibirlo que lo compartiría con él. Michael Bliss, en The discovery of insulin, señala que Macleod nunca debió recibir el nobel porque el descubrimiento se hizo mientras él estaba de vacaciones en Escocia. Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, si obtuvo el Nobel años después de su descubrimiento gracias a Howard Florey y Boris Chain quienes lo convirtieron en antibiótico, compartiendo con ellos el premio.

Ni la transgresión, ni el éxito pueden ser posibles sin la complicidad de una comunidad que la aprueba y que goza con ella. Esto ha sido estudiado por B. Latour en (La Vie au Laboratoire; Science en Action: comment suivre les scientifiques et les ingénieurs), Barnes B., D. Bloor, J. Henry en (Scientific Knowledge: A Sociological Analysis) y por otros. Hay una complicidad jerárquica activa para el caso del pendejo con doctorado, otorga legitimaciones, participa del acto transgresor, contribuye en su realización y le confiere estatus, celebra con aquel pendejo el éxito y, siente goce por el logro de sus pares. Ostenta cargos sin rendir cuentas y resultados. Tiende a formar camarillas para la rencilla con el fin de autocalificarse para: becas, aumento salarial, nuevas plazas, financiamientos, premiarse e impulsarse, hasta incluso lograr la dirección de instituciones académicas y científicas renovando el círculo virtuoso del favoritismo creado por las jerarquías desde los laboratorios y departamentos. Táctica para estar en el hangar de tres o más organismos, sin preocuparse por denuncia como aviador ya que saldrá impune. Son manzana podrida en las academias, colegios y asociaciones tecnocientíficas. Estos autonombrados profetas de la ciencia tienen que hacerse del dominio de ese tipo de organizaciones empleando todo tipo de métodos parecidos a los utilizados por capos de algún cartel. Sociedades antes asientos de la dignidad, la libertad y de la autoridad tecnocientífica son por estos tipos desvirtuadas, instrumentadas acorde a sus intereses y del grupo que representan, lejos de los honores de la ciencia. Por eso un pendejo con doctorado debe tener cómplices, no solo para lograr la transgresión, sino también para mostrarse ante ellos como chingón y, sin honor recibir doctorados honoris causa.

Un pendejo  con doctorado puede graduarse sin haber publicado un artículo científico original, llegar a  presidir una institución académica sin  haberse probado  en el aula. Encabezar organizaciones científicas sin demostrar creatividad investigativa, poner instituciones al servicio de campañas políticas y, a pesar de ser denunciado es cobijado por su cofradía, liberado de toda culpa, premiado con consejería científica en una embajada o representación académica en el extranjero. Hace alarde de formar cuadros que replican sus mañas, se mutualiza en complicidad para escalar en los tabuladores de sueldos, otorga doctorados a sujetos fuera de la academia y a una edad en la que ya no aportarán a la ciencia. Listos a validar falsos hallazgos científicos, extrapolar resultados fuera de contexto. Impasible ante la proliferación de doctorados en cualquier pendejada de moda, sin base científica, de fines de semana, a distancia. Lo que importa es que sepa usar su supuesta autoridad doctoral o, sentimiento injustificado de superioridad para validar actos de gobierno, anécdotas y rumores de sus contras. Muestra su pendejez al profanarlos, al argumentar contra ellos, mentir con pobre raciocino ideas especulativas, subjetividades indignas para cualquier científico. La mala intención es prueba de su falsa afirmación.

Hay muchos ejemplos, Prosper-René Blondot con su falso descubrimiento de los Rayos N; la Polyagua con propiedades distintas al H2O de Boris Derjauin. Tiempo después Masuro Emoto dictaminará sobre la memoria del agua y la belleza de los sonidos que rodean su estructura molecular para vender ciertas aguas embotelladas. Hwang Woo Suk, con sus falsas células madre alimentaba las esperanzas de encontrar nuevos tratamientos para enfermedades como el párkinson o la diabetes. La controvertida apropiación del descubrimiento del virus del SIDA por el francés Luc Montagnier al estadounidense, Robert Gallo. El impulsor de la revolución verde en la India, M. S. Swaminanthan, fue acusado de presentar evidencias falsas. En 1998, Andrew Wakefield publicó un trabajo que relacionaba datos falsos de la vacuna triple vírica (sarampión, rubéola, paperas) con el autismo. La falsa la fusión fría de Martin Fleischmann y Stanley Pons. Otro fue G. Seralini su pretendida demostración de la relación entre la alimentación con un maíz transgénico y la aparición de cáncer en la rata. Víctor Ninov del laboratorio Lawrence Berkeley falsificó datos relacionados con el descubrimiento de los elementos químicos de número atómico 116 y 118.

La pandemia de la COVID19 abrió una ventana de oportunidad para los pendejos con doctorado, algunos promovieron la comercialización de sustancias, objetos, otros se atrevieron a proponer medicamentos, por dicha de nosotros miles de investigadores en el mundo volcados en el combate de la emergencia sanitaria desenmascararon sus supuestos hallazgos y las curas engañosas para la COVID19. La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, en inglés) tiene una lista de más de 100 productos fraudulentos para COVID19. Como Ivermectina, Cloroquina, Hidroxicloroquina, Arbidol, Faviparil, Lopinavir, Ritonavir. El Dióxido de Cloro, llamado “Solución Mineral Milagrosa” (Miracle Mineral Solution). Andreas Ludwig Kalcker, un alemán que se dice investigador en biofísica y descubridor de la “solución milagrosa” para COVID19, fue denunciado por promover su consumo en pequeñas dosis. Perteneció a una falsa iglesia llamada “Génesis II de la Salud y la Sanación”. Sus creadores fueron acusados por la Fiscalía de Estados Unidos de vender dióxido de cloro bajo la sombra de una iglesia para evitar la regulación gubernamental de la sustancia. Según el portal alemán ‘Correctiv’, las autoridades sanitarias germanas han advertido por años sobre la ingesta de esa solución. La FDA advirtió que las promesas de cura para el autismo, el cáncer, el VIH, la hepatitis, la gripe u otras, eran falsas.

Otro caso es el de Gordon Pedersen, acusado de hacerse pasar por doctor en medicina para vender pastillas, lociones y jabones que contienen plata como tratamientos para el coronavirus. Existen metales que tienen propiedades antimicrobianas naturales, pero ninguna ha demostrado ser eficaz contra el coronavirus. En cuanto a la plata, varios Institutos Nacionales de la Salud advierten que la evidencia científica no respalda el uso de suplementos dietéticos de plata coloidal para ninguna enfermedad o afección. Puede ser peligroso, hace que se ponga el sujeto azul, dificulta la absorción de antibióticos y otros medicamentos. Ni el oro, ni la plata, ni los imanes y ni la luz ultravioleta pueden contra COVID19. Particularmente cuando parece ser un Prion que infecta muy diferente a los virus, bacterias, hongos y parásitos. Priones como los descubiertos por Stanley B. Prusiner al sospechar de estas cosas al surgir el mal de las vacas locas en Inglaterra y otras enfermedades neurológicas en los animales, hasta hace poco raras en los humanos, pero ahora se acepta que la zoonosis ya nos alcanzó.

La FDA ha amenazado con tomar acciones legales en contra quienes aseguran que los productos a base de plata son seguros y eficaces contra COVID19, como el tele-evangelista Jim Bakker y el animador de InfoWars, Alex Jones. Muchos de los productos fraudulentos contra la COVID19 fueron promovidos por presidentes y políticos, tal vez por consejo de pendejos con doctorado. D. Trump, B. Netanyahu, J. Bolsonaro, N.D. Modi y N. Maduro con las “góticas milagrosas”. En su estulticia incitaron a su consumo y, fueron tal vez la causa de mas de un millón de muertes en el mundo. Es más fácil seguir a una figura pública que a un científico, aunque aquel te lleve al despeñadero. Esos productos se encontraban en plataformas de comercio electrónico, según estudio de SmartProtection las sustancias estrella fueron el Arbidol, la Hidroxicloroquina y el Faviparir de supuestos efectos para paliar la COVID19 aceptados en países dado el bajo nivel social del conocimiento y de la ciencia que en angustia toman vitamina C, zinc, té verde, Echinacea. Oleandrina, un extracto de Adelfa (Nerium Oleander) tóxica, venenosa, no debe tomarse ni como suplemento ni como remedio casero. El té de Moringa, de Jengibre y el Arsenicum Album, el Ajo tomados para estimular el sistema inmunitario, de los que no hay resultados científicos que apoyen su eficacia.

Otra vertiente fuel la aparecida a fines del siglo XVII en Halle, Alemania; el animismo promovido por George Ernest Stahl para explicar todo lo que la medicina y la biología de su tiempo no podían explicar. El “anima” imparte vida a la materia muerta y la protege contra su desintegración que solamente ocurre cuando el ánima la abandona. A fines del siglo XVIII el animismo cambio de nombre por “vitalismo” gracias a las ideas de Paul. J. Barthez, quien lo postuló como un “principio vital” distinto de la mente como la causa de los fenómenos de la vida en el cuerpo humano. Para Stahl y para Barthez, hay un elemento inmaterial que representa la solución aceptable a la incertidumbre que producen ciertas enfermedades en la conservación y autorregulación del cuerpo humano. Y desde entonces son una salida a la ignorancia, una explicación definitiva de lo desconocido, que recurren muchos pendejos con doctorado. Y surgieron los placebos. Hay muchos presumiblemente sustentados en pseudo ciencia, Elisha Perkins en los 1790 inventó un par de varas metálicas (una de hierro y otra de bronce) que llamó galvanic metalic tractors según él se componían de una aleaciónsecreta, que cuando se ponían unos minutos en la piel absorbían “el fluido eléctrico nocivo” de las inflamaciones, dolores, y del estómago entre otros. Él recibió de los EUA la primera patente médica en 1796. Su hijo los promovió con éxito en Inglaterra. Ambos se hicieron ricos. John Haygarth investigó la efectividad de dichas varas en un hospital de Bristol. Construyó unas de madera exactamente iguales a las de hierro y sometió a un gran número de pacientes con ambos tractors, encontrando que estos se sentían igual de bien con los falsos que con los verdaderos. Concluyó, en 1800, que la imaginación puede causar y curarenfermedades. Veinte años después el termino placebo se introdujo al vocabulario médico.

La revista Time (vol. 147 # 26) publicó artículos sobre el alivio por la fe, sosteniendo que la espiritualidad puede promover la salud, incluye entrevistas y un reportaje con uno que combina medicina con metafísica hindú. Se pusieron de moda los gurús, yerberos, chamanes, sanadores quienes, apoyados por experiencias de personalidades de cine y tv, hicieron (y hacen) negocio en los fieles creyentes de las mágicas curas. Su éxito se debe a factores de curas que nada tiene que ver con espíritus o pócimas mágicas. Se sabe que hay enfermedades que tienden a desaparecer solas, el sistema inmunológico hace su trabajo. La creencia del paciente en los menjurjes genera confianza en su efecto placebo debido a la liberación de endorfinas por estímulos psicológicos. En cuanto a los milagros y los rezos Francis Galton, en 1872, examinó estadísticamente si la realeza de la corona inglesa vivía más años que sus súbditos solo porque estos gritan “Dios Salve al Rey”, encontró que tal proclama no tiene ningún efecto en su longevidad, vive el mismo número de años en promedio que sus súbditos. A pesar de la longevidad de Isabel II. La proliferación de placebos se extendió. Y quien esté libre de un placebo que tire la primera piedra.

En la complicidad el pendejo con doctorado se recrea tenazmente. Cuestiona lo irrelevante de la moralidad en la competitividad y productividad investigativa; en distinguir lo ordinario de la coyuntura para publicar; en conseguir recursos al servicio de un éxito que percibe fácil de lograr. No se niega para ello a ningún tipo de tarea, venga de donde venga. Es materia dispuesta para el espionaje técnico-industrial, para dar falso sustento científico a un producto comercial. La poca importancia a la carga moral en el pendejo con doctorado es soportable gracias a y/o en la transgresión cómplice de sus pares. Hay una justificación casi superflua de estos sujetos en los términos éticos de la ciencia señala Himsworth, H., en Scientific Knowledge and Philosophical Thought. Puede decirse que son enemigos de la ciencia porque promueven, aceptan y viven de una imagen falsa, descastada e incompleta de la ciencia. Sin inteligencia social, ni responsabilidad general encabezan investigaciones contrarias a la ecología, mercantiles, utilitariamente exacerbada. Usan, por ejemplo, la microbiología para dañar seres vivos (plantas o animales), o para la guerra bacteriológica.

Este tipo de doctor es extremadamente peligroso por ello requiere identificación temprana, vigilancia continua, denuncia y oposición permanente porque son capaces de hacer polvo la autonomía, la libertad académica y la independencia intelectual de aquel científico que las tiene y desmadran a las instituciones cuando les dan sus riendas. Siempre presto a la puerta giratoria, torcido a lo material e icónico. Sin importar conflicto de interés o la propiedad intelectual. Porque lo que importa es que sea astuto, manipulador, aunque sea éticamente incompetente, tal vez por un complejo de inferioridad de su intelecto que no le da para acceder al rango más alto de la ciencia. Los valores aceptados en alianza, en contubernio hacen que estos doctores actúen sin remordimiento, muy lejos de “El Hombre sin atributos” de Robert Musil. Se trata de seudocientíficos y funcionarios con vestimenta prestada de la ciencia que hablan siempre de la ciencia aplicada en contra de la “pura”, son los manipuladores de la ciencia que solo ven en ella como la fuente de la solución práctica a los problemas “nacionales”, “regionales” o “estatales”. Son los que la quisieran convertir en instrumento rentable y utilitarista, una caja negra en donde metes un problema por un lado y por el lado opuesto sale la solución, son los del pensamiento unidireccional de resultados programados debido al costo-beneficio. Tienen como ejemplo al ventajista aventurero científico Benjamin Thompson que lo mismo sacaba dinero a los aristócratas ingleses que a políticos norteamericanos para todo tipo de proyectos, a quien siguen sin saber su historia identificándose con sus motivos del amor al poder, al dinero y a la megalomanía. El uso estratégico de una moral sometida a los criterios señalados es corrupción.

El escándalo del español José Baselga al recibir millones de dólares de farmacéuticas sin declarar conflicto de intereses, que lo despidió de su puesto de investigador para incorporarse a AztraSeneca, tiene larga data. Fritz Haber, abandonó la ciencia original después de sus controversias sobre sus patentes sobre la síntesis del amoniaco, para dedicarse a la tecnología de la muerte, diseñando gases contra las pestes y la fertilización en la agricultura. Después creando armas con gases venenosos para el ejército alemán que causaron miles de muertos en ambas guerras mundiales, incluyendo a propios alemanes. Se le considera el iniciador de la guerra bioquímica. Fue consejero del gobierno de Hitler en la producción de armas químicas, consiguió rehabilitar centros de investigación para ese propósito. El gas Ziklon B, usado en las cámaras de gases de los campos de concentración salió de uno de esos institutos que Haber apoyó. Fritz Haber no fue enjuiciado, pero si otros tecnólogos por complicidad en los asesinatos de los campos de concentración.

En 2014, se descubrió que el científico de la computación Chen yuan Chen, de la National Pingtung University of Education,en Taiwán, corrompió el sistema de revisión del Journal of Vibration and Control, especializado en el área de la acústica, él creó 130 cuentas de correo electrónico falsas y logró insertarlas en el registro de revisores en la plataforma online de Sage, responsable de la publicación. Los artículos remitidos a la editorial eran enviados a esas cuentas, Chen las revisaba y se aprobaba, 48 de su autoría fueron cancelados. Otro es Dong-Pyou Han fue condenado a prisión por malversación de fondos públicos. El investigador de la Universidad de Iowa se enriqueció tras anunciar el desarrollo de una vacuna que conseguía crear anticuerpos contra el virus del VIH en conejos. Después se demostró que lo que parecía un hito científico, era un truco: había mezclado sangre de los conejos con muestras de sangre humana que contenían los anticuerpos.

En España son famosos los casos de Jesús Ángel Lemus, publicó decenas de artículos con datos inventados, hasta que escándalo de que las cotorras que viven en libertad en Barcelona afectaban la salud humana, lo desenmascaró. Gonzalo Astray Dopazo, pese a copiar investigaciones publicadas en China recibe becas. Carlos López-Otín criticado por la forma que ha sido promovido, premiado y reconocido. En México, hay docenas de denuncias a personajes destacados en la política, en la academia y en la cultural,  de  cómo  la  corrupción  nacional  ha creado mercenarios de la cultura,  contaminado a la ciencia, incluso a las artes, ya sea en traducciones presentadas como ideas propias, imitación de tecnologías, de estilos, plagio de artículos, de libros, de tesis de grado, en apropiación de revistas, academias y de editoriales, como el escándalo reciente de Editorial Siglo XXI.

Jean Medawar en “The threat and the Glory”, al comentar los libros de H. Zuckerman “The Scienfic Elite” y el de W. Broad y N. Wade, “Betrayers of truth”, relata las falsedades de los descubrimientos como el Coeficiente Intelectual (C.I.) o (I.Q.) que durante años ha engañado a profesionales y autoridades, utilizado como elemento de discriminación y base “científica” para estereotipos. A pesar de pretender darle ese carácter en el libro The Bell Curve de R. Herrnstein y C. Murray que descalificó La Asociación Estadunidense de Psicología. Medawar señala también los fraudes comunes que cometen los estudiantes de doctorado en la experimentación y en sus publicaciones. Incluso señaló que la mayoría de los artículos científicos son un “fraude”, redundantes, monótonos y de presentación burocrática. Algo que se comprobó 20 años después de que lo denunciara. Igual señala de entre los miles de científicos, afortunadamente, solo hay unos pocos retorcidos que rápido cruzan la línea de la ciencia para instalarse en el lado de los negocios, de la política o en la dorada burocracia donde sobrevalora el grado de doctor. Agregando que ese grado sobra en muchas delas actividades hacia donde los doctores se fugan, para ello existen las licenciaturas, las ingenierías, los diplomados, las especializaciones y las maestrías profesionalizadas (minilicenciaturas). Algunos doctores se instalan en la divulgación tecnológica, hablan de “Ciencia y Cultura”; “Universidad e Investigación”, “Desarrollo tecnocientífico” y temas generales parecidos buscando reconocimiento y/o salir del anonimato. Medawar atacó la pompa, la jerga rebuscada, la pseudo ciencia, la falta de autocrítica, la vanidad del investigador, los vacíos científicos por falta de objetividad de muchos pendejos con doctorado. No hay que confiar en ellos.

En esa línea Mario Bunge (Pseudociencia e Ideología; La Investigación científica; Ontología; Materia y Mente) critica a quienes inventan categorías conceptuales, términos, estudios difusos que inocentes toman por profundos. A los que dicen que todo existente es un paquete de signos en una realidad textual. A quienes pecan de cientificismo y relativismo epistémico. Rabelais, Bacon, Quevedo y otros que se burlaron de la astrología, la cartomancia y la necromancia se sorprenderían de la cantidad de doctorados de naturaleza acientífica creados sobre bases subjetivas, supersticiones, como la ufología, la parapsicología, la criptozoología, el biomagnetismo, la numerología, la telepatía, simbología fálica, el esoterismo, grafología una variedad de hierbas pseudocientíficas estrafalarias y fantasiosas con méritos para incluirlos en la Zoologia Fantastica de J.L. Borges. Se escandalizarían si viesen que alguien puede doctorarse con un escrito de jerga incomprensible, con énfasis en el lenguaje y en el discurso ocultando la vacuidad o la banalidad de los asuntos del tema pretendido; que uno puede doctorarse tratando un problema donde los hechos se pierden por un tecnocientificismo imitativo del método científico; por la habilidad al maniobrar una técnica, peor aún al extrapolar teorías científicas de unos campos a otros, como pasó con la Teoría de las Catástrofes de Renè Thom (que tanto maravilló a Dalí) se pretendió usar en áreas donde simplemente no funciona, igual pasó con la Teoría de los Fractales de B. Mandelbrot, algo similar está pasando con la categoría conceptual Resiliencia que muchos usan fuera del terreno científico al que pertenece.

Les alborotaría comprobar que hay pendejos con doctorado que simulan hacer ciencia, que imitan el aspecto más exterior, el que está en las orbitas más lejanas de la misma para mantener privilegios, ahí donde la ciencia misma los mandó en campos derivados delafísica, de la química, las matemáticas y otros. Y los pocos que se acercan a ella, se quedan en la periferia. Algunos pendejos con doctorado negocian con la tecnología, otros hacen libros de receta, de autoayuda, etc., para obtener clientes y cargos. Desdeluego, mis respetos a los doctorados se dediquen a la loable solución de problemas, a promover y administrar el desarrollo tecnológico, a auxiliar en la toma racional de decisiones tecnológicas, que creen artefactos que faciliten y aumenten la calidad de vida que no se ostentan como científicos. Como lo han hecho Charles Steinmetz con General Electric, Ron Graham en AT&T, varios otros en los laboratorios industriales de DuPont, Siemens y en empresas lucradoras del capital intelectual. Y más de un centenar de reconocidos inventores en áreas afines a la informática, telemática, electrónica y otras resultantes de hardware y software diversos usados en los algoritmos de cientos de apps en el mundo. Habrá casos excepcionales que por des anclaje de su tecnología escalen por inducción hacia la ciencia para que les explique lo que su especialidad no pudo hacerlo, habrá algunos, pero no se me ocurren nombres, será porque la mayoría que lo ha intentado les pasa lo que, a Sísifo, retornan siempre a donde iniciaron su atrevimiento.

Alexander Kohn en “False Prophets” también habla de un número importantes de episodios de fraudes científicos mismos que representan una cascada de desprestigio para los profesionales de la ciencia, no solo en su auto flagelo autocritico, sino de perdida confianza a nivel comunitario, social y político. El fraude y la mentira científica casi siempre están relacionada con la ambición de prestigio y de poder del pendejo con doctorado dentro de la sociedad. Y casi siempre accede a ello la cabeza del grupo, saltándose las trancas de tener que hacer trabajo original del más alto nivel tecnocientífico. Engañando a colegas, simulando experimentos, participando en discusiones y dando la idea de que chambea mucho, pero a primeras de cambio su lengua lo delata, no posee originalidad, ni calidad académica, aunque pretenda y se diga poseerlas. Se inclina por la gratificación inmediata vía que a otros les ha funcionado para escalar socialmente y, siempre prestos para la carrera burocrática. Es en resumidas cuentas un burdo imitador del trabajo realmente científico, un padrote de la ciencia.

Se reconoce que la verdad, la viabilidad lógica de un razonamiento que posibilite conocer el mundo, no son exclusivos de la ciencia, ni solo se consiguen en un laboratorio mediante la experimentación o de la manipulación del fenómeno a observar. La filosofía, las matemáticas, la lógica existen mucho antes que la ciencia. Es cierto que los sabios y genios son muy escasos, esos que nos aporten visiones profundas y generosas gracias a su capacidad creativa, como Paul Erdös. Creatividad, por cierto, muy prolífica en nuestros creadores artistas y artesanos, pero muy encasa en los pocos científicos mexicanos. Hay maneras para confrontar teorías, generar ideas nuevas, conocimiento y, no hace falta ser un Popperiano para saber que verificarlos puede ser extremadamente complejo, en algunas. Desde luego, que lo más fácil es copiar, luego viene lo difícil, el perfeccionar, por último, lo más duro, es diseñar algo nuevo, bueno, durable, original, inédito. Hay que distinguir la creatividad, de la productividad de las cosas.

Espero hasta aquí haber dejado claro el talento del pendejo con doctorado, sus dotes para usar los recursos disponibles a su favor y su aptitud para distorsionar la información, tratarla para obtener recompensas, pero está muy lejos de ser un genio, de dar su nombre a una teoría, a una ley o a un método utilizado o enseñado por muchos, ni creará una escuela, a menos que sea una de trampas para truquear la verdad en la naturaleza. No creara cosas nuevas o inventos admirables. Nunca será aceptado en una comunidad epistémica por carecer de ideas originales.  Les será casi imposible si vienen de la pericia en una tecnología donde han sido incapaces de originar patentes, prototipos, modelos, artefactos. Serán siempre un profesional que trabaja bajo la sombra del árbol tecnocientífico, que usa la repetición de tal o cual fruto que le permita la aceptación en ese regazo, sobre todo porque consigue subvenciones, a veces equipamientos gigantescos, pero sin lograr hacer nada de interés e importancia científica. Debe haber muchas áreas y campos donde puedan aportar un ladrillo al edificio de la ciencia, tal vez no los 200 mil teoremas anuales pendientes de solucionar en las matemáticas, o en el 95% desconocido de nuestros océanos, etc.., etc.

Henry Petroski, en “The Evolution of Useful Things” dice que todo artefacto deja algo que desear en su función, esto es lo que empuja su evolución. Los artefactos son perfectibles o desplazables por otros mejores. El inventor es un crítico constructivo, advierte los defectos en aparatos conocidos, se propone corregirlos. Es lo que se espera de los tecnólogos con doctorado, que sus productos transformen la calidad de vida cotidiana con bienes y servicios. En México la mayoría de los aparatos que usamos vienen de creatividad extranjera, el mejor de los casos somos buenos imitadores. No es difícil sospechar porque tenemos pocas patentes en el país. Así que un pendejo con doctorado en los campos tecnológicos no debe presumir publicaciones, ni las veces que lo citan, que lo premian, ni importan sus reconocimientos, mucho menos el autoproclamarse prodigioso científico. Tal vez un buen experimentalista, un investigador, un profesional que sabe cómo encuadrar su trabajo de laboratorio o práctica con una teoría general, vendiéndolo bien a la autoridad o al financiador en turno. O puede ser un buen difusor de una parte de la ciencia. Pero nada más. Ha habido individuos sin posgrados que han hecho contribuciones científicas sobresalientes, innovaciones tecnológicas útiles, para que algunos sigan cayendo en la trampa de la infalibilidad de los diplomas. Como Koch, Hertz, Dubois, Huxley, Poincaré, Lumiêre, Edison, Babbage, Marconi, Tesla, Jobs y muchos otros como, Paul Ehrlich creador del arsenical 606 o salvarsán para tratar la sífilis.

Ante la ignorancia social el pseudo conocimiento se impone, la credencial de doctor apantalla, abre las puertas y los ojos de la elite dirigente. En ese ambiente, los pendejos con doctorado buscan la adulación y ser tomados en cuenta. Mientras unos cortejan a los políticos, a otros estos los cooptan para adornar organigramas o para validar decisiones técnicamente incongruentes. En nuestro medio la desconfianza hacia el funcionario público se traslada a este tipo de doctor en puestos de gobierno. No esdifícil tal mudanza porque al pendejo con doctorado le gusta ser cortesano del poder, ser nombrado vocero de la verdad, sin importar su ineficiencia para resolver lo que supuestamente su doctorado lo califica. En muchos casos son omisos, demagogos, alientan el conformismo y el control institucional del conocimiento, pero disfrutan la cercanía a las cúspides, confundiéndose con el poder político y económico. Los grillo-políticos los apapachan, en la burocracia se les premia más por antigüedad y conveniencia, que por su real aportación en la solución de problemas. Es notoria su falta de autocrítica, al respecto. Son tecnólogos que se prestan para negar evidencias científicas por conveniencia política, como los impactos ecológicos; la gravedad pandémica; desinformar de varios riesgos “por seguridad nacional”. De ahí la falta de fiabilidad tecnológica de muchas de nuestras instituciones públicas.

Alan Sokal en “Beyond the Hoax, Science, Philosophy and Culture” dice hay que denunciarlos. Si realmente se quiere ahora no se sostendrían por mucho tiempo en la mentira, hay métodos para detectarla. The Baloney Detection Kit, Similarity Analisys, el análisis de similitudes es una tecnología que compara el título y contenido de un documento con una monstruosa base de datos de todo lo publicado, mediante un algoritmo detecta similitudes con esa información busca desincentivar publicaciones de resultados poco fiables o difícil de repetir. Retraction Watch, monitorea e informa sobre la retractación de artículos científicos desde 2011, ha anulado más de mil papers de contenido dudoso. MedLine, Déjà Vu, Pubpeer han detectado cerca de 100 mil artículos sospechosos. Ya hay varios softwares como Turnitin, Ithenticate, WcopyFind, Dupli Checker, PlagiarismChecker y otros. En algunas especialidades científicas no pasan más de dos años en ser descubierto. El hecho es que siendo el trabajo del investigador una actividad humana es imposible que en un ambiente tan corrupto como el mexicano este libre del engaño.

El número de artículos, el impacto de estos (veces citados) ya no es tan determinante Eisten, Gödel, Reimann y varios más publicaron poco, pero que originalidad, profundidad de razonamiento, creatividad en sus trabajos, es lo que importa ahora para conocer la relevancia de una aportación al conocimiento, el potencial transformador de tal idea o descubrimiento. Era más fácil ser tramposo antes del 2000 cuando el 98% de los pendejos con doctorado se graduaban sin publicar nada original, pero ahora son más que hace 40 años, en relación con el total de científicos, porque hay más posgrados, más revistas y muchos gremios que dañan a la intelectualidad, a la academia, a la cultura. Es difícil saber en qué áreas hay más, en México seguramente se destacan en los sectores sanitarios y en los agropecuarios. Sí tomamos como referencia un sondeo realizado entre investigadores en Estados Unidos en las ciencias básicas aparecido en la revista Nature, destacando que cerca del 9% de los 2,212 científicos encuestados cometieron alguna trampa en los tres años anteriores al sondeo. Muestreo muy similar en algunos países europeos. Puede decirse que un 10% de los doctores en circulación tienen el atributo de pendejo en los términos de este collage. Sin embargo, comparado con el número de científicos que hay en el mundo, los fraudulentos conocidos son muy pocos.

Aquella maestra protagonista del incidente con el que inicié este ensayo (no obtuvo ningún doctorado y rechazó esos de los llamados honoríficos) la recibí muchos años después en Sinaloa para impartir dos conferencias, le pregunté por un sujeto que pasó por la institución que ella dirigió, con lujo de detalles me habló de cómo aquel logró puntajes, becas, estrellitas, promociones, estancias en el extranjero, de las intrigas y el daño moral que causo a unos de sus colegas; ¡es un pendejo con doctorado! resumió. Que no le llega ni a los talones a ninguna de las biografías de las mentes aquí citadas. Es un nuevo tipo de hijo de puta, en los términos del libro sobre una teoría al respecto de Marcelino Cereijido.

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**El Doctor José Gaxiola López es miembro fundador del Colegio de Sinaloa y profesor investigador del IPN con estudios doctorales en Sociología y Filosofía. Twitter: @Gaxilo



El pendejo con doctorado