Estrena “Bodas de sangre” en el Teatro San Martín | Vivi Tellas, su directora, y María Onetto, actriz protagónica, comparten detalles de la puesta

Se las ve alegres, inspiradas, cómplices. Este viernes estrena Bodas de sangre en el San Martín, con dirección de Vivi Tellas y el rol protagónico a cargo de María Onetto. Y si directora y actriz exhiben tal complicidad es porque están habitadas por un antecedente: en 2002 Tellas dirigió en el mismo teatro público y en la misma sala –la Martín Coronado– una muy recordada versión de La casa de Bernarda Alba, con Elena Tasisto en el papel principal. Anticipan que esta versión de la tragedia de Federico García Lorca escrita en 1931 es bien “contemporánea” y que ahonda en la “profundidad” y la “simpleza” del texto. “La sala es enorme, hay mucha maquinaria. Este es un teatro que ya no se hace. Disfruto de la artesanía teatral“, destaca, también, Tellas. Para darse una idea de esto que dice basta tener en cuenta que la –preciosa– escenografía es un bosque que sube por cuatro pisos por debajo de la sala, con árboles hechos a mano.

En la entrevista que ambas artistas brindan a Página/12 en el hall de la Coronado, Tellas hace una confesión: 20 años atrás quería, en realidad, hacer esta obra. “Pero me parecía muy costosa. No era momento para algo de tanto despliegue. La podés hacer con títeres, con una lunita que baja, un bosquecito…. pero yo me imaginaba mucha gente, mucho elenco, mucho despliegue. Elegí ‘Bernarda’ porque era más posible”, recuerda. Se quedó “con las ganas”, que ahora se plasman.

El elenco de La casa… lo completaban Mirta Busnelli, Carolina Fal, Lucrecia Capello, Andrea Garrote, Mariana Anghileri, Muriel Santa Ana, Nya Quesada, Mausi Martínez, Irene Grassi y Livia Koppmann. Onetto estaba haciendo teatro independiente (La escala humana) y Vivi la había ido a ver. Después de eso la convocó. “Escuché un mensaje en mi contestador y después le hablé desde un locutorio. Lo que me impactó fue que me dijo: ‘¿te gusta algún personaje?’ Fue una conversación en la que mi subjetividad estaba incluida. Para alguien que venía del teatro independiente, esa suma (Bernarda, un clásico, Vivi, la Martín Coronado) implicaba una legitimación”, evoca quien encarnó a Angustias.

Fue muy fuerte el proceso de esa obra: todas mujeres, Lorca… había mucha propuesta de improvisar, de diálogo con la persona y bueno… la obra empezó a dialogar”, agrega Onetto. “Era muy intenso. Me tuve que ir de mi casa. Eramos unas mujeres que estábamos entre llorar y la menstruación. Una cosa loca. Abrí una puerta”, dice Tellas. “Me gusta elegir personas. Obviamente eran todas excelentes actrices. Pero no me importa tanto eso como quiénes son las personas, qué energía e historia traen. Era un seleccionado de mujeres con mucha vida y personalidad. Me gusta que los actores salgan del closet de la emoción y la intensidad“, completa la creadora del biodrama.

El proyecto de Bodas de sangre, idea suya, se remonta a 2019. El elenco iba a estar encabezado por Cecilia Roth y Maite Lanata. Pero por la pandemia no llegaron siquiera a ensayar. En noviembre de 2020, en el marco del ciclo “Modos híbridos”, Tellas estrenó Muy bodas de sangre, producción audiovisual dirigida junto a Agustina Comedi. “El proyecto estaba ahí, aguantando. Pensé que ya se había pasado de maduro, pero lo pude conservar. Menos mal que cambié la mitad del elenco, eso me activó. Es que la mitad no podía seguir en estas nuevas fechas. La obra encontró a sus protagonistas; cada obra es lo que hace su elenco“, expresa. Hay involucradas otras personas que también trabajaron en La casa…Guillermo Kuitca (diseño escenográfico), Jorge Pastorino (iluminación) y Diego Vainer (música original y diseño sonoro). “Hoy el teatro no es como lo que estamos haciendo. Es otra cosa, más chica, con otros textos. Acá hay mucha construcción. Es un teatro de otra época. Disfruto de la artesanía teatral“, se entusiasma Tellas, quien en un momento debe retirarse de la entrevista para ir a chequear cómo está quedando la niebla del bosque. Los actores y actrices son 20 (ver abajo). Ensayaron intensivamente durante dos meses y medio. Onetto encarna a la Madre del Novio. Los otros dos roles protagónicos están a cargo de Nicolás Goldschmidt y Miranda de la Serna.

Foto: gentileza Carlos Furman.

–¿En qué consiste esta artesanía teatral?
Vivi Tellas:–
Los árboles están hechos a mano, cosita por cosita. Es difícil hacer algo así en otro lugar. Son lindos los proyectos cuando sacuden todas las áreas de un teatro, cuando dan vitalidad a zonas dormidas. Tenemos que subir un bosque que está cuatro pisos abajo. Se abre el piso. Las candilejas estaban hacía 30 años, estaban rotas, las hicimos arreglar. Este tipo de teatro está en extinción, como la ópera, pero quedan momentos de cierta conservación. Es raro, también, que no se vuelva viejo o desactualizado. En esta obra no hay proyecciones. En otros trabajos las uso un montón, pero acá me parecía que quedaban afuera. En un momento la Luna iba a ser una proyección, pero no: es un redondel de dos metros y medio hecho de estopa.
María Onetto:– La Martín Coronado es todo un asunto. Yo en un momento digo “la tierra y yo” y me es muy sencillo decirlo al mirar para adelante.
V.T.:– (Lorca) Tiene una simpleza que hay que saber ver. No hay que sobrecargar. Es lo más difícil. La poesía, la simpleza, la profundidad al mismo tiempo… El texto es tan perfecto que a veces no te deja entrar a buscar que hay atrás.
M.O.:– Ante cada palabra nos fuimos deteniendo mucho para comprender lo que asociábamos, y qué otras asociaciones había además de las estándar. Estos autores son grandes por la cantidad de cosas que permiten. En la obra se habla de la determinación, el sino: la sangre tiene millones de asociaciones. La sangre como lo familiar, el asesinato, el karma. La fatalidad. La sexualidad. Es una obra audaz, también la forma en la que la actuamos. Vivi fue muy clara: cero ironía de nada. No nos distanciemos, demos el salto para adentro.

–Hubo un trabajo de adaptación del texto, ¿no?
V.T.:– Sí, pero muy suave, con Cecilia Pavón, una poeta argentina. Muy afín también. Revisamos palabras que distanciaban del texto, muy españolas. Pero el texto está tal cual. La obra es de “tú”. Es un artificio bien fuerte de construcción.

–¿Y por qué volver a Lorca?
V.T.:– Además de que me había quedado con las ganas quería volver a trabajar con Kuitca, que trae su mundo y que también es muy lorquiano, y explorar el misterio del amor. Después está Lorca, asesinado por la dictadura española, por poeta. Por tener una vida fuera del cánon. Ese camino me interesa y me toca. Siempre me sentí desubicada. Hice un elenco desubicado; la obra lo es. No es el cánon que esperamos para los personajes. Hay una idea de pueblo. En el pueblo empiezan a tratar de representar la historia esta que salió en el diario en la época de Lorca. Los personajes no caen en lugares clásicos, están corridos, en transición. (N. de R.: Tellas deja un momento la entrevista para ir a ver la niebla).

–María, ¿cuál es tu relación con Lorca?
M.O.:– Lo conocí a través de Vivi. En donde me formé, sobre todo en el Sportivo, Bartolo (Ricardo Bartís) no alentaba hacerlo. Tal vez no le era muy afín esa poética; o tal vez era un mundo bastante intensamente femenino. La propuesta de “Bernarda” me lo acercó y me di cuenta de la cantidad de fanáticos que tiene en Buenos Aires. Y la otra vez hicimos un ensayo abierto y también lo noté: es como si la gente viniera a un recital a repetir esos textos que tanto escuchó y pensó. Son obras que se trabajan en conservatorios y talleres porque tienen escenas perfectas. Es una tragedia, además, en sentido bastante clásico; no un drama. Hay algo que cae que no debería haber caído, y se produce una especie de catarsis de los personajes que lleva a la reflexión al espectador de manera poética. En ningún momento bajando línea, sino a través del campo emocional y sensorial. Lo poético tiene como característica la cantidad de imágenes a las que tenés que ir, construyéndolas para estar a su altura y que no quede tu cuerpo en estado declamatorio, antiguo, vencido. Tenés que dar un salto, arriesgarte. Este es un elenco en un 70 por ciento bastante joven y está en el interés de ir hacia ese trance. Hacia la idea de sentir. Cada vez que estoy posteando algo sobre el estreno convoco a venir a sentir una obra. Con todo lo que hemos vivido, la pandemia, estos momentos, podés tender a evadirte, blindarte. No está mal. Pero está esta otra forma. ¿Y si buscás sentir y ves que ves de nítido ahí, o qué podés descargar de lo que estás padeciendo a través de lo que te proponen el teatro, la música? Es muy oportuna la obra.

–¿Cómo fue tu trabajo sobre el personaje?
–Es muy emblemático, hay mucha ansia de varias actrices de que ojalá les toque. Fueron interesantes los ensayos. Se improvisó mucho y apareció la idea de que éramos un pueblo que escuchaba la noticia, se veía impactado y decidía hacer algo con esa historia. Es increíble lo que te puede orientar para actuar. Me acuerdo de cuando Vivi me dijo “este es un drama rural“. Al inicio de la obra mi personaje está solo en escena, en una silla, mirando hacia adelante, ve el horizonte. Fue a partir de esas ideas, más que de pensar qué le pasa, que lo construí. Es un personaje en estado de duelo, tiene a su marido y a su hijo mayor muertos, vive permanentemente con una especie de alarma interna, piensa que si la gente sigue circulando con navajas y cuchillos algo le puede pasar. Parece muy alejado pero lo ensayamos en la época del atentado a Cristina Kirchner o cuando leía cosas que pasan en Estados Unidos cada cinco minutos. Está presente la idea de que una forma de vincularte con lo que no conocés es aplastarlo, matarlo. En mí estaba la idea de que la forma de vincularte con el otro tiene que ser filosa, penetradora, nunca alojadora. Ella (la Madre) es una mujer que no es conservadora. Anhela ese erotismo que tuvo con su marido, está muy preocupada por el único hijo que le queda, tiene intuiciones en relación a la Novia pero finalmente decide que eso se lleve adelante, va a suceder esa boda y lo que pasa. Podría ser una mujer comprometida con los derechos humanos, que hace un camino como el de las Madres de Plaza de Mayo: está en su casa y de repente un suceso la convierte en sujeto político. Si bien es una obra bastante coral el personaje de la Madre es el principal. Por momentos sentí ese lugar, sobre todo en un elenco joven, de querer acompañar en ese proceso. De acompañar a la dirección en su búsqueda.

–¿Trabajar con un clásico implica cierta presión en torno a las expectativas?
M.O.:– Más bien creo que tenemos como humanos ese aspecto de “volveme a contar una historia que ya sé” o “a ver qué diferencia hay”. Si googleás hay un video nuevo cada día de alguna puesta. La idea de procerato, de consagración, según la cual uno debería subirse a una impostura quedó anulada inmediatamente como opción. Hubo mucho juego. Vivi percibe mucho, toma eso, le interesa.
V.T.:– (N. de R.: de regreso de su paseo hacia la niebla) No siento presión, siento oxígeno, inspiración. Nos eleva tomar contacto con este material. La presión es siempre la misma: hacer algo genial.

–Vivi, hablaste del misterio del amor… ¿en qué otros temas hacés hincapié?
V.T.:– Son muchos. Me gusta trabajar con muchas capas. Una simple, que podés mirar, contemplar, y siempre me gusta que alguien pueda buscar más en la profundidad. Hay algo de la tragedia del no deseo, de lo social, que es fuerte en Lorca. Si no seguís tu deseo termina en tragedia. El qué dirán, la norma social, cómo hay que ser, todo eso. Y también está la idea de estas niñas entregadas a las que venden a casarse por conveniencia de las familias, por un plan económico, y todo eso en este caso termina mal. Eso en la acción grande. Y después la idea del amor, de que no podés elegir de quién enamorarte. Más bien es siempre como medio equivocado.

–Esta es una época en la que filósofos y psicoanalistas hablan del fin del amor.
V.T:– La pereza del amor. No querés estar pendiente, no querés sufrir. Ya está incluido el sufrimiento en el amor.
M.O.:– Vivi agregó en el afiche la frase “el amor duele”, que también se discutió tanto. En estos tiempos el deseo también puede aparecer como mandato: “¿cómo que no estás deseando?” “¿qué te pasa?”. Y cuando te aparece el deseo no tenés más que seguirlo, pero por ahí lo seguiste y terminó en tragedia. Es una obra que, como los clásicos, plantea preguntas. Te vas con una inquietud, no con una certeza. Es el antifascismo. A mí me llenó de preguntas. Seguimos hablando de casarnos, de tener hijos. La obra cuenta una boda, es su relato base, su hueso, el eje. No podemos hacernos los tontos diciendo “mirá de las cosas que se hablaba antes”. Si ahora también se pregunta: “¿te casaste?” “¿No te casaste?” “¿No tuviste hijos?” “¿Estás cogiendo seguido?” Hay algo que está en el aire todo el tiempo. Preguntarnos, confrontarlo con otras ideas, abrirlo, está buenísimo.
V.T:– Algo lindo que estábamos trabajando es que son todos personajes dañados. Desde el más chiquito, el leñador o la muchacha, transitan tragedias. Ese día de la obra, la presencia de la luna llena los enloquece un poco a todos y hacen locuras.

–¿Cómo definirían el resultado de todo este proceso?
V.T.:– No sé todavía. No estrenamos. Pero la veo bastante contemporánea, eso me gusta, es muy clara. Con una colección de personajes clásicos. Y no es solemne, que es el desastre en cualquier arte. Porque solemne es la puesta en escena de lo profundo. Y lo profundo es profundo, no hay mucho que hacer. Me parece injusto en Lorca toda la solemnidad con que se lo aborda, porque lo aplasta. Yo quiero que aparezcan su obra, él; que nos hable y nos diga: “¡che, qué bien, gracias! ¡Qué bueno que están descubriendo mi universo!”.
M.O.:– Este es un momento en que la belleza y la poesía deben ser alentadas. Detener un poco que únicamente vayamos por la huella de lo racional. Más allá de la serie de Netflix, ver qué otra peripecia hay, en esta posibilidad de que se abran los sentidos en una misma escena.

La ficha

El elenco está integrado por Onetto, Nicolás Goldschmidt, Miranda de la Serna, Luciano Suardi, Alfredo Staffolani, Laura Nevole, María Inés Sancerni, Claudia Cantero, Maruja Bustamante, Florencia Bergallo, Agustín Daulte, Julián Ekar, Rita Pauls, Nadia Sandrone, María Soldi, Max Suen y Mbagny Sow, los bailarines Pablo Lugones y Eugenia Roces, responsables también de la coreografía, y la cantaora Nina Loureiro. El vestuario es de Pablo Ramírez y el desarrollo escenográfico, de Rodrigo González Garillo. La asistencia artística es de Poppy Murray; la de vestuario, de Sofia Davies; la de escenografía, de Lara Treglia; y la investigación está a cargo de Alejandro Quesada. Las funciones serán miércoles a domingos a las 20 en Avenida Corrientes 1530.

Una obra trans total

–¿Qué le redescubrieron al texto?
M.O.:–  Dialoga mucho con el momento, con lo femenino y lo masculino. Descubrimos muchos momentos en que a los personajes masculinos se los alienta a ser mujeres y los femeninos quieren ser hombres. Circula muy fuertemente. Y lo femenino está asociado a lo sensorial, no exclusivamente a lo narrativo. Es una obra en la que la Luna tiene un texto. ¿Cómo se actúa eso? No es comprender exclusivamente, es ponerte en sintonía.
V.T.:– Es una obra en transición, trans total. Las imágenes de lo que está pasando en Siria, en Medio Oriente, con las mujeres, son nuestro último acto. Y no sé si en otras puestas se destaca tanto cuando ella (la Madre) dice al Hijo: “Quisiera que fueras mujer”. Por ahí se pasa por alto, como un decir. Nosotros le creímos. Por ahí, dos palabras son un camino adentro de la obra. Y si te detenés encontrás una clave. 

Estrena “Bodas de sangre” en el Teatro San Martín | Vivi Tellas, su directora, y María Onetto, actriz protagónica, comparten detalles de la puesta